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Cara a cara: ¿Busca el Barça excusas de mal perdedor?

Cara a cara: ¿Busca el Barça excusas de mal perdedor?
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Cuesta abajo y llorando sin parar: por Alfredo Duro

¡Qué bien os ha venido en Barcelona aquella lamentable insinuación de Simeone antes del comienzo de la temporada! Reconócelo, Carme. El Cholo se ha convertido en el gran ideólogo de la inagotable colección de excusas que se han instalado en el barcelonismo hasta convertirse en un virus del que no escapa nadie. El periodismo de cámara, el presidente, el vestuario y, como no podía quedarse fuera de la galería de llorones, también aparece Luis Enrique con frases encriptadas que sólo pueden sonar a excusa barata. Un doble lenguaje con un único objetivo: incriminar al Madrid como instigador de malas artes y no admitir la realidad.

Los verdaderos problemas

Y como es evidente que ni tú ni el Barcelona estáis dispuestos a aceptar los verdaderos problemas, te los voy a recordar yo, queridísima compañera. Comenzando por la mala planificación de la temporada, el pésimo momento de forma de jugadores que gozan de prebendas, las limitaciones de un entrenador cuya suerte gira exclusivamente a las genialidades de Messi, las graves movidas institucionales, los «descuidos» fiscales, las algaradas verbales hacia tus rivales y un largo etcétera de despropósitos que han situado al club en una doble moral que no engaña. El victimismo ya no sorprende, pero admito mi sorpresa al comprobar la facilidad con la que Luis Enrique y Busquets, por poner los últimos ejemplos, se ponen a llorar.

Decadencia

Ya es de dominio público que el Barça da síntomas de evidente decadencia. El triplete fue una perniciosa casualidad, que no tapa la verdadera realidad. ¿Sabes cuál es la realidad, Carme? El baile del Athletic en la Supercopa, el baño del Celta, el repaso del Bayer Leverkusen, la bofetada futbolística del Sevilla, las penurias contra Las Palmas... ¿Casualidad? No, Carme. Esto es el deterioro de un equipo y un entorno que pretende vivir del triplete para esconder sus vergüenzas; de las lesiones y los arbitrajes (qué vergüenza de penalti en Sevilla), para justificar lo injustificable. Malas artes de un equipo que va cuesta abajo y que no sabe comportarse como un grande.

Hay tripletes que duelen a muchos; por Carme Barceló

Si algo ha demostrado este Barça desde hace años es que sale llorado de casa. Si la fatalidad y los palos, como fue el caso en Sevilla, se pone en su contra o las lesiones se ceban en la línea de flotación del vestuario, duele pero se asume. Pero lo que es cierto –aunque dudo de que tú, apreciado Duro, me des la razón– es que ante el Sevilla el resultado justo hubiera sido un empate. Pero la justicia no sólo no es divina sino que se toma su tiempo en ponerse en forma, y al Barça hace tiempo, años diría yo, que la suerte no le acompaña. Ni la fortuna ni ciertos factores de difícil demostración, pero que esa pituitaria que tienen Luis Enrique, Simeone, Busquets y servidora, entre otros que no lo verbalizan pero que son legión, ha detectado en los últimos meses.

Castigo duro

Te dedico este párrafo, querido Alfredo, que te veo venir. Y porque tú sabes como yo que el Barça no es santo de la devoción de muchos que asientan sus reales en sillones caros. Hay títulos que duelen y tripletes que perforan el estómago. Hay jugadores que no tienen equivalente en el mundo ni en el campo ni en sentimiento de pertenencia a un club, y eso no tiene precio aún. Hay presidentes que han querido fichar a Neymar y a Luis Suárez y no sólo no han podido sino que han visto cómo recalan en las filas del enemigo. Hay palcos en los que en los descansos no se descansa. Hay un «no sé qué» en el aire cuya dirección contamina al Barcelona. Y hay sanciones que no rompen ligamentos pero destrozan planificaciones.

Sin maquillaje

Me gusta, repito, dejar las lágrimas en el recibidor y maquillarme lo justo. Y no me duelen prendas en reconocer que ante el Sevilla se reconfirmó que la no presencia de Messi es la ausencia de casi todo. Los errores defensivos que se repiten cada partido van más allá de un portero o un central, los delanteros no están del todo finos y muchas veces parece que el bloque se diluye y se disemina desordenado por el campo. El equipo se fajó, luchó y le puso sentimiento, pero corazón tenemos todos y no mete goles. Sólo ha disputado 7 jornadas y queda mucho por hacer. A ver si sabe... y si le dejan.