Buenos Aires

Priscilla: Madrid se sube a las plataformas

Color, música disco y tres «drag queens» para un musical que ha triunfado en medio mundo

Priscilla: Madrid se sube a las plataformas
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«Al principio estaba asustada/ Estaba petrificada/ Pensando que podría pasar noches sin ti a mi lado». Canta Gloria Gaynour. El sol castiga alto en el firmamento y no, no estamos cerrando bares un sábado de madrugada con la parroquia algo pasada de copas y gritando el «I will survive» a todo pulmón sin importarles la vergüenza que sentirán la mañana siguiente cuando piensen en la noche anterior. Estamos más lejos, en algún lugar del desierto de Australia: un enorme autobús lo recorre en busca de respuestas y libertad, con un cargamento de «drag queens» y su espectáculo, y con mucha, mucha marcha en el cuerpo. Hay películas cuyo fenómeno se escapa a la explicación tradicional o a la catalogación crítica. ¿Son buenas? ¿Son flojas? ¿Son memorables o basura? Qué más da. Son cine de culto. «The Rocky Horror Picture Show», «Ford Farlane» o «Mal gusto» entrarían en este cajón de sastre. Sin duda, también «Las aventuras de Priscilla, reina del desierto». Era 1994, en pleno desvarío «noventero», esa década extraña y sin mucha personalidad. Había, eso sí, ganas de diversión. Y un cineasta australiano llamado Stephen Elliot se sacó de la manga una película con plumazos musicales... y también de los otros. Priscilla era el autobús que los llevaba. El protagonista, en realidad, era, un hombre en busca de su propia identidad sexual. Todo, muy divertido, sin pesadez doctrinaria. Tec, y Bernadette eran nada menos que Hugo Weaving (el mismísimo agente Smith de «Matrix»), Guy Pearce y un enorme Terence Stamp. El filme ganó un Oscar. El fenómeno estaba servido.

Tres millones de espectadores

El éxito del filme propició un musical escénico que levantó el telón en 2006 en el Lyric Theatre, Star Casino, de Sidney, con libreto del propio Stephan Ellliott y de Allan Scott y con dirección de Simon Phillips. «Fuimos muy afortunados de empezar en Australia, porque allí el filme fue icónico, de culto, y aún lo sigue siendo. Si hubiéramos empezado en otro país, habría sido diferente. Pero allí tuvimos el apoyo de los críticos y la Prensa. Allí aún lo llaman "el musical nacional australiano". Y el éxito llama a al éxito». Efectivamente, la respuesta fue abrumadora: Premios Tony y Oliver, tres millones de espectadores en Broadway y Londres, y producciones en Italia, Argentina, Suecia y Canadá. Este año se verá en Madrid, pero también hay otros montajes en Buenos Aires, Manila (que luego irá a Singapur), Atenas y Corea. El propósito es estar una temporada en Madrid y después comenzar una gira con esta gran producción por España. «Hay que empezar a modular la duración de las obras en los mercados», asegura McQuinn.

A España llega ahora en la misma producción original, en un montaje de SOM Produce, Nullarbor Productions y MGM Stage, que es tanto como decir José María Cámara y sus asociados extranjeros. O sea, uno de los artífices de «Hoy no me puedo levantar» y «Más de cien mentiras», en su nueva etapa tras salir de Drive. El musical llega con la dirección original de Simon Phillips y dirección artística en su versión española de Ángel Llacer, y con el visto bueno del creador del original, el productor australiano Garry McQuinn. Un presupuesto de unos 10 millones de euros, sumando la inversión de partida y la puesta en marcha del proyecto en España (que son 3,5 de esos 10), promete una producción enorme, uno de esos musicales para los que esperan ver un espectáculo que amortice su entrada. El montaje cuenta con 40 artistas en escena, 200 pelucas, 500 trajes –los de Bernadette y compañía son otro de los protagonistas, sólo su confección se llevó 1,3 millones de dólares del presupuesto inicial– y 9 músicos.

Y, por supuesto, está Priscilla, un enorme autobús. ¿Un autobús? No uno cualquiera: está dotado de todo un sistema electrónico con 200 baterías, 50 ordenadores controlados por un software para el que tuvieron que comprar una patente militar, y una pantalla exterior de 30.000 «leds» en el chasis que convierte el escenario en una fiesta. Un automóvil de ocho metros de largo y diez toneladas de peso que costó 3,2 millones dólares del presupuesto total inicial (a Madrid han traído el mismo que se vio en Londres). Hubo incluso que apuntalar el suelo de madera del Nuevo Teatro Alcalá, reforzarlo con metal, para que no se hundiera bajo el peso de esta aparatosa y más que pesada «Diva 1», como la llaman los técnicos del montaje. «Es el verdadero protagonista de la obra», asegura Juan José Rivero, el otro productor ejecutivo junto a Cámara. unque este último matiza: «El autobús da nombre al musical. Pero el protagonista es el viaje. La función tiene que ver con la búsqueda de la identidad de ese padre y ese hijo», cuenta McQuinn. Y asegura: «El musical no hace política, pero si hubiera un mensaje político, es que ha habido mucha gente cuya opinión ha cambiado respecto al tema de la identidad sexual. Especialmente hombres maduros, de mi edad y heterosexuales». Y es que, asegura, «no se trata de un espectáculo gay o sólo para el público homosexual. Es un show sobre tres amigos que viajan por el desierto con lo que eso tiene de aventura y road movie».

La música es una de las claves de este musical lúdico y festivo de dos horas y media de duración, en la línea de «Mamma Mia!», con temas de Madonna, Tina Turner, Pets Shop Boys, Aretha Franklyn, de Gloria Gaynor, claro. «McArthur Park», «It's Raining Men», «Material Girl», «Hot Stuff», «What's Love Got To Do With It», «Go West», «Like a Virgin»... Todas grandes clásicos de la noche y del mundo «drag». «Las ''drag queen'' vivían su vida en el escenario, cantando canciones de otros. Los temas que tenemos son enormemente populares y el show se vende en gran medida por el tirón de sus canciones», reconoce el productor australiano.

De Mauricio Colmenero a Bernadette

El reparto que aterriza en Madrid está encabezado por Mariano Peña, el Mauricio Colmenero de «Aida». «Estábamos preocupados: no cantaba, no bailaba... Hasta que mi agente vio un vídeo y me llamó para decirme: «Es la mejor Bernadette que he visto». Es muy valiente al atreverse con este papel». Cámara nunca lo dudó, e incide en la misma paradoja: «Le pasa como a Lola Flores: decían de ella que no cantaba, que no bailaba... pero era la mejor». Junto a él estarán Jaime Zatarín (Tick), Christian Escudero (Felicia), David V. Muro, Patricia Olmo y las tres divas: Patricia del Olmo, Rosanna Carraro y Aminata Sow.

Una fiesta de película

La película de Stephen Elliott (en la imagen inferior, el cartel de la misma) se estrenó en septiembre de 1994. ¿Se imaginaban que el serio y estirado de Terence Stamp se podría subir a unas plataformas de vértigo y resultar creíble? Pues en «Priscilla, reina del desierto» lo demostró sobradamente. Por que el desierto es uno de los escenarios en que se desarrolla el filme, poderoso, tan lleno de polvo, tan idílico y solitario al tiempo. La escena en que los protagonistas se topan con un grupo de aborígenes australianos y organizan una fiesta singular resulta memorable. Village Pepople o Gloria Gaynor formaban parte de la banda sonora. ¿Adivinan quién se llevó a casa en 1995 el Oscar al mejor diseño de vestuario? La respuesta es sencilla.

- Cuándo: desde el 2 de octubre.

- Dónde: Nuevo Teatro Alcalá. Madrid.

- Cuánto: de 12 a 83 euros. Tel.:914 35 34 03