Teatro

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El «tío Vania» vale por cuatro

El texto de Chejov invade la cartelera madrileña; con dos versiones ya estrenadas y a la espera de la llegada de Àlex Rigola en noviembre, Daniel Veronese presenta la suya hoy en Lavapiés.

De izquierda a derecha, Ginés García Millán, Malena Gutiérrez, Jorge Bosch y Marina Salas
De izquierda a derecha, Ginés García Millán, Malena Gutiérrez, Jorge Bosch y Marina Salaslarazon

El texto de Chejov invade la cartelera madrileña; con dos versiones ya estrenadas y a la espera de la llegada de Àlex Rigola en noviembre, Daniel Veronese presenta la suya hoy en Lavapiés.

Hay coincidencias que se entienden, otras que son mera casualidad y otras tienen poca explicación. Una de las últimas se da este otoño en la cartelera madrileña: la aparición, una vez más, de «Tío Vania». Texto del que, independientemente del gusto, no se duda de su importancia. Y es que no es uno, ni dos, ni tres, sino ¡cuatro! son los montajes que se arremolinarán en apenas un mes. Es el tiempo que va del pasado día 19, estreno de la adaptación de Oriol Tarrasón en el Fernán Gómez, al 23 de noviembre, cuando se presente en Canal la «versión libre» de Àlex Rigola sobre la obra de Chejov. Entre medias, ayer veían la luz en el Español dos obras de Copi en las que también se respira este texto, y hoy es la puesta de largo de Daniel Veronese con «Espía a una mujer que se mata», en el Valle-Inclán, a partir del mismo punto.

Tarrasón –también director y actor en su «Vania»– justifica la omnipresencia por la contemporaneidad de «un autor súper profundo»: «Las propias contradicciones ‘‘chejovianas’’ son las que nos acercan al hoy. Por un lado, los personajes se aburren y, por otro, tienen unas ganas locas de que les pasen cosas, tan confundidos como nosotros. Chejov va muchas veces hacia el paso del tiempo y la desidia, y aquí se muestra muy visceral. Habla de lo que vivimos mientras tenemos anhelos de que nuestra vida sea diferente, pero hay que seguir viviendo».

Regreso a la sala nieva

Pero hoy es el turno de un Veronese que ya visitó la Francisco Nieva del Valle-Inclán con «Mujeres soñaron caballos» en 2007: «Me hubiera opuesto a hacerlo en otro lugar», dice. De hace una década se heredan ahora las escenografías, los intérpretes, y se recoge una situación para dar comienzo a «Espía a una mujer que se mata», título sacado de una frase del propio Chejov que «impactó mucho» a Veronese: «Se trata de alguien que se muere por alguien y, a la vez, alguien que se muere por algo que no puede alcanzar».

En cuanto a la actualidad a la que hace referencia Tarrasón, el director argentino se muestra en consonancia: «Fue un autor que, cien años atrás, escribía obras que hablan de hoy con discursos que pueden repetirse, escribiendo sobre el futuro –añade–. Escribía sobre rasgos de la humanidad que comparto y, sobre todo, sobre cómo se levanta cada uno para afrontar el día». Así, la propuesta de Veronese mantiene el hilo conductor del original que con toques irónicos para rozar el absurdo denunciando situaciones trágicas, aunque introduciendo matices que «le favorecen en escena» y que ha ido modificando «swgún la propia personalidad de los actores».