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Martin Kemp: «Éramos guapos, pero no como para provocar histeria»

De izda, a dcha., Steve Norman, Martin Kemp, Tom Hadley, Gary Kemp y John Keeble
De izda, a dcha., Steve Norman, Martin Kemp, Tom Hadley, Gary Kemp y John Keeblelarazon

Spandau Ballet, fenómeno de los 80, vuelven de gira después de dejar atrás su dramática y filmada separación.

Spandau Ballet fue una de las grandes bandas de pop de los 80, y antes de eso uno de los máximos representantes del «new romantic», género musical dominado por la androginia, el hedonismo y los estilismos imposibles. En 1990 las disputas internas acabaron con el grupo, que en esos momentos se encontraba en un momento dulce. Tras su regreso a los escenarios en 2009, Tony Hadley, Gary Kemp, Steve Norman, John Keeble y Martin Kemp, vuelven con una gira mundial que este mes de junio pasa por Madrid (día 18), Bilbao (19) y Barcelona (20).

–«Soul Boys of the Western World» es un documental muy emocionante que repasa los momentos más problemáticos de la banda. ¿Cómo fue volver al pasado?

–Muy difícil. En los veinte años que estuvimos separados, ninguno había escuchado los pensamientos de los otros sobre la ruptura. Fue la primera vez que oí la versión de la historia de Tony, o la de Steve, de cómo se sintieron. El director nos grabó por separado y le contamos la historia a un micrófono. Hubiera sido diferente delante de una cámara, porque eres más consciente de tu lenguaje corporal, cuidas las palabras. Pero, ante el micro, todos contamos la verdad, como si le estuvieras desvelando un secreto a alguien. El resultado es un filme honesto.

–Tras el primer pase, al descubrir las opiniones sobre la ruptura, ¿cómo fue volver a mirarse a la cara?

–La sensación fue curiosa. Cuando el filme terminó, todos estábamos llorando. Salimos del cine y estuvimos un rato en una esquina de la calle, solos, porque estábamos muy conmovidos.

–En la película descubrimos que usted vivió de forma muy dolorosa la separación. Quedó en medio de los dos bandos en litigio por los derechos de autor y «royalties», un enfrentamiento entre su hermano Gary y el trío formado por Tony Hadley Steve Norman y John Keeble. ¿Resultó duro no tomar partido?

–Fue muy difícil. Era como ver a tus padres divorciarse. Una de las peores épocas de mi vida. No sólo era eso: el mundo a mí alrededor cambió, en ese periodo, pensaba que la banda iba a durar para siempre, y, de repente, me la quitaron. Toda la vida que conocía desapareció. Fue descorazonador ver a mi hermano pasar por todo eso.

–¿Dónde estarían ahora de no haberse separado en 1990?

–Creo que no hubiéramos llegado aquí. La razón por la que seguimos en activo es porque pasamos por esa separación. Creo que es pedirle demasiado a cualquier grupo que siga unido durante 35 años. También creo que haber estado juntos otros 20 ha hecho posible el retorno.

–Los orígenes de Spandau Ballet están relacionados con uno de los clubes más legendarios de Londres, el Blitz, donde nació el «new romantic» en los 70. Ustedes eran clientes. ¿Qué recuerda?

–Era un club muy especial y no abría todas las noches, un paraíso seguro para todo aquel que se quisiera vestir de forma diferente. Para entenderlo hay que saber que viene del punk; cuando eso murió, el cuero negro, «la muerte y destrucción», las cadenas, el «no future», surgió el «new romantic», una corriente que miraba al futuro con optimismo, un espíritu colorido. Fue una cultura juvenil que eclosionó en el Londres de 1979. Y fue, desde luego, un tiempo maravilloso.

–Es curioso que no se haya producido un revival «new romantic».

–Creo que hay algo de ese estilo en la música electrónica, pero es cierto que no existe «revival». Y creo que eso es algo bueno. En los 80, lo más importante era la canción, el «single», de la misma forma que en los 90, el DJ que mezcla muchas canciones a la vez fue el protagonista.

–Uno de los ideólogos del Blitz fue Steve Strange, una personalidad en el pop y la moda británica. Falleció en febrero y usted fue uno de los portadores del féretro.

–Para mí él es la cara de los 80 y del movimiento «new romantic», y era mi mejor amigo. Crecimos juntos, en cierta manera extraña. Formó parte de mi personalidad, me enseñó otra forma de ver la vida. Aún le quiero de forma cariñosa.

–La gente quizá no lo recuerde, pero ustedes fueron una banda de culto que se convirtió en un fenómeno fan.

–Fue un cambio imparable, una de esas cosas que pasan con canciones como «To Cut a Long Story Short» y «The Freeze» aún éramos de culto, un grupo pequeño, pero luego, con álbumes como «True» las chicas se interesaron. La verdad es que no éramos una banda fea, más bien cinco chicos guapos, pero tampoco para crear esa histeria que producíamos en las adolescentes. Para nosotros resultaba muy divertido.

–¿En qué han cambiado?

–Somos mejores músicos, mejores personas, entendemos a la gente... ¿Sabe?, es la experiencia vital, lo bueno de hacerse mayor. Nos tratamos mejor los unos a los otros, pasamos más tiempo juntos como músicos, y nos hemos convertido en una gran banda de directo, mucho mejor que en nuestros inicios.