¿El adiós de Carlos Sainz?

Cuando acabe este Dakar el próximo día 20 en Córdoba Carlos Sainz se convertirá en un piloto sin equipo. Peugeot, su marca, abandona la competición tras cuatro años compartiendo proyecto con el madrileño. Y, claro, con 55 años, dos Campeonatos del mundo de Rallis, un Dakar y un hijo que aspira a todo en la Fórmula Uno, parece sensato que Carlos detenga el motor de su coche y viva de las rentas, que bien puede.

Más que nada porque en las dunas y en los acantilados del Dakar se juega la vida, como vimos el año pasado cuando se despeñó y salió ileso de milagro. Fue una señal de que quizá había que dejarlo. Lo que le pasa a Carlos (y a muchos profesionales en todos los ámbitos de la vida), es que la jubilación no supone un premio. Simplemente dejan de hacer lo que más les gusta.

La edad

La adrenalina de la competición, la de cumplir un objetivo en la vida, es parte fundamental de la personalidad de tipos como Carlos Sainz. No me lo imagino viendo el Dakar sentado en el sofá con una mantita y una cerveza fría. A Carlos le pone la preparación física, calcular rutas, analizar rivales, preparar el coche. El olor a gasolina. ¿Qué más da la edad, el palmarés y la cuenta corriente? Es sencillo: si hay objetivos, hay ilusión. Si hay ilusión, hay vida.

La actitud

Carlos Sainz ha repetido estos días que va a por la victoria en este Dakar. Que ha aprendido la lección del año pasado y que intentará ser menos impulsivo. También le hemos visto prepararse como nunca, incluso entrenar en condiciones de hipoxia para soportar mejor la disminución de oxígeno en las etapas de Bolivia.

No parece la actitud del alguien que esté pensando en dejarlo. Por eso estoy seguro de que hay Carlos Sainz para rato. Sería una gran noticia.