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Cara a cara: ¿Debe el Barcelona hacer pasillo al Real Madrid en el clásico?

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Cara a cara: ¿Debe el Barcelona hacer pasillo al Real Madrid en el clásico?
Cara a cara: ¿Debe el Barcelona hacer pasillo al Real Madrid en el clásico?larazon

► Alfredo Duro: Sí, pasillo y fuegos artificiales

Mi más cordial enhorabuena, Cristóbal Soria. Enhorabuena por tener el insuperable honor de ver cómo tu verdadero equipo, el Barça, es el primer rival con el que se va a enfrentar el campeón mundial de clubes. Sabes quién es ¿verdad? No te debe resultar difícil porque el campeón de 2017 es el mismo que el de 2016. Casualmente ocurrió lo mismo en la Champions. ¡Y en la Supercopa de Europa! Mejor no seguimos, Soria, porque entonces, en lugar de pasillo y fuegos artificiales, que es lo menos que exige al verse las caras con el mejor equipo de todos los tiempos, los planetas y las galaxias, podrías hacerte el harakiri. Y no, las cosas no están para acabar con ellas sin más, sino para disfrutarlas.

Dominio insultante

El pasillo del Barcelona debe ser el de todo el fútbol mundial, que sólo puede rendirse ante la evidencia de compartir estos tiempos con un equipo inigualable. Pasillo al campeón de todo. A un equipo sin límites para seguir marcando un dominio insultante que incluso tú mismo aceptas durante esas largas noches de pesadillas que sufres mientras Cristiano Ronaldo y el Madrid siguen batiendo récords. Porque, ya de paso, además del pasillo de tu Barça, deberías tomar ejemplo y hacerle uno particular al mejor jugador del mundo que, en la final de Abu Dabi, marcó su séptimo gol en un mundial de clubes, el trigésimo cuarto de lanzamiento de falta y el número 423 de un total de 415 partidos con el Real Madrid. ¡Sin palabras!

Pacto de caballeros

Ni se te ocurra hablarme de otra cosa que no sea estar a la altura del único papel que os toca vivir, el de víctimas privilegiadas de un equipo que no para de ganar. No es casualidad que hayan sido Barça y Sevilla los que recientemente hayan roto ese pacto de caballeros que supone rendirle reconocimiento al campeón. Tus valores y los de tus equipos los conocemos. Ríndete, aplaude, haz pasillo y disfruta por una vez de lo auténtico y lo... real.

► Cristóbal Soria: No, ¿se le hace al que gana el Trofeo Colombino?

Está la «vikingada» como loca intentando convencer al personal de que el partido disputado el sábado por el «Real de Madrid» en Abu Dabi es realmente un Mundial de Clubes en toda regla. Pero, por muchas veces que quieran contárnoslo, conmigo lo van a tener en chino mandarín. No voy a entrar en esa huida hacia adelante en la que queréis convertir, amigo Alfredo Duro, todo lo que tenga que ver con el equipo de Zizou.

Rivales de broma

Cuando habláis de Mundial de Clubes con tanta pompa y sacáis pecho como si fuera un título de prestigio, creo que se os olvida recordar que el equipo contra el que jugásteis la semifinal, al que tanto os costó vencer por la mínima, ni siquiera tiene gradas laterales en su estadio, que en su Liga tienen que pagar a los espectadores para que acudan al campo y, lo más «divertido» de todo, que uno de los jugadores inscritos en su actual plantilla tiene de profesión la de carpintero, por supuesto con el máximo respeto a los carpinteros del mundo mundial. No puedo evitar que se me escape una carcajada cada vez que leo lo de «Mundialito de Clubes».

Un «bolo» navideño

Yo he disputado con el Sevilla Fútbol Club numerosos trofeos Carranzas y Colombinos. Incluso ganamos varios. Y me gustaría recordarle a nuestros lectores que el cartel de estos trofeos era y es infinitamente más serio que este «bolo» casi navideño de todos los años. Evidentemente, después de ganar un trofeo de la importancia del Carranza o del Colombino, no recuerdo que a mi Sevilla Fútbol Club nadie le hiciera ningún «paseíllo», salvo que tú, querido Alfredo Duro, tengas mejor memoria y nos ilustres con alguna información mejor. Quiero por un momento ponerme en tu piel e intentar asimilar lo humillante que debe ser ver a tu máximo rival a 11 puntos, pero como no queréis ni pensar en ello, ahora toca hablar del «paseíllo» por ganar el Colombino, el Carranza o el Mundialito.