Presentación

Un renacentista llamado Maximilian Schell

Periodistas, escritores y cinéfilos repasan en La Casa del Lector la trayectoria del actor austriaco

Un momento del homenaje
Un momento del homenajelarazon

Periodistas, escritores y cinéfilos repasan en La Casa del Lector la trayectoria del actor alemán

«Para ser honestos, no creo ser un actor. Más bien un creador, o al menos lo intento», afirmó en una ocasión. Y es que, detrás de esos atractivos rostros que han alimentado los sueños de celuloide de varias generaciones, hay también un creador, un artista, con todas las connotaciones que el adjetivo implica. Más de un centenar de personas se acercaron esta semana pasada a La Casa del Lector para recordar el legado del actor y director austriaco Maximilian Schell, ganador del Óscar al Mejor Actor en 1961 por «Vencedores o vencidos. Los juicios de Nuremberg». La mesa redonda coordinada por el filólogo, periodista y profesor de la Universidad Carlos III David Felipe Arranz, contó con la periodista y escritora Marta Fernández, el periodista Luis Freijo, el escritor y editor Guillermo Balmori y el filósofo Luis Miguel Rodríguez Lozano.

Con motivo de la edición en DVD por primera vez en España a partir de una copia restaurada y digitalizada de «Ejercicio para cinco dedos» (1962), editado por Llamentol y con libreto de David Felipe Arranz, tuvo lugar un emotivo encuentro dedicado a recordar al célebre actor y cineasta, fallecido en Iinsbruck (Austria) en 2014. Arranz abrió el debate haciendo hincapié en que Maximilian Schelll era mucho más que un actor: «A él la interpretación le interesaba en tanto en cuanto pudo servirle para llevar a cabo sus propios proyectos literarios, de artes plásticas, musicales y cinematográficos: fue un hombre del Renacimiento al que se rifaban los mejores directores de orquesta del mundo, como Claudio Abbado, para que tocase el piano en sus conciertos». También señaló que la colección de arte contemporáneo de Schell era una de las mejores del mundo, con piezas de Paul Klee, Jean Dubuffet, Albers, Mark Rothko e incluso de joyas de El Greco.

A lo largo del encuentro, los ponentes pusieron de manifiesto su admiración por el artista más desconocido: «Cuando descubrí que Plácido Domingo le había confiado a Maximilian Schell, con 70 años, la dirección de la Ópera de Los Ángeles, mi admiración por su figura fue total: a su edad sacó adelante dos óperas tan complejas como Lohengrin y El caballero de la rosa», comentó Marta Fernández. Por su parte, Luis Miguel Rodríguez hizo hincapié en su faceta de dramaturgo y director escénico, forjada en Austria y en Suiza: «No sé lo que hubiese pagado por ver su Hamlet: esas representaciones te cambian la vida», indicó.

Por su parte, Guillermo Balmori situó su figura como la «bisagra entre el Hollywood de la época dorada y el nuevo cine: él es testigo de excepción del cambio más grande que ha sufrido el cine, justo al comenzar la década de los años 60». También el periodista Luis Freijo quiso señalar cómo Schell invertía sus ingresos como actor en financiar sus propios proyectos: «El documental Marlene dirigido por él es un prodigio; cuando la Dietrich se negó a aparecer en pantalla, él hizo de la necesidad, virtud». Además, Freijo recordó que le ganó el Óscar a un magnífico Paul Newman en «El buscavidas».

Durante el acto se proyectaron imágenes y una selección de los mejores momentos de Maximilian Schell, incluyendo varias participaciones consideradas ya históricas en la gala de los Oscar, acompañado, por ejemplo, de Joan Crawford, Bob Hope o Frank Sinatra.