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Toni Zenet: «El día que enseñaban a decir ‘‘no’’ en la escuela, falté»

Toni Zenet / Músico. Publica «Si sucede, conviene», un álbum más diurno, marcado por un cambio de hábitos, y que presentará en Madrid

Toni Zenet
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Publica «Si sucede, conviene», un álbum más diurno, marcado por un cambio de hábitos, y que presentará en Madrid

Toni Zenet abre capítulo vital. Ya estaba cansado del olor a humo y los ceniceros llenos, de los vapores de la noche impregnados en la ropa. Llevaba cuatro años sin publicar un disco, pero aclara que «por medio no ha parado de actuar» y que incluso ha desembarcado en México. «Llegué a pensar que me había quedado tonto y que no me saldría ni una línea, pero todo fluyó y las canciones salieron solas», explica. El resultado es «Si sucede, conviene», que presenta el 28 de septiembre en Madrid y el 24 de noviembre en Barcelona.

–¿Cuál era el punto de partida?

–Antes componíamos en los bares de los amigos cuando estaban limpiando por la mañana, que nos prestaban el lugar para estar allí, y salían temas que yo veo que son muy del sabor de la noche. Para este disco hemos compuesto de día, después de dormir bien y tomar un desayuno muy sano. También es cierto que hay una serie de armonías muy zenetianas, pues para éste he tratado de cambiar de zona, meterme en la armonía cubana, aprovechando que tenemos esta sección rítmica tan potente. Unos temas más de bailar que invitasen a la alegría y salir del drama y la afectación.

–Hay ritmos de fuera de sus coordenadas geográficas.

–A veces no me identificaba con lo que estaba cantando. El punto de partida fue una bossa nova sobre los recuerdos de lo que hemos visto películas de cowboys. Yo iba siempre con los indios, y quería que perdiesen los buenos. ¿Cómo es posible que digan que son buenos con lo que machacan? Y de esos recuerdos, de una declaración dulce de intenciones surgió todo. Yo no veía esa canción para mí, pero me fui identificando con ella, haciéndola mía, incorporándola a mi ideario. Zenetiana puede ser todo, pero si lo llevo a mi terreno.

–El tono es más luminoso.

–Estoy en otro punto vital, menos en la noche. Bueno, menos es nada. Antes ocupaba buena parte de mi vida y ahora hago deporte por las mañanas: es un ciclo nuevo que me ha servido para encontrarme a mí mismo. A veces te acostumbras a algo y no te das cuenta porque te lleva el mundo de la música. El punto de encuentro con cualquier compañero es a las doce de la noche para hablar de un proyecto, por ejemplo. Pero si lo fuerzas, lo puedes llevar a la mañana, y salen las cosas de otra manera. Mi vida es más tradicional.

–¿Qué es más productivo? ¿Qué da mejores frutos?

–Hay un mito en cuanto a la inspiración la noche y las sustancias. Hace poco he estado releyendo «Inquisición de la poesía», de Celaya. Pocos le conocen como ensayista, y aquí habla de la sustancia y la inspiración, y niega que te ayuden. Como decía Picasso, lo suyo es que te pille trabajando. La noche tiene lo suyo, pero el día es mucho.

–Muchos escritores dicen que cuando uno está colocado y escribe algo le parece maravilloso, y cuando lo lee al día siguiente le parece una soberana estupidez.

–Desde luego. Y a niveles de grabación también. Es que la voz por la mañana está mejor que después de comerse unos callos, porque todos los resonadores del cuerpo se llenan. Pero claro, los estudios de grabación por la noche salen más baratos y aparecen las sustancias, y al final, por la mañana, te lo vuelves a pensar.

–¿Qué le hizo cambiar?

–Te das cuenta de que es incompatible con la familia. Y hay personas como yo que nos cuesta decir que no. Estás inmerso en la noche y te invitan por aquí o a una presentación... El día que enseñaban a decir «no» en la escuela, ese día falté.

–Por eso va la idea de «Si sucede, conviene».

–Sí. Esa frase me han dicho que si es venezolana o argentina, pero a mí me la dijo un cubano cuando estábamos en una grave contrariedad. Nos quedamos tirados en algún sitio y algo pasó y me cabreé muchísimo. Y esta persona me dijo esta frase como una forma de no «fajarse» como dicen ellos, de no «coger lucha». Son una cultura con sonrisa y no debemos perderla.

–Y aceptar las cosas como vienen.

–Sí, en castellano decimos que algo «no está de Dios». El universo guarda una razón que nosotros desconocemos.

–Habrá quien diga que hay cosas que pasan que son una tragedia...

–Bueno, hay que pensar en ello. A lo mejor a primera vista no encuentras el beneficio, pero luego lo hallas.

–¿Y lo que nos pasa como sociedad?

–A todos nos afecta. Estamos ramificados. Pero en eso hay que aceptar lo que somos. No coger lucha tampoco. Somos pequeñas bacterias y, si nos miras muy de arriba, te preguntas qué son cuatro años de Gobierno. Hay que ver la fase histórica y el conjunto de la evolución humana. Había mucha esperanza entre 1900 y 1920 ante la llegada de un nuevo ser humano sin límites. Resplandeciente. Los pensadores soñaban con esa mente nueva, pero parece ser que ya no.

–También pinta cuadros.

–De toda la vida. En mi casa, mi padre lo hacía, siempre he visto un caballete en casa, y recuerdo el olor de las pinturas y todo. Aunque no sé si eso influye, porque mi hijo me ve hacerlo pero le tengo que ayudar con los trabajos del cole porque no tiene mucha mano (risas).

–¿Canaliza otras emociones?

–Claro, es totalmente diferente. Lo haces solo, en silencio, y para eso sí que es buena la noche, porque no suena el teléfono. Todo el mundo duerme y tienes un diálogo bueno con el cuadro. Muchas veces abordo el lienzo sin ideas previas, de una forma muy libre, y en eso se parece a una letra de canción. Haces una forma o arquitectura y después, cuando la tienes, trabajas con la emoción. La armonía o los colores. Las sensaciones. Los errores que sirven para aprovechar. Estoy muy de acuerdo con el arte bruto y Dubuffet, que decían que el error puede ser una buena puerta de entrada a otros lugares.

El lector

«Leo toda la prensa. Hay días que, si puedo, tres periódicos. Y cuando viajo, compro todos porque tengo tiempo. Me detengo en la política, los deportes y hasta en la economía, del principio al final. Y me gusta la prensa en papel, no soy de los del digital, aunque hay vídeos que son interesantes. Estoy al día de lo que pasa. No me afecta a la hora de escribir, pero sí a la hora de pagar impuestos, porque eso te afecta como empresario. Lo único que podemos hacer es expresar de manera honesta y sincera nuestras necesidades», asegura