Crítica

«Tamerlano», un Haendel bien servido

«Tamerlano», de Haendel, ha sido el primer título del ciclo Universo Barroco en la actual temporada, ciclo que a precios máximos de 40€ da posibilidad de escuchar excelentes programas.

La Razón
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«Tamerlano», de Haendel, ha sido el primer título del ciclo Universo Barroco en la actual temporada, ciclo que a precios máximos de 40€ da posibilidad de escuchar excelentes programas.

Obra: «Tamerlano» de Haendel. Intérpretes: X. Sabata, M. E. Cencic, J. Sancho, D. Idrisova, R. Basso, P. Kudinov. Director de orquesta: M. Emelyanychev. Auditorio Nacional. Madrid, 17-X-2016.

«Tamerlano», de Haendel, ha sido el primer título del ciclo Universo Barroco en la actual temporada, ciclo que a precios máximos de 40€ da posibilidad de escuchar excelentes programas que normalmente abarrotan el Auditorio Nacional. «Tamerlano» ha sido una ópera olvidada en todo el mundo hasta hace bien poco y, concretamente en Madrid, la conocimos gracias a las representaciones en el Teatro Real de 2008 con Plácido Domingo como protagonista. Il Pomo d’Oro la viene ofreciendo en gira por Europa en los últimos meses. Es precisamente el papel protagonista asignado al tenor una de las novedades que aportó Haendel en un periodo dominado por los castrati. Se ha especulado sobre cómo le sentaría al célebre Senesino no ser el protagonista en el estreno en el King’s Theatre londinense en 1724. Pienso que no tuvo problema alguno, ya que su personaje, Andrónico, no para de cantar durante dos de sus tres actos y el tenor, Bajazet, prácticamente se reserva para el último. De ahí que Domingo se decidiese a cantarla, además de que la cuerda real a la que en su día perteneció es la de baritenor, un tenor con una extensión que le permite alcanzar notas de gravedad baritonal.

Existen dos versiones que alternan en las programaciones, la original de 1724 y la corregida de 1731, la ofrecida en Madrid y que cuenta con afortunados recortes de recitativos, pero también con algún extra, como el aria del bajo «Nel mondo e nell’abisso» en el tercer acto.

Maxim Emelyanychev concertó con conocimiento de la partitura y realizó una buena labor dirigiendo desde el clave y prestando atención a la vivacidad de esta ópera, así como a sus momentos más líricos, logrando cautivar a los asistentes e induciéndoles a aplaudir tras cada aria. En el reparto hubo dos gratísimas sorpresas. De un lado el tenor Juan Sancho, que obtuvo un buen éxito en el pasado Festival de Pascua salzburgués con «Romeo e Giulietta», de Zingarelli. No es un baritenor, sino un lírico-ligero con graves suficientes para hacer justicia al papel, que recitó y cantó con gusto y sentido. La rusa Dilyara Idrisova entusiasmó al público, especialmente en el emotivo «Cor di padre», con una voz preciosa y musical de soprano lírica. Es nombre a tener en cuenta. Max Emanuel Cencic se confirmó como uno de los mejores contratenores actuales y pudimos saber por qué Haendel eligió a Senesino como Andronico. La mezzo Romina Basso reverdeció los laureles cosechados en el «Tamerlano» del Real, el bajo Pavel Kudinov convenció en el aria anteriormente mencionada y Xavier Sabata luchó con el papel de Tamerlano, que precisa algo más de fiereza y brillo vocal.