Estreno

Pablo Berger le hipnotiza

Su nueva cinta, que se estrena el viernes, es una comedia que no se puede tomar ni a risa ni a broma. El director cambia radicalmente de registro y vuelve a trabajar con el mismo equipo.

Pablo Berger, durante el montaje de «Abracadabra», que llega a los cines esta semana
Pablo Berger, durante el montaje de «Abracadabra», que llega a los cines esta semanalarazon

Su nueva cinta, que se estrena el viernes, es una comedia que no se puede tomar ni a risa ni a broma. El director cambia radicalmente de registro y vuelve a trabajar con el mismo equipo.

La filmografía de Pablo Berger (Bilbao, 1963) es inusualmente corta, pues se reduce a tres películas en los más de 25 años que lleva en la profesión. Al igual que muchos otros, comenzó su carrera en el mundo del corto. Su estreno fue «Mama» (1988), para el que contó con la ayuda de Álex de la Iglesia en el diseño de producción, cuya buena acogida le permitió obtener fondos para realizar estudios de cine en Nueva York. No fue hasta 2003, cuando estrenósu ópera prima: «Torremolinos 73», una comedia coproducida con Dinamarca, que cuenta la historia de un matrimonio español que, ante las dificultades económicas, decide grabar películas eróticas en Super 8 y exportarlas a los países escandinavos bajo la apariencia de enciclopedias sobre la reproducción. Con ella, consiguió cuatro nominaciones a los Goya y comenzó a hacerse un nombre en la industria. No obstante, hubo que esperar nueve años más para su siguiente filme, «Blancanieves», con el que obtuvo un enorme éxito. Su versión libre muy española del cuento de los hermanos Grimm, muda y en blanco y negro, le permitió ganar diez premios Goya, incluidos mejor película y guion original, y obtener el reconocimiento de crítica y público a nivel internacional. Ahora, cinco años después, regresa con su tercera película: «Abracadabra». «Entre mis películas ha pasado mucho tiempo. Mis dos primeros trabajos iban contracorriente y encontrar financiación resultó bastante complejo. Trasel éxito de “Blancanieves”, con “Abracadabra” ha sido diferente, pero aún así, soy un director de embarazos muy largos. Me gusta cocinar a fuego lento. Para mí una película es como un iceberg, lo que se estrena es la punta, pero necesito construir, documentarme, ver, reflexionar y darle tiempo, y sobre todo también me gusta hacerlas en libertad y con mi equipo», asegura el director.

Si se habían hecho una idea de cómo podría ser su siguiente filme tras ver «Blancanieves», olvídense. Con «Abracadabra» Berger da la razón a aquellos críticos que le definen como «inclasificable»: «Me gusta descolocar, me gusta tomar riesgos. Necesito que mis filmes sean un reto. No me gusta acomodarme. Soy un romántico e intento hacer cada vez algo diferente de lo anterior», afirma. En el último, definido por su creador como «una ruleta rusa de géneros», el espectador se va a encontrar con una comedia, que incluye elementos de drama, terror, thriller, fantasía, cine social y hasta escenas características del musical. Un «totum revolutum» que tiene como objetivo «sorprender al espectador e hipnotizarle». Cuenta la historia de Carmen, un ama de casa del madrileño barrio de Carabanchel, que está casada con Carlos, un gruista que no le hace caso y que vive por y para el Real Madrid. Sin embargo, cuando en la boda de su sobrino Carlos se presta de voluntario para fastidiar el espectáculo de Pepe, primo de Carmen e hipnotista aficionado, resulta poseído por un espíritu con un comportamiento opuesto a él: servicial, cariñoso con su familia y atento con su esposa, lo que genera en Carmen sentimientos encontrados que se irán recrudeciendo a medida que avanza la investigación que ha iniciado con su primo para descubrir quién ha tomado el cuerpo de su marido.

Según cuenta el director, el detonante de la historia surgió 30 años atrás en una discoteca cuando un amigo suyo salió de voluntario en un acto de hipnotismo para boicotearlo y cayó completamente fulminado al grito de «Abracadabra». Sin embargo, esto es solo el germen, pues la película va mucho más allá y nace como reacción a todo lo que había supuesto su anterior obra: «Tras el éxito de “Blancanieves” sufrí una crisis postparto. Así que lo que hice fue poner sobre la mesa guiones acabados e inacabados y escaletas y vi cuál era el más diferente de esta. Me di cuenta de que ‘‘Abracadabra’’ sería el elegido. Si la anterior es un melodrama en blanco y negro y silente, el filme actual contenía comedia, llena de color y muy ruidosa. Eso sí, quería utilizar el mismo equipo técnico y artístico y la misma productora, porque si nos había dado tan buenos resultados no veía por qué no repetir», comenta.

Una fábula moderna

Bajo la apariencia de comedia, el filme abarca temas muy serios que en ocasiones son tabú, como la violencia de género, el machismo, o las enfermedades mentales, aunque «desde el mayor respeto», subraya. «Quiero que el espectador pase un rato divertido, pero también que le haga pensar. Me gustaría que al salir de la película no solamente diga, cuánto me he reído, sino que se cuestione lo que ha visto», declara Berger, que continúa: «Tengo una relación de amor-odio con este país. Vivimos anestesiados por el fútbol y por la televisión, y la violencia doméstica todavía sigue siendo un problema de rabiosa actualidad. “Abracadabra” de alguna manera son un reflejo en un espejo deformante de nuestra sociedad». Asimismo, la película retrata también la estética de los barrios del extrarradio de la capital, a través de los ojos del diseñador de vestuario Paco Delgado y el director de arte Alain Bainée, colaboradores habituales del realizador, que según Berger realizan «una fábula moderna» sobre un Madrid que normalmente se deja de lado. Para el papel de Carmen, el director repite con Maribel Verdú, su actriz fetiche, a la que califica como su amiga, su musa y su cómplice y «la mejor actriz española de su generación. Es dúctil, de tripas, que le gusta correr riesgos y además le encanta ir a trabajar cada día. Lo que ha hecho aquí es algo único», apunta.

Carlos, su marido, está interpretado por Antonio de la Torre, un actor con el que siempre había querido trabajar, pues «es historia del mejor cine reciente español» y con el que se ha entendido de maravilla. «Me he encontrado con una persona perfeccionista, que puede destrozarte en una secuencia dramática, pero te puede hacer reír en la comedia», le define. Para el último componente del trío protagonista, el director bilbaíno se ha decantado por José Mota, a quien califica como un «Buster Keaton ibérico»: «Espero que sea la gran oportunidad para que pueda ser parte de nuestros grandes actores del cine. Lo que hace aquí es muy difícil porque sigue un dogma: menos es más. Con muy poquito te produce una gran ternura y un montón de risas».

Una lotería para José Mota

Cuando José Mota (Montiel, 1965) recibió la propuesta de Pablo Berger sintió que le «había tocado la lotería. Te llama un cineasta de culto como él y te propone formar parte de su última creación... Fue un regalo», afirma. Eso sí, el actor confiesa que la primera vez que leyó el guión se quedó «absolutamente desconcertado» y no fue hasta después de una segunda lectura cuando comprendió la complejidad de su personaje y la profundidad de la historia, «una fábula que desglosa cosas durísimas como el maltrato o la esquizofrenia, pero siempre desde el respeto absoluto. Solo una persona como él es capaz de hilvanar una historia tan tremenda, con secuencias que aparentemente parecen auténticos disparates y que, sin embargo, luego tienen una coherencia absoluta», asegura. Mota interpreta a Pepe, el primo de Carmen e hipnotista aficionado que origina toda la trama, tras una fallida sesión de hipnosis. «Es un personaje ambiguo y frágil. Un niño atrapado en el cuerpo de un adulto. Vive en un mundo que se ha creado de confort y protección, pero donde él se proyecta con firmeza y seguridad es en la hipnosis porque ahí él manda», le define. Con esta cinta, Mota regresa al cine con un papel importante tras «La chispa de la vida» (2011), alejado de su faceta cómica y que Berger quiere subrayar: «Por desgracia, en España hay muchos prejuicios con los actores cómicos de la televisión. José Mota es un gran actor y punto. Solo había que darle una oportunidad más», asegura.