Música

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Sopa de Cabra, la memoria colectiva

La icónica banda catalana regresa a Madrid dos décadas después, tras superar diez años alejados de los escenarios para presentar «Cercles»

Sopa de Cabra, la memoria colectiva
Sopa de Cabra, la memoria colectivalarazon

La icónica banda catalana regresa a Madrid dos décadas después, tras superar diez años alejados de los escenarios para presentar «Cercles»

Tres generaciones de catalanes cantan sus canciones. Formados a mediados de los 80 en Gerona, en su «terra» no necesitan ninguna presentación. Sopa de Cabra querían ser los Rolling Stones del rock en la lengua de Ramon Llull, y su primer éxito llegó cuando habían decidido separarse. «Íbamos a dar nuestro concierto de despedida pero pensábamos que era bueno grabar una maqueta que dejase constancia de las canciones que habíamos estado tocando por pueblos de la comarca muchos años. Y la grabamos en el estudio que tenía un carnicero mientras su mujer nos vigilaba por la cámara, porque parece ser que un grupo de heavis antes que nosotros le había robado el género. Total, que lo hicimos y la vendimos nosotros mismos y fue un éxito tremendo. Y el concierto que iba a ser de despedida fue masivo», cuenta Gerard Quintana, vocalista de la banda, quien conserva la melena intacta 30 años de carrera después. Se dice que se vendieron más de 9.000 de aquellas cintas y que no lo pudieron dejar. Hace 20 años que Sopa de Cabra no actúan en Madrid. El próximo jueves, en la Joy Eslava, celebran el pasado y las nuevas cancione sde «Cercles», su último trabajo (2016).

- Madrid Rock

«La elección de Madrid no es casual. Para nosotros, que éramos un grupo de comarca, crecido al margen de la modernidad de Barcelona, y aunque cantásemos en catalán, a veces nos sentíamos más cerca de Madrid por su actitud más rockera. Grupos como Radio Futura, Nacha Pop, Leño, Tequila y Los Rodríguez eran nuestros referentes. Volver allí es emocionante», cuenta Quintana, que todavía recuerda el concierto de la Plaza de las Ventas en el que actuaron junto a Primal Scream y Red Hot Chilli Peppers. «No fue fácil permanecer en el escenario, pero nosotros, a diferencia de Primal Scream, no necesitamos que saliera el promotor a defendernos», cuenta en recuerdo de un público bastante pasado de revoluciones que únicamente quería escuchar los temas del mítico «Blood, Sugar, Sex, Magik». Sin embargo, ninguna discográfica quiso editar la maqueta «best-seller» y «terminó por aparecer en el sello de una orquesta de baile, La Salseta de Poble Sec», gracias a que el contexto era un poco más favorable. «Sí, Barcelona vivía un ataque de rumba y ellos alucinaron de que tuviéramos semejante tirón en casa y no nos conociera nadie», cuenta el vocalista. «Con la ayuda de Quimi Portet, actuamos en aquellos años en un concierto en el Estadio Olímpico con Tina Turner, a beneficio de Greenpeace, pero a pesar de que tuvimos más éxito tambiénfue un momento delicado para nosotros», explica. Llegó el momento de la normalización lingüística, y Sopa de Cabra editó el que todavía es el disco más vendido del rock en catalán, «Ben endins». Hasta ese momento, parecía imposible hacer rock en esa lengua, que quedaba más para la «cançó» y la recuperación de poetas. Sin embargo, llenaron el Sant Jordi junto con Els Pets y Sau. Fue un hecho histórico, pero para algunos no era suficiente. «Quizá por no alinearnos entonces con la causa más nacionalista se nos acusó de traidores. ‘‘La sopa extranjera provoca vomitera’’, nos decían. Pero para nosotros era natural cantar en castellano, catalán e inglés. No sé, puede que fuera la euforia preolímpica, pero estábamos en tierra de nadie, mucho antes de que a Barcelona llegase el mestizaje de Manu Chao, Ojos de Brujo, Dusminguet y compañía. Pero ahora es un momento completamente distinto», matiza Quintana. Incluso en su época también molestó un himno como «L’Empordà». «Sí, porque nosotros queríamos llevar el catalán a las expresiones más populares, a la calle, no sólo al refinamiento poético. Y hoy parece lo normal, pero entonces no se entendió bien. Ese tema surgió como una broma, porque vimos que Bruce Springsteen hablaba de Ashbury Park como si fuera un mito y nosotros pensamos en hacer mítico también nuestro entorno, aunque no sea territorio yanqui. Pero no era lo ortodoxo y no se entendió. Fue un camino que nos tocó hacer a nuestra generación», explica. Sopa de Cabra pararon hace más de una década por una maldición en forma de cáncer de dos de sus miembros. «Se ha explicado como una lucha de egos y es cierto que hubo algún roce, pero provocado más bien por una pérdida de equilibrio interno». Volvieron. Llenaron el Palau Sant Jordi tres noches seguidas, casi 80.000 personas. «Cuando volvimos, no sabíamos el lugar que ocupábamos en la memoria de la gente». Ahora ya lo saben: «Fue increíble».

No a los puristas

Quintana se ha manifestado en alguna ocasión a favor de la independencia de Cataluña. ¿Es imposible el entendimiento? «Bueno –dice despacio–, yo creo que hay cosas que no se han hecho bien y que hay que llegar a un nuevo acuerdo. Parece que se hubiera creado una distancia insalvable pero pienso que la mayor parte de la gente puede entenderse. A mí me han pegado de los dos bandos y por eso pienso que los puristas no pueden hablar solos de este tema. Yo me he rebelado a que cuando se habla de la música catalana se ponga el catalán por delante de la música, por ejemplo. Los grupos que cantan en castellano también son catalanes».

- Dónde: Sala Joy Eslava. Madrid. Calle Arenal, 11

- Cuándo: jueves, 27. 20:00 horas.

- Cuánto: 20 euros anticipada