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«Wozzeck»: así se pinta una ópera

Un lápiz y un papel. Para William Kentridge, el artista de vídeo, collages y figuras en movimiento, son fundamentales. Ayer estrenó la ópera de Alban Berg en Salzburgo, con Matthias Goerne como cabeza de cartel

Kentridge (arriba) ha trabajado concienzudamente en la puesta en escena de esta ópera de Alban Berg
Kentridge (arriba) ha trabajado concienzudamente en la puesta en escena de esta ópera de Alban Berglarazon

Un lápiz y un papel. Para William Kentridge, el artista de vídeo, collages y figuras en movimiento, son fundamentales. Ayer estrenó la ópera de Alban Berg en Salzburgo, con Matthias Goerne como cabeza de cartel

ste esta siendo, sin duda, uno de los años más fructíferos de toda su carrera. El artista surafricano William Kentridge (Johannesburgo, 1955) cosecha un éxito tras otro al tiempo que demuestra que el arte contemporáneo en la ópera se encuentra en su ambiente. Esta primavera pudo comprobarlo con la obra «Lulu», de Alban Berg en el Teatro de la Ópera de Roma y este mes con el «Wozzeck», de Berg también, en el Festival del Salzburgo (Austria). Ayer fue la primera de las cinco representaciones (los días 14, 17, 24 y 27 de agosto). En una entrevista con LA RAZÓN Kentridge reflexiona acerca de la gran noticia del año en relación a España, ya que será el próximo Premio Princesa de Asturias de las Artes: «Estoy encantado de haberlo ganado, se trata de un reconocimiento que previamente ha contado con una excelente lista de artistas y escritores galardonados, y me siento honrado encontrarme en ella. El número de mensajes de felicitación que recibí desde muy diversos lugares del mundo, incluidos muchos de los países hispanohablantes, ha sido una auténtica sorpresa y me siento orgulloso». Encabeza el elenco de esta nueva producción Matthias Goerne, uno de los más representativos liederistas de la actualidad, que ya cantó el papel en 2014 en Viena y Nueva York, una espectacular escenografía de Sabine Theunissen y Vladimir Jurowski en el podio.

de fragmentos y retazos

El surafricano está en pleno auge operístico, algo que marida a la perfección con su trabajo visual como artista. Hablando, por ejemplo, de su aportación en la dirección de la ópera «Lulu» en el Teatro de la Ópera de Roma, asegura: «En una ópera, para mí, como director de la representación, siempre tiene que haber un nexo entre la temática de la obra y el lenguaje visual del trabajo que diseño para influir en un espectáculo. En ella, por ejemplo, hay dibujos desmenuzados, hechos pedazos, procedentes de diferentes papeles ilustrados».

La clave está en combinar todos esos elementos: «Juntos, recrean un rostro, unos pensamientos e incluso el ambiente. El desmenuzamiento de los dibujos en ‘‘Lulu’’, para mí, encuentra su eco en la ópera en sí, en el tema de la inestabilidad que provoca el objeto del deseo. El eje dramático central se fundamental en que Lulu, por ejemplo, nunca será la mujer que los hombres esperan que sea y que los hombres nunca llegarán a convertirse en los hombres que Lulu necesita. En términos teatrales, esta inestabilidad que centra toda la atención en todo momento, termina siempre con una muerte en escena. Todos los maridos de Lulu mueren e incluso su amante. De hecho, ella misma termina siendo asesinada». Para «Wozzeck» ensayó en su Johannesburgo natal durante semanas. Fue meticuloso con cada movimiento y aunque deseaba otorgar un peso específico a los dibujos, «no quería que en ningún momento se arrogaran más protagonismo que el propio libreto o los cantantes», explica.

Es extraordinariamente llamativo cómo Kentridge consigue establecer un vínculo tan potente e intenso entre la ilustración y la ópera. «Mi interpretación de la ópera surge de la naturaleza del dibujo y de las imágenes», explica.

¿Puede finalmente el dibujo estar al servicio de la ópera? «Mi esperanza», cuenta Kentridge, «es que una producción pueda juntar un lenguaje visual que responda con fuerza a las exigencias musicales y a las demandas de un libreto. El movimiento de las hojas de papel en «Lulu», por ejemplo, a veces, es incluso bastante lírico. Por otra parte, no se trata de copiar fielmente la música de la obra, sino responder a la gama de tipos de músicas de Alban Berg».

Los demás no sabrían cómo hacerlo, pero William Kentridge sabe cómo establecer un nexo de unión entre su propia trayectoria artística y una gran ópera. Hágase entonces un paso atrás: ¿Qué es para el artista una ópera? «Es como un dibujo muy grande que se extiende sobre el ancho del proscenio y la altura del escenario», explica a este periódico. Y añade: «Así pues, podemos decir que se trata de un dibujo en movimiento, un tipo de animación representada. Es más, incluso la dirección de actores se formula a partir del hecho de pensar en términos gráficos. En todos mis trabajos, bien se trate de escultura, actuación o dibujos, el punto de partida es siempre el diseño, pensar en voz alta a través de los dibujos».

Kentridge en España este año no sólo tendrá que recoger el Princesa de Asturias de las Artes en el mes de octubre. A partir del 31 de octubre expone su obra en el Museo Reina Sofía de Madrid, y donde las expectativas son muy altas: «La exposición, comisariada por Manuel Borja-Villel y Soledad Liaño, creo que va a ser bastante interesante», aclara este creador multidisciplinar. «Y más aún a la vista de la producción de ópera, debido al enfoque de los trabajos teatrales que he realizado. Y no únicamente ilustrando las producciones particulares, sino también compartiendo el vínculo que se establece entre el dibujo, los pensamientos sobre el arte del dibujo, la naturaleza de la actuación, la interpretación sobre el escenario y el acto de dibujar. De hecho, existen elementos esenciales propios de las películas animadas que he realizado que conectan con diversas óperas y actuaciones escénicas que he llevado a cabo en los últimos 30 años». Y añade: «Hay algunos objetos que he utilizado en las representaciones, pero también es necesario separar aquello que se hace explícitamente de cara a las necesidades de la representación de la pieza teatral, ópera o película; y las ideas provocadas por la propia pieza teatral que cambia la naturaleza en sí del dibujo que nace, a priori, como dibujo. Así pues, nunca puedo decir si los dibujos son un componente esencial de la pieza teatral o si el teatro es un camino para generar un nuevo ciclo y un nuevo modo de pensar el dibujo».

Parece algo simple y evidente, pero romper una lanza por el arte es algo fundamental: «Tenemos que defender las artes hoy porque muestran un modo de pensar. Una manera de llegar a los significados, de asociar y unir los significados y fragmentarlos, lo cual es una muestra de cómo entendemos el mundo, nos guste o no. Todo lo que hacen las artes es poner en evidencia la artificialidad de nuestra construcción del mundo. Esto presenta, en primer lugar, una dimensión estética. Pero también una dimensión política», expone. Para acabar, afirma: «Las grandes ideas grandes sobre cómo reconfigurar el mundo se han demostrado tan llenas de carencias, que tenemos que encontrar ideas que no resulten tan brillantes , yo diría que fueran más periféricas y secundarias, y ofrecerles un espacio. Un espacio en el centro».