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«Caso Rubén Castro»: Absuelto tras el aquelarre

El delantero del Betis, que «huyó» cedido al Guizhou Zhicheng chino por las acusaciones de maltrato, regresará al club en diciembre

Rubén Castro, en su presentación como jugador del Guizhou Zhicheng
Rubén Castro, en su presentación como jugador del Guizhou Zhichenglarazon

El delantero del Betis, que «huyó» cedido al Guizhou Zhicheng chino por las acusaciones de maltrato, regresará al club en diciembre.

Más de cuatro años ha cargado Rubén Castro con el sambenito del maltratador, con el estigma del apestado, hasta que, al fin, esta semana, el juez de lo Penal número 14 de Sevilla ha resuelto absolverlo del presunto delito contra su ex pareja que le fue previamente imputado. El infierno ha sido menudo: medios, redes sociales y colectivos feministas... que parecen no querer comprender o asumir el cauce procesal de la Justicia. Tal ha sido la presión a la que ha estado sometido el jugador durante estos años, tales han sido las amenazas de un nuevo aquelarre público, que el futbolista canario del Real Betis Balompié optó por irse a la China. Un destierro en toda regla.

El de Rubén Castro no es más que el enésimo caso de presunción de culpabilidad, pura antítesis del Estado de Derecho, una suerte de vuelta a los años oscuros del Santo Oficio, cuyos casos sumarios quedan en pañales en comparación a las campañas de desprestigio impuestas por los grupos de presión. Una vez absuelto, los mensajes públicos de apoyo al futbolista de La Palma de Gran Canaria se han sucedido. Ahí ha estado Jorge Molina, ahora jugador del Getafe, con quien compartió una de las duplas atacantes más recordadas en Heliópolis. Uno de los más significativos ha llegado del entrenador que más rendimiento le supo sacar, Pepe Mel, quien ha citado el relato bíblico de Job: «Porque, aunque yo tuviera razón, no podría responder; tendría que implorar la misericordia de mi juez».

El caso dio comienzo la madrugada del 27 de mayo de 2013. La joven con la que Rubén Castro compartía entonces relación sentimental dictó a la Policía la denuncia. Sobre las 3:00, una vez finalizado el partido entre el Betis y el Zaragoza, la pareja había salido discutiendo de una discoteca de la sevillana Avenida de la Palmera. Según el acta policial, el futbolista la conminó a continuación a introducirse en su coche.

El siguiente escenario se sitúa en un hotel de Nervión, donde, según explicó la denunciante, se habría producido la presunta agresión sexual, puesta ahora en entredicho. La denuncia motivó que Rubén Castro fuera detenido al finalizar un entrenamiento con su equipo y trasladado al Juzgado. En su declaración, el futbolista negó todas las acusaciones, tras lo cual la juez lo dejó en libertad con cargos y le impuso una orden de alejamiento de 300 metros respecto a su ex novia y la prohibición de comunicarse con ella.

Aquello fue el comienzo de un particular infierno. La maquinaria inquisidora se puso en marcha y, salvo sus compañeros de profesión y allegados, el jugador se había convertido en poco menos que un proscrito sin ni siquiera sentencia. Incluso los periodistas que siguen diariamente al equipo verdiblanco, conocedores de las idas y venidas de las plantillas y cargado de informaciones contradictorias, se vieron ejerciendo la autocensura con tal de no levantar en armas a los tribunales populares que habitan profusamente en las redes sociales.

Que la muchacha en cuestión, la denunciante, fuera una especie de «caza futbolistas», según sostenían camareros y porteros de discotecas, o aun «dada al conflicto», no contó para un público que había inclinado el dedo pulgar en señal de culpabilidad. Llamativa resultó la declaración de la consejera de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, María José Sánchez Rubio. Antes del juicio, la consejera andaluza señaló la oportunidad de «concienciación social» sobre la violencia machista que tal caso podría representar.

En el otoño de su carrera deportiva, Rubén Castro, 36 años, máximo goleador de la historia centenaria del Betis, ha salido cedido hasta diciembre al Guizhou Zhicheng chino, pese a que sigue persiguiendo una última meta, otra más, la de superar a Poli Rincón como el mayor realizador verdiblanco en Primera División. Sólo dos goles separan al jugador de la hazaña. Está a su alcance. Ya como ciudadano inocente, el futbolista disfrutará en la segunda vuelta de la competición de minutos para investirse en un delantero (aún más) de leyenda en el Benito Villamarín. Y podrá hacerlo sin el estigma de maltratador. Otra cosa es que le sean reparadas las consecuencias del linchamiento con el que ha sido acosado en los cuatro años precedentes.