Historia

Fotografía

¿Quién dice que esta mujer es la compañera de Robert Capa?

Una fotografía subida a Twitter por el hijo de un médico de las Brigadas Internacionales despierta un apasionado debate sobre la que podría ser la última imagen de la fotoperiodista, fallecida el 26 de julio de 1937 mientras documentaba la batalla de Brunete.

¿Quién dice que esta mujer es la compañera de Robert Capa?
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El 25 de julio de 1937, Gerda Taro huía del infierno de Brunete. La carretera hacia Villanueva de la Cañada era un caos de tropas republicanas en desbandada, coches, blindados, ambulancias, camiones... Había estado toda la mañana haciendo fotos y, en su marcha, Gerda no cesa de mirar atrás para seguir disparando su cámara. Serán sus últimas imágenes.

Ella y su pareja Endre Friedmann publicaban sus fotografías bajo el seudónimo común (aunque asociado luego solo a él) de Robert Capa, célebre tiempo después por la escena captada en «Muerte de un miliciano», la imagen más icónica de la Guerra Civil, que tradicionalmente se ha atribuido al famoso fotógrafo de origen húngaro, fundador de la agencia Magnum, y cuya autoría se especula que pudiera corresponder en realidad a la joven alemana.

En los primeros días de ese mes de julio ambos coinciden en Valencia con Ted Allan, que ha viajado a España como reportero, aunque su primera intención fuera enrolarse en las Brigadas Internacionales. Capa se queda un día y antes de viajar a París le pide a Allan que cuide de su chica, de la que el canadiense no se separa hasta su trágica muerte, tras ser herida aquella fatídica mañana en la que la ofensiva republicana se viene abajo con estrépito.

Es en esa fuga hacia la retaguardia cuando un tanque republicano descontrolado golpea el Chevrolet Matford negro en cuyos estribos iban Gerda y el propio Ted. Ella queda malherida debajo de aquel carro, un T-26 ruso, y muere de madrugada en un hospital de El Escorial. Ted Allan se salvó y contó en una novela, «Otro mundo es posible», aquella breve historia de amistad –aunque él se enamoró perdidamente de la joven aventurera– en plena guerra, cuyo desenlace cuenta desde ayer con un documento excepcional pendiente de verificar. Podría tratarse de la última imagen de Gerda Taro, agonizante o ya muerta, en una camilla del hospital de la sierra donde su cámara se apagó para siempre, seis días antes de haber cumplido 27 años.

Pero, ¿de dónde ha salido este supuesto retrato del último instante de la fotoperiodista? «Acabo de encontrar esta fotografía de un joven doctor de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española en 1937, mi padre», publicó en su cuenta de Twitter el pasado martes John Kiszely. Veterano de guerra afincado en Oxford (Reino Unido), Kiszely la guardaba desde hace décadas. «Cuando murió mi padre hace 30 años, los médicos amigos suyos que habían estado trabajando en la XV Brigada Internacional organizaron una reunión. Yo asistí y uno de ellos, cuyo nombre creo era Reg Sexton, me dio la foto. Obviamente para mí el protagonista era mi padre. No reparé en la mujer ni tampoco en el escrito que había detrás de la imagen. La metí en una caja con más imágenes familiares. Y cuando hace unos días la volví a ver por curiosidad, pensé que sería buena idea publicarla en Twitter. Jamás me podía imaginar todo lo que iba a venir después», explicó ayer a LA RAZÓN.

Más copias de la foto

Un usuario de Twitter dio la voz de alarma: podría ser Gerda Taro. Y empezaron a atarse cabos. La clave está en el reverso de la instantánea, donde se lee: «Frente Brunete Junio 37 (en Torrelodones) Mrs Frank Capa Killed at Brunete». Lo cierto es que la fotografía ya fue publicada en un libro llamado «Sanidad en las Brigadas Internacionales» con el pie: «John Kiszely, médico húngaro, atendiendo la cara a un herido en la sala de recepción del hospital de El Escorial convertido en Hospital de Guerra. Batalla de Brunete». Para Kiszely, «pueden existir más copias de la fotografía y que cuando se tomara ya se supiera quién era ella». De hecho, el doctor aparece ligeramente desenfocado mientras que la mujer a la que atiende, no, lo que permite pensar que eran conscientes de que aquella no era una víctima cualquiera.

Existe un dato relevante (aunque no definitivo) en favor de la autenticidad de la foto. En el archivo del Imperial War Museum se custodian unas grabaciones de 1992 que se le realizaron al doctor Kiszely donde narra su periplo por España durante la guerra y, en cuya descripción –pues la grabación no es pública– se señala que «trató a la periodista Gerda Taro». ¿En vida? ¿En su último suspiro? El hijo del doctor nunca tuvo confirmación de palabra: «A él no le gustaba hablar de aquellos años, ni siquiera con mi madre», mantiene. De hecho, el propio dueño de la fotografía reconoce que no era consciente de la importancia de Taro. «La verdad es que estoy emocionado con esta historia. Me está escribiendo mucha gente desde España agradeciéndomelo con mensajes emotivos. Es todo muy increíble, la verdad», concluye.