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Manuel García, de moda en Madrid

«L’isola disabitata» fue calurosamente recibida por el público
«L’isola disabitata» fue calurosamente recibida por el públicolarazon

Autor: Manuel García. Voces: B. Perles, M. Nogales, J. Franco, C. San Martín. Dirección musical y piano: R. Fernández Aguirre. Dirección de escena: E. Sagi. Teatros del Canal, 13-V-2015.

Manuel García (Sevilla, 1775-París, 1832) está en estas fechas de moda en Madrid. El pasado día 10 la Orquesta Nacional ofrecía varias de sus obras bajo dirección de Christophe Rousset. Al día siguiente era la mezzo Vivica Genaux quien entonaba varias de sus canciones en un sentido homenaje a Teresa Berganza en el Teatro de la Zarzuela. Dos días más tarde llegaba «L’isola disabitata» a los Teatros del Canal. Esta ópera de salón fue compuesta en París por el célebre compositor y tenor apenas un año antes de su fallecimiento sobre un tema literario de Metastasio que ya fue utilizado por Haydn entre otros. Arrinconada en el olvido, fue rescatada curiosamente en la Wake Forest University en 2005 y en 2010 se conoció en el Teatro Arriaga por iniciativa de Emilio Sagi, Rubén Fernández Aguirre y el musicólogo Andrés Moreno Mengibar. La obra también fue escuchada en Santander y Sevilla antes de alcanzar Madrid. La propuesta reúne belleza y originalidad al sustituir por sillas apiladas las rocas de la isla desierta en la que dos hermanas permanecen abandonadas tras haber sido raptados sus acompañantes sin que ellas lo supiesen. La iluminación de Albert Faura, con el azul y blanco como colores dominantes, y el vestuario de Pepa Ojanguren se encargan del resto. La partitura, con momentos de gran intensidad melódica, muestra la influencia de García en Bellini. También está plagada de escalas, arpegios, coloraturas complicadas y de tesituras extremas que García apenas diseñó para dejar el resto a la capacidad de improvisación de los intérpretes. Rubén Fernández ha realizado una concienzuda labor de recuperación para «librar» a los cantantes del albedrío y para que la obra funcione a nuestros oídos, poco acostumbrados a óperas con sólo un piano en el foso, aunque quizá padezca de reiteración en algunos momentos. También la realiza al teclado para apoyar a los cuatro cantantes que han de luchar con las exigencias vocales de García. La soprano Berna Perles puso toda la carne en el asador en su aria final, muy belcantista, y estuvo bien acompañada en los dúos por Marifé Nogales, de voz con mayor frecura, quien también se lució en sus solos. Menor nivel, dentro de la corrección, alcanzaron el tenor Jorge Franco y el barítono César San Martín. En conjunto, una recuperación que señala cuánto queda de García por descubrir y que fue calurosamente recibida por el público.