Literatura

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Sin greguerías, buena es «Tembladeral»

Parecía que el último lote conocido de Gómez de la Serna iba a traer centenares de sus famosas composiciones breves; sin embargo, tras analizarlo, el conjunto se ha destapado como el proyecto de creación de una novela sobre su vida en Argentina de la que ya se hacía eco su fondo de Pittsburg

Sin greguerías, buena es «Tembladeral»
Sin greguerías, buena es «Tembladeral»larazon

Parecía que el último lote conocido de Gómez de la Serna iba a traer centenares de sus famosas composiciones breves; sin embargo, tras analizarlo, el conjunto se ha destapado como el proyecto de creación de una novela sobre su vida en Argentina de la que ya se hacía eco su fondo de Pittsburg

Cuando en agosto se anunció la adquisición de 1.700 manuscritos de Ramón Gómez de la Serna por parte de la Biblioteca Nacional (BNE), pronto se reparó en sus greguerías. «Algo más de mil de su puño y letra», se decía, habitaban entre los documentos. De un vistazo rápido se habían contabilizado hasta 1.300 de estas pequeñas composiciones. Sin embargo, desde el servicio de Valoración e Incremento del Patrimonio de la BNE ya advertían: «No hemos analizado el total del material por ser bastante elevado». Una función que –siguiendo la norma– delegaron en la sección de Manuscritos e Incunables. Pasados los meses, María José Rucio –su encargada– reconoce la revisión del conjunto, «aunque todavía sin procesar al completo». Aunque sí se detiene y hace especial hincapié en tres carpetas encuadernadas en pastas españolas: «Dentro se encuentran pequeños textos breves en hojas sueltas. No todas son greguerías, así se anunció, pero no son más que anotaciones que tomaba en cualquier café o rincón». Apuntes con los que Rucio remite a la experta y responsable de valorar los documentos: Laurie-Anne Laget –profesora titular de la Universidad de la Sorbona–, que sentencia la noticia: «Desafortunadamente no hay ninguna greguería entre los documentos del fondo. Ha sido un error de comunicación de la nota que se lanzó antes de haber examinado e identificado los textos».

Las supuestas greguerías pasaban a ser «un material muy homogéneo, que se presenta en cartapacios de cuero diseñados por De la Serna –algo habitual en él–, cuyo cuidado orden y selección vienen a indicar algún plan para esos papeles: el proyecto de una obra que nunca se llegó a editar, «Tembladeral». Tras una primera toma de contacto con todos los apuntes, cartas, recortes y libros, Laget concluye que ahí está, «sin duda, el interés específico» del lote comprado en abril de 2016 por 42.350 euros a Fernando Durán –precio que, reconocen desde la casa de subastas, «costó valorar, porque pocas veces enfrentan a un material de este tipo»–. La transformación del «posible conjunto de greguerías» había virado hacia «un documento de un valor innegable en la medida en que ofrece un texto redactado sobre ese proyecto inédito que no se conocía en estos términos hasta ahora», según Laget.

El escritor y periodista del novecentismo planeaba publicar un nuevo volumen sobre la vida que llevaba y veía en Argentina. Una segunda parte de «Explicación de Buenos Aires» (1948) bajo la forma de la citada novela: «Tembladeral». Un nombre ya presente en los fondos de la Universidad de Pittsburg y que aquí aparece junto a otras clasificaciones en los bordes de esas cuartillas: «América», «B[ueno]s A[ire]s», «Emigrante»... Así hablaba de este libro la autora de la última catalogación del citado fondo, Brigitta Arden: «Una lista de epitafios presumiblemente destinados a una novela que no se materializó (...) De hecho, varias notas que llevan el título de ‘‘Tembladeral’’ se encuentran dispersos en otra carpeta».

Ahora, de los adquiridos por la Biblioteca, todos pertenecen a la última etapa de su época argentina –después del viaje de regreso a Madrid del 49–. Breves apuntes recogidos en pequeños folios (tamaño bolsillo) que Gómez de la Serna llevaba siempre consigo para poder apuntar ideas o consignar observaciones cuando estimase oportuno. «Más concretamente, las notas contienen observaciones y reflexiones sobre la vida en Argentina», precisa la profesora. «Probablemente –continúa–, Ramón los usó para escribir sus colaboraciones en la Prensa americana y española o como material de preparación para este libro. Desde un punto de vista material, estos manuscritos son muy parecidos a los que se encuentran en Pittsburgh. Es una adquisición valiosa, que complementa a la perfección los materiales de Ramón que ya poseía la Biblioteca Nacional». Apuntes que se centran en la vida cotidiana en América y en la experiencia del «emigrante» (título que se repite con frecuencia en las esquinas de las notas manuscritas). Las características de la vida argentina, sus singularidades, sus novedades... Sin que aparezcan necesariamente comparaciones explícitas con la vida que había dejado atrás en España; «también las hay, pero no son muchas y casi no son significativas», reconocen desde la BNE. Textos íntimos –«previos a toda reelaboración literaria», puntualiza Laget– sobre la vida de Ramón en Buenos Aires que a la profesora de la Sorbona le llamaron la atención por el «tono de los manuscritos, poco habitual en Ramón fuera de las páginas del “Diario póstumo” y de ciertas páginas de “Automoribundia”.

En este sentido, los documentos permiten ahondar en «desenmascarar a Gómez de la Serna en su faceta de creación», destaca Rucio; en el conocimiento del vanguardista durante un periodo todavía incompleto. Ya lo señalaría Martín Greco en «La penosa manía de escribir», dedicado a la obra periodística de Gómez de la Serna de 1940 a 1956: «Permanecen ignoradas vastas zonas de su trayectoria intelectual, en especial los 26 años transcurridos en Buenos Aires (del 24 de septiembre de 1936 al 12 de enero de 1963), que suelen ser considerados en bloque, como una gran tiniebla en la que se entrevé poco y mal».

UN ESPECTÁCULO LLAMADO RAMÓN

Hace casi un siglo, durante los años 20, Ramón Gómez de la Serna ya era un escritor mediático. Era tan capaz de organizar banquetes rimbombantes como de presentar sus libros subido a un elefante, desde lo alto de un trapecio –«El Circo»– o con la cara pintada –«Los medios seres»–. Todo era marca de la casa, flequillo y patillas incluidos. Además del vídeo promocional que rodó en 1928. Un «show» gracias al cual pudo dedicarse a vivir de su escritura. De hecho, como recuerda la profesora de la Sorbona, Laget, el crítico Cipriano Rivas Cherif dijo que no era un escritor, sino «un espectáculo». Por todo ello, la experta en De la Serna se muestra «convencida de que hoy en día aprovecharía todas las herramientas que nos proporcionan las nuevas tecnologías para difundir su obra y promocionar al personaje de Ramón que había creado. Y en esto, internet es una vía de difusión idónea para formas literarias breves como la greguería. Durante la última década, me parece que se ha vuelto a practicar este arte aprovechando los recursos de las redes sociales y la comunicación digital», particularmente Twitter.

SUS APUNTES BONAERENSES INÉDITOS

-«América. ¿Qué estamos haciendo aquí? Estamos escondidos»

-«América es la injusticia del olvido y la incongruencia»

-«Emigrantes. Vienen a pacer en un sitio en el que creen que hay más y mejor pasto»

-«¿Por qué estoy aquí? Para ver cómo lo ingrato llega a sus máximos. Es un masoquismo extraño»

-«España. Hay que saber comer yeso, piedras y balcones»