Crítica

Los entresijos de Sansón

Crítica de ópera / Temporada del Palau de les Arts. «Sansón y Dalila» de Saint-Saens. Voces: G. Kunde, V. Abrahamyan, A.Heyboer, A. López, E. Faraldo, J. Kim, D. Fruci, J. Galán. Orquesta de la Comunitat Valenciana y Cor de la Generalitat Valenciana. Dirección musical: Riccardo Abbado. Dirección escénica: La Fura dels Baus. Palau de les Arts. Valencia, 14-I-2016.

Kunde, a la izda., demostró que está en plena forma, como Sansón
Kunde, a la izda., demostró que está en plena forma, como Sansónlarazon

Este «Sansón y Dalila» ha sufrido muchos cambios que han afectado al resultado final de las representaciones y por ello conviene tenerlos en cuenta. Helga Schmidt convenció a Gregory Kunde de cantar el papel principal durante las funciones de «Forza del destino» y planteó una coproducción con Montecarlo que iba a ser dirigida musicalmente por Plácido Domingo y escénicamente por Jean-Louis Grinda sobre decorados pintados, nada menos, que por Agostino Arrivabene. Hace ya un año que pasó lo que pasó y David Livermore tomó las riendas del teatro. No le salieron las cuentas fundamentalmente porque, aunque se tratase de una coproducción, el Palau había de adelantar su costo. De otro lado es de suponer que su estrecha relación laboral con la Ópera de Roma habrá permitido un «forfait» para el paquete de producciones de allí alquiladas. Así llegó de nuevo la Fura a Valencia, donde ya se ha visto su refrescante «Martirio de San Sebastián» y la formidable «Tetralogía». El problema con la Fura es que vista una vez, vistas mil. Eso no sucedía en Roma, pero si en el Palau de Valencia y la cosa se agrava cuando está producción no está lograda y denota cierto carácter «lowcost». Plácido Domingo se cayó del cartel y fue sustituido por Roberto Abbado, estrenando titularidad una vez ya firmado su contrato tras no pocas peripecias, y Kunde se lesionó en un ensayo.

- Con detonadores

La producción falla conceptualmente al pretender inútilmente buscar en el libreto referencias a la actual situación terrorista. Baste decir que el viejo hebreo lleva un cinturón con detonadores, que el vestuario incorpora códigos QR o que la bacanal se sustituye por una escena de torturas, que no sólo no viene a cuento sino que hace perder a la música todo su sentido para que, una vez más, se luzcan los eternos acróbatas y figurantes de Padrisa. De otro lado, éste ha tenido que resolver la forma de sacar a escena a un Kunde lesionado en la pierna derecha, bien con artilugios elevadores, bien con sillas y plataformas deslizantes, originándose una sensación de estatismo del que, también es cierto, resulta difícil apartar a esta ópera-oratorio. Roberto Abbado no domina este título francés como el repertorio italiano y escenas, como el bellísimo dúo, precisan de una intimidad y sensualidad que se vieron perjudicadas por el excesivo volumen de la siempre brillante orquesta del teatro. Plácido Domingo dirigirá el día 20 para celebrar su cumpleaños un día antes de hacerlo en el palco del Bernabéu.

Muy pocos tenores pueden hoy con Sansón y Gregory Kunde, que últimamente se prodiga con bastante frecuencia por nuestros teatros líricos, es uno de ellos. Cantó bien el dúo, el aria y se lució en los pasajes dramáticos del tercer acto, con cierta flojera en la escena final, donde quiso hacer cosas que no acabaron de salirle. Varduhi Abrahamyan da escénica, que no vocalmente, el personaje de Dalila. Estamos ante una mezzo demasiado ligera para el papel, musical pero falta de graves y centro capaces de reflejar la voluptuosidad a veces requerida. Parecida ligereza vocal presentó el Sumo Sacerdote de André Heyboer, cumpliendo dignamente el Viejo hebreo de Jihoon Kim y el resto del reparto.