Crítica

La técnica de Devia salva a Lucrecia Borgia

Crítica de clásica / Temporada del Palau de Les Arts. «Lucrecia Borgia», de Donizetti. M. Devia, M. Mimica, W. Davenport, S. Tro. Coro de la Generalitat Valenciana y Orquesta de la Comunidad Valenciana. Dirección escénica: E. Sagi. Dirección musical: F. Biondi, Palau de les Arts. Valencia, 26 - III -2017.

El Palau de Les Arts acogió una nueva versión de «Lucrecia Borgia», Donizetti
El Palau de Les Arts acogió una nueva versión de «Lucrecia Borgia», Donizettilarazon

«Lucrecia Borgia» no es un título muy popular y, sin embargo, se ha programado en nuestro país con cierta frecuencia. Así, pudimos verla en el Liceo, eso sí hace muchos años, con Sutherland y Kraus, pero también en 2008, con Gruberova; en Bilbao, en 2001, con Ana María Sánchez, en 2016 con Elena Mosuc, o en Oviedo, en 2004, con la misma Mariela Devia. Curiosamente, las producciones de Bilbao y Oviedo iban firmadas por el mismo equipo que la actual del Palau de les Arts. No son las mismas, ya que esta última parece utilizar bastantes elementos de La Bruja, a los que se añaden ideas de las citadas anteriormente. Funciona razonablemente, con algún inteligente cambio de escena a base de paneles y luces, pero también con algunos detalles mejorables, como la siesta que se echa Gennaro en el suelo. Personal el beso que Orsini le da a Gennaro, una sugerencia no desdeñable dado el dúo que viene a continuación.

Fabio Biondi no logra que la orquesta suene como años atrás, porque ni ésta es lo que era ni el maestro un experto belcantista. Hay en su dirección más ruido que nueces, e incluso el excelente coro de la Generalitat queda a veces desajustado con el foso.

Sorprende que se cuente con el tenor William Davenport como Gennaro, ya que su actuación en «Elixir d’amore» dejó que desear y su papel en este Donizetti es más complicado... o, mejor dicho, lo hubiera sido aún más de haber cantado el aria que, por otro lado, se suprime con frecuencia.

Marco Mímica aporta como Alfonso una caudalosa voz baritonal y Silvia Tro resuelve con su probada experiencia el rol de Orsini y hasta brilla en ese brindis final, en el que aún añoramos a Marilyn Horne cuando lo cantaba como propina en sus conciertos.

Pero la figura esperada era Mariella Devia, que se enfrentaba al papel con 69 años. Devia no posee una voz cuya característica principal sea la belleza tímbrica, o al menos no ya en las proximidades de los setenta años. Tampoco exhibe el fuelle preciso para alguno de los momentos más dramáticos de la partitura, como es el dúo con su marido D. Alfonso. Lucrecia requiere una voz con más cuerpo central, como las de Caballé, Sutherland, Gencer o incluso Gruberova. Pero Devia, sin poder alcanzar aquel nivel, se defiende muy bien gracias a una musicalidad intachable y al dominio del estilo con pianos, filados, «messas di voce» y otras filigranas típicamente belcantistas. Estuvo magnífica en el aria inicial y solventó la más endiablada cabaleta final. Se llevó claramente, como era lógico, el gato al agua en unos saludos finales, en los que hubo unánime satisfacción del público, que aplaudió generosamente este atractivo Donizetti del que Bellini tomó inspiración para sus «Puritanos» y el mismo Verdi para «Baile de máscaras».