Casa Real

¿Quién fue el padre de la Infanta Eulalia de Borbón?

La agitada vida sexual de la reina Isabel II y las dudas en torno a que su progenitor fuera Francisco de Asís, como se dijo oficialmente, aumentan las posibilidades del caso

Eulalia de Borbón escribió que a su verdadero padre le apasionaba el mar
Eulalia de Borbón escribió que a su verdadero padre le apasionaba el marlarazon

La agitada vida sexual de la reina Isabel II y las dudas en torno a que su progenitor fuera Francisco de Asís, como se dijo oficialmente, aumentan las posibilidades del caso.

La paternidad de la infanta Eulalia de Borbón, hija de Isabel II y tía carnal del rey Alfonso XIII, ha sido objeto de especulaciones desde su mismo nacimiento en el Palacio Real de Madrid el 12 de febrero de 1864. Si algo sabemos con certeza absoluta es que su verdadero progenitor no fue el rey consorte Francisco de Asís, a quien apodaban «Paquita» en las cortes europeas por razones obvias; existen, eso sí, fundados indicios sobre quién pudo serlo. Lo mismo que sus hermanas Pilar y Paz, infantas también, Eulalia vino al mundo en ese intervalo de tiempo –entre el 20 de abril de 1859 y el verano de 1865– en que Miguel Tenorio de Castilla fue secretario particular de la reina y amante suyo. Pero Eulalia, al contrario que Paz, jamás manifestó que su padre fuera él, ni se conoce documento alguno que lo pruebe. ¿Significa eso que no lo fuera? No, necesariamente.

El propio Alfonso XIII, nieto de Isabel II, reveló a la princesa Alicia de Coburgo, prima hermana de Victoria Eugenia de Battenberg, que «el papá de la infanta Eulalia, la hija menor de Isabel II, había sido uno de los guardias de la reina». Así se lo contó a la princesa, en una carta, el historiador británico Theo Aronson. El testimonio de Alfonso XIII concuerda con la siguiente revelación que hizo su tía Eulalia al periodista Ramón Alderete, secretario del infante sordomudo Jaime de Borbón y Battenberg, padre a su vez del duque de Cádiz: «Sabe tan bien como yo que al rey [Francisco de Asís] no le gustaban más que los hombres y que, en consecuencia, nunca ha tenido hijos... Yo creo, y me gusta creerlo, que soy la hija de un hermoso capitán de las escolta real, con el que mi madre tuvo algunas debilidades...». De su respuesta se desprende con claridad que ni la propia Eulalia sabía a ciencia cierta quién era su padre; aunque estuviese convencida, eso sí, de que no lo era el rey Francisco de Asís.

Tampoco lloró ella la muerte de su padre oficial, como admitió en sus memorias: «No agitó ninguna cuerda del sentimiento en nuestros corazones... Ni un recuerdo, ni un simple detalle que se tiñera de emoción... Nada le unió a mí... Habíamos sido ajenos el uno al otro». Eulalia concluía recordando sus bellas manos que nunca fueron paternales para ella, y su fina voz, que tampoco le dedicó palabras de cariño.

Siglo y medio después del nacimiento de Eulalia, sigue siendo en parte un enigma la identidad de su progenitor, pues ni la propia Isabel II supo con certeza absoluta quién fue el padre de su última hija. Y es que, en cuestión de amores, «Isabel II solía embrollarse con las matemáticas», como dijo, irónico, el experto en dinastías europeas Juan Balansó.

¿ADN marítimo?

Por otra parte, la historiadora Ana de Sagrera, amiga de Eulalia en el ocaso de su vida, contó a Balansó, delante de un testigo, que cierto día la anciana infanta, durante uno de sus paseos por la playa, se quedó ensimismada mirando el mar, respiró hondo y le comentó: «Me gusta tanto la mar... ¡Cómo se nota que soy hija de marino!». La propia Eulalia confirmó esa misma afición en sus memorias: «Heredé de mi padre el gusto por la mar». Pues bien, ni a Miguel Tenorio, ni mucho menos a Francisco de Asís les agradaba el mar hasta el punto de convertirlo en una profesión vocacional. A este último le asustaba tanto, que cuando la Familia Real tuvo que ir en visita oficial a las Islas Baleares, la travesía en barco supuso para él un auténtico calvario durante el cual vomitó una y otra vez.

Existe, finalmente, un indicio que vincula a la infanta con Miguel Tenorio de Castilla. No es otro que su propio nombre: Eulalia. ¿Por qué llamaron así los reyes a su hija pequeña, si no existía constancia alguna de ese nombre hasta entonces en la genealogía de los Borbones de España? ¿Pudo tener algo que ver el hecho de que Miguel Tenorio fuese gran devoto de Santa Eulalia, tan popular y venerada en su pueblo natal de Almonaster la Real?

Precisamente allí, en la provincia de Huelva, rodeada de jarales y viejas encinas, permanece hoy impasible al tiempo la ermita de Santa Eulalia, declarada Monumento Histórico-Artístico por Juan Carlos I en abril de 1976. Con razón, la infanta Eulalia aseguró que los Borbones no estaban en condiciones de presumir de sangres absolutamente puras...