Crítica de cine

No hay superhéroe pequeño

La Razón
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Director: Scott Derrickson. Guión: R. Cargill, T.D. Donnelly, J. Oppenheimer. Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams. EE UU, 2016. Duración: 115 min. Fantástico.

El arrogante neurocirujano Stephen Strange (un irónico y fabulosamente insoportable Benedict Cumberbatch) sufre un terrible accidente de tráfico que destroza sus manos, lo que le impide realizar lo único que realmente le importa en esta vida, tipo fatuo y egoísta como no se han visto demasiados. Hundido en la miseria y ansioso por curarse, viaja hasta Oriente para descubrir el mundo oculto de las dimensiones mágicas gracias a una ambigua y excepcional maestra que encarna Tilda Swinton para fastidio de numerosos fans intratables, porque en la historia original se trataba de un señor aunque igualmente calvo. Un lío importante, en fin, sobre leyes astrales, el atractivo concepto del multiverso, las realidades espejos y una capa con vida propia y bastante sentido del humor, igual que el dueño. La adaptación del cómic creado por Stan Lee (el nonagenario, genial artista no falla tampoco esta vez en su cameo correspondiente) y Steve Ditko durante la década de los 60, protagonizado por un personaje secundario, al cabo, de la factoría Marvel, rezuma empaque, inteligencia y encanto «vintange» una vez superados esos endiablados embrollos sobre los que se sustenta la historia, que esto es un tebeo y lógico que un humilde mortal no se entere de casi nada. Aunque no hablemos de superhéroes mayores, el atractivo a lo«House» del Doctor Extraño, cuyas sienes acaban tan plateadas tras la metamorfosis del personaje como las que lucía Obama apenas meses después de comenzar mandato, la sabiduría se paga, funciona y no merecía menos que un villano a la altura de las circunstancias. Nos referimos al oscuro y pérfido Kaecilius (y quién mejor que Mads Mikkelsen, menudo buen actor con cara de mala leche), un tipo poseedor asimismo de poderes inauditos ansioso de eternidad sin fin y quien cree que «el tiempo y la muerte son un insulto» para nosotros, ingenua humanidad, que nunca nos enteramos de nada. Las escenas de acción (sobre todo, aquellas que transcurren en «exteriores», en Nueva York, Londres, en medio de la galaxia) resultan portentosas; el 3D, apabullante, parece que estén en medio de la sala, y los ya clásicas escenas después de los larguísimos títulos de crédito, muy probablemente un guiño de la Marvel sólo para los paladares «frikis» de críticos y admiradores acérrimos, hacen presagiar una larga vida a este flemático Doctor Extraño y no precisamente junto a muy malas compañías. Un corte con bisturí fino.

Lo mejor

La cinta posee excelentes escenas de acción y tal encanto «vintage»...; gracias por todo, señor Lee

Lo peor

Que haya quien esté ya un poco cansado del universo Marvel y le dé pereza ver la película