Santander

Pérez Floristán, un ganador con todas las de la ley

Crítica de clásica. XVIII Concurso de Piano «Paloma O’Shea». Obras: Chopin, Prokofiev, Rachmaninoff y Beethoven. Intérpretes: Finalistas del Concurso. Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Pablo González. Palacio de Festivales de Cantabria, Santander, 3 y 4 de agosto de 2015.

El pianista sevillano Juan Pérez Floristán, tras ser nombrado ganador del XVIII Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O´Shea
El pianista sevillano Juan Pérez Floristán, tras ser nombrado ganador del XVIII Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O´Shealarazon

A Santander llegaron 20 pianistas en el Concurso Internacional «Paloma O’Shea», el de mayor relieve y difusión en España, con XVIII ediciones. A las semifinales accedieron tres españoles, pero Cano Smit y Barahona, cayeron en esa fase. A las finales llegaron Pérez Floristán, dos coreanos, dos japoneses y un chino.

Cada finalista exhibió un talante y un modo estético distinto. Kazuya Saito, de Japón, 25 años, dio todas las notas del «Concierto nº 3» de Prokofiev: es una máquina de tocar, de virtuosismo imparable. Aparentemente más poético y soñador, con caras de arrobamiento, el otro japonés, el simpático Akihiro Sakiya, de 28 años, se enfrascó en el «Concierto nº 5, Emperador» de Beethoven. El chino Jianing Kong, 28 años, Tercer Premio, optó por el anterior Concierto de Beethoven, el 4º: su pulsación es sólida, el estilo elegante, y el fraseo encomiable. El coreano David Jae Weon Huh, 28 abriles, Segundo Premio, planteó el segundo «Concierto 3» de Prokofiev: sin la capacidad técnica del nipón Saito, pero dijo cosas hermosas y bien cinceladas en el tiempo central y en la segunda sección del Finale, es decir, interiorizó la pieza. El coreano, Jinhyung Park, 21 años, interpretó el «Concierto nº 1» de Chopin: lo hizo con calma oriental, y recreó la obra con un sentido primigenio de la belleza.

Pérez Floristán fue ganador, algo que no sucedía desde la victoria de Josep Colom en 1978. Floristán eligió el «Concierto nº 2» de Rachmaninoff: le pudo faltar presencia para dominar de arriba abajo una obra que el compositor escribió para sí pero extrajo todo el lirismo y la nobleza de los pentagramas, echando fuego al asador cuando hizo falta. El español ganó con todas las de la ley: ya era hora...