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Marwan: «No me interesan las etiquetas, me da igual que sea poesía o que sea una lechuga»

Marwan
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Marwan tiene mirada de poeta y rizos de cantautor; y es una cosa y la otra y tal vez mucho más. Un fenómeno, dicen algunos, por el éxito arrollador que ha conseguido desde que irrumpiera en el panorama musical español y también en el literario. Y un tipo diferente que durante mucho tiempo ha trabajado sin el respaldo de un sello discográfico. En su último asalto, donde vuelve a unir la literatura a la música publicando un disco-libro muy especial titulado «Mis paisajes interiores», ha contado con el apoyo de Sony Music. Así que seguro que su éxito se expande aún más. Aunque no hará que él deje ser el de siempre... «Bueno, eso es lo que hay que intentar. Si me hubiese pillado esto hace 15 años, cuando empezaba, pues igual si me hubiese vuelto un poco tuturú, pero vamos, yo trato de mantener mi esencia como compositor y como persona que es lo más importante, porque básicamente es lo único que tenemos».

Marwan empezó a disfrutar de la lectura tarde. Su madre le compraba montones de libros, pero a él parecían no interesarle: «Mi hermano se los leía todos, pero yo los empezaba y, como era muy creativo, no sé cómo explicártelo, era como si enganchara una idea mía a otra del libro y mi cabeza se iba por ahí y dejaba el libro». No lo entendía ni su madre, profesora de literatura, que se desesperaba hasta su adolescencia cuando el chico empezó a interesarse por la poesía y la canción. Por leer y también por escribir. «Lo primero que escribí fue una canción; los poemas, que casi empecé a escribir a la vez, eran más como vomitonas emocionales, mientras que las canciones me las tomé en serio desde el primer día. Tenía dieciocho años. Hace veinte...». Empezó con las canciones y siguió con los poemas. Y con los dos anda triunfando ahora con «Mis paisajes interiores», pero según él, le cuesta más escribir las primeras que los segundos: «Muchísimo más. Es que la canción tiene muchas más limitaciones: la rima, la propia estructura de la canción, la propia duración..., son todo limitaciones. Tú tienes una frase increíble y si tiene una sílaba más que la melodía que has compuesto, por muy bonita que sea, se va fuera porque no entra. En un poema si tengo una frase preciosa se queda, aunque también siga el ritmo del propio poema y de las propias sílabas que me pida. Además en la canción soy mucho más concreto. Si reflexionas o divagas demasiado en una canción pierde musicalidad. En la canción entras a matar y el poema lo puedes ir cocinando poco a poco».

Al final son todo palabras. Unas con música y otras sin ella, pero palabras engarzadas como si fueran piedras preciosas, en composiciones con el sello personal de Marwan. «Yo creo que las letras me han dado más popularidad que la música. Ya me iba muy bien con la música. Llenaba salas como Joy Eslava, pero cuando saqué mi primer libro de repente fue como ¡bum! Hay gente que ni sabe que canto y que empezó a seguirme a través del libro». Y era poesía. Ya tiene mérito. Su voz, junto con la de algunas jóvenes y ya reputadas figuras, supone la recuperación de un género, pero además deja al descubierto el fantasma de la melancolía de su niñez: «Yo era un niño alegre en el trato con la gente, pero dentro de mí había como un río de melancolía y de tristeza que me acompañaba siempre y supongo que me seguirá acompañando. Sentía que no me querían cuando confrontaba con alguien o me reprochaban cualquier cosa, enseguida me sentía rechazado». Tal vez por eso empezó a cantar, para sentirse querido, aunque me pregunto si también para ligar, como siempre confesaba Serrat. «Pues yo creo que algo de eso hay. Aunque, ¿sabes qué pasa? Que yo en algunas facetas soy un caradura, pero en otras soy muy ingenuo. Cuando empezaba con la guitarra a componer tenía novia, con lo cual no ligaba ni me daba cuenta de las señales de ligar. Y la gente me decía: “Es que te tienes que poner morado con la guitarra”, y yo: “¡Pero, qué dices, tío! ¡No se liga nada con la guitarra!”. Luego, con el tiempo, me di cuenta de que sí se ligaba con la guitarra, pero no lo hice por eso ¿eh?». Fuera por lo que fuese, el resultado es que Marwan se convirtió en una estrella. Y no solo en España. También en Latinoamérica, donde van a verle a cualquier sitio cientos de seguidores. «Sí pero siempre he ido muy poco a poco. He ido muchas veces a Latinoamérica y claro, ahora que ya funciona bien Instagram, pues subes tu foto con 200 o 300 y dices “este es un fenómeno”, pero he ido a Argentina a lo mejor ocho veces y las primeras no venía ni Dios a verme. Vamos, unos pocos amigos, o los amigos de los amigos y ya. Así ha sido mi trayectoria desde el principio. He ido sumando poquito a poquito».

Desde sus inicios, marcados por Serrat y Silvio, pero sobre todo por Ismael Serrano, que le hizo empezar a componer, han pasado muchas cosas. Maquetas cutres y otros episodios hasta llegar a este disco que parece tener una calidad sonora mucho más contundente. «Yo soy cantautor, pero tengo canciones muy enérgicas, además de baladones, y me encanta que las enérgicas suenen súper enérgicas. No por ser cantautor me gusta que la música esté bajita y la voz a todo meter. En este disco la voz sigue súper presente, pero la música acompaña con mucha fuerza». La fuerza de sus letras llenas de contenidos universales, pero con poca política, tan frecuente en el discurso de los cantautores: «Hablo de muchos temas sociales en un par de canciones, pero no hago exactamente reivindicación política. Tampoco hablo de religión porque, aunque me considero muy espiritual no soy religioso». Lo que es, repito, es un fenómeno, aunque pertenezca a esos nuevos autores de gran consumo popular que algunos no acaban de considerar poetas. «No pasa nada, los entiendo. Y me da igual la etiqueta, ¿sabes? Alguna vez sí me ha molestado por la falta de respeto y las barbaridades que dicen, pero luego siempre me digo que, en el fondo, me da igual que sea poesía o que sea una lechuga, te lo digo en serio... ¡Esto es un gran titular para poner!». Pues, sea...