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Tomás Bárbulo: «Los ladrones de cuello blanco son más peligrosos que los butroneros»

Presenta hoy «La asamblea de los muertos», la primera de una serie de novelas policíacas con el Sáhara y Marruecos como trasfondo.

Tomás Bárbulo: «Los ladrones de cuello blanco son más peligrosos que los butroneros»
Tomás Bárbulo: «Los ladrones de cuello blanco son más peligrosos que los butroneros»larazon

Presenta hoy «La asamblea de los muertos», la primera de una serie de novelas policíacas con el Sáhara y Marruecos como trasfondo.

Cuatro delincuentes madrileños de poca monta reciben el encargo de atracar un banco en Marrakech. Pero lo que se presenta como el golpe de sus vidas, un trabajo fácil con un botín suculento, acaba siendo un viaje trepidante. «La asamblea de los muertos» (Salamandra), que se presenta hoy en Madrid, es la primera novela de una serie que tiene como trasfondo el Estado Islámico. Sus protagonistas acaban en la boca del lobo, donde está ambientada la segunda entrega, que Tomás Bárbulo ya está escribiendo y que saldrá en 2018.

–Ha elegido usted un título muy vivo para «La asamblea de los muertos»...

–Es la traducción del nombre de la plaza de Jamaa el Fna, uno de los lugares más famosos de Marruecos. El final es insospechado. Los personajes terminan metidos en la boca del lobo.

–¿Se puede salir de ahí?

–Claro. Es cuestión de hacerle cosquillas en la garganta y que te escupa.

–¿Es este libro un reflejo de la realidad?

–Sí porque está enmarcada en esta época, cuyo paisaje está muy marcado por la crisis, que ha dado origen a los usureros de barrio, a las estafas a los ancianos...

–¿La crisis ha llevado a delinquir?

–Ha originado figuras nuevas en el mundo de los bajos fondos, entre la gente que se ha visto expulsada de la clase media. Esa desesperación provoca que muchos pícaros estafen a los que menos tienen y aumenta la credulidad de la gente por la necesidad de creer en algo que les pueda sacar de pobres.

–Pero en este país también se roba por vicio.

–Hay muchos tipos de ladrones. No sé si es vicio o avaricia. Pero resulta curioso cómo algunos se arriesgan a delinquir, cómo empeñan su prestigio, su tranquilidad y la de su familia por ganar un dinero que no necesitan y que tampoco les hará multimillonarios.

–¿Se refiere a los ladrones de cuello blanco y manos negras?

–(Risas) Efectivamente. Esos ladrones son más peligrosos que los butroneros y otro tipo de delincuentes porque corrompen a la sociedad y pueden intentar huir de la acción de la Justicia.

–¿Qué le ha llevado a escribirlo?

–El primer chispazo fue una noticia de un butronero que había aprendido el oficio de su padre. La novela transcurre en Marruecos, el lugar de mi infancia.

–Usted conoce bien el mundo árabe. ¿Y los españoles?

–En España no se conoce el mundo árabe. Existe un cierto menosprecio. Nos hemos empeñado en vivir de espaldas. Sobre todo, al norte de África. Y es un error. Compartimos con ellos más de lo que pensamos. Como decía un antiguo director mío, los españoles somos los marroquíes del norte y los marroquíes son los españoles del sur. Esa proximidad provoca roces entre las dos sociedades y que haya una relación en carne viva.

–Es que quedan heridas abiertas.

–Desde luego. Como la del Sáhara. Para descolonizar un territorio hay que celebrar un referéndum de autodeterminación. Pero nosotros nos fuimos de allí entregándolo de forma ilegal a Marruecos, que lo ha ocupado. Y ningún país del mundo reconoce esa ocupación. De hecho, jurídicamente la soberanía del Sáhara es de España, aunque no la ejerza. El Estado necesita tener una buena relación con Marruecos por la cooperación contra la inmigración irregular y el terrorismo yihadista.

–Usted, cuando escribe, ¿en quién piensa?

–En el lector.

–¿Y en qué le gustaría que pensara quien le lea?

–Quiero que disfrute de la historia, que los personajes le cautiven y que aprenda algo. En el escenario sobre el que se desarrolla la novela se esbozan bastantes partes de la actualidad que no siempre están a la vista.

–Después de pasarse el día en la redacción, ¿no se cansa de teclear?

–Para mí sería imposible llegar del periódico y ponerme a escribir. No puedo cambiar el chip. Escribir en un periódico es como correr 100 metros lisos. Todo tiene que ser explosivo, rápido y brillante. Escribir una novela es como correr una maratón. Hay que dosificar el esfuerzo para llegar hasta el final. Yo he dedicado todos mis días libres y de vacaciones de los dos últimos años a este libro.

–¿Qué le inspira?

–La actualidad. A veces me tortura no saber salir de una situación, pero cuando termino de escribir es como si hubiera estado dando un gran paseo por la calle porque vivo lo que dejo escrito.

–Como periodista y escritor, ¿existen paralelismos entre los periódicos y las novelas?

–No todos los periodistas que escriben bien son buenos novelistas, ni todos los novelistas escribirían bien un reportaje.

–¿En los periódicos debe haber literatura?

–Muy controlada. Hay una tendencia a enmascarar la falta de información con la belleza del texto. Aunque también hay quien escribe maravillosamente bien y da una enorme cantidad de datos. En el periodismo debe haber inventiva para captar la atención porque el lector de periódico no es como el de una novela, que te puede perdonar un bajón durante dos páginas. En un diario, si se aburre, te abandona.