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El Chiringuito de Pedrerol: Bartomeu se queda solo... otra vez

La seguridad estaba garantizada en un día difícil, pero el presidente cerró las puertas del Camp Nou al público, no contentó a nadie y sufrió dos dimisiones

Tras momentos de incertidumbre, finalmente los aficionados no pudieron acceder al Camp Nou
Tras momentos de incertidumbre, finalmente los aficionados no pudieron acceder al Camp Noularazon

La seguridad estaba garantizada en un día difícil, pero el presidente cerró las puertas del Camp Nou al público, no contentó a nadie y sufrió dos dimisiones.

Fútbol sí, pero sin público. Menuda decisión la que tomó ayer Bartomeu. ¿Que quería demostrar el presidente del Barcelona? ¿Qué pretendía? ¿Qué va a conseguir? Según él, tomó esta medida «para que el mundo vea lo que estamos sufriendo». Pero, ¿qué culpa tenía el público del Camp Nou? ¿Por qué molestaba toda esa gente que quería ver el partido entre Barça y Las Palmas? ¿A quién importunaba?

¿Qué culpa tienen?

Niños, mayores, hombres y mujeres. Culés de siempre, de toda la vida. Aficionados llegados desde todos los rincones de España y del mundo para ver el encuentro. Todos ellos se quedaron en las puertas, con muchas ganas de ver fútbol. Mientras, se seguían vendiendo entradas en las taquillas. ¿Por qué han tenido que pagar ellos, los espectadores, por algo de lo que no tenían ninguna culpa?

Un partido sin alma

La suspensión estuvo cerca, pero el partido, finalmente, se jugó. Con las gradas vacías, pero se disputó. Un partido triste, desangelado, sin alma. Un partido donde nadie celebró el gol de Busquets ni los dos goles de Messi. En el que nadie sufrió. Nadie animó al Barça ni a Las Palmas. Nadie protestó una decisión del árbitro ni jaleó a los suyos cuando se iban al ataque o respiró aliviado cuando su portero hacía un paradón. Se notó hasta en los jugadores. Lo de ayer parecía el entrenamiento de los jueves. Es cierto que fue un día especial en Catalunya. Un día difícil, con la sensibilidad a flor de piel. Un día en el que había que tomar decisiones fríamente, algo siempre complicado. Pero eso no era fútbol. Bartomeu olvidó algo muy importante, algo fundamental que sabe cualquiera dentro de este deporte: el fútbol es de la gente y, sin gente, no hay fútbol.

Seguridad garantizada

Los Mossos habían garantizado la seguridad en caso de entrar el público al Camp Nou, un motivo más que suficiente para que se hubieran abierto las puertas. Es perfectamente entendible que se suspendiera el partido entre el Nastic y el Barça B, ya que el despliegue de los Mossos en la jornada de ayer les impedía garantizar la seguridad de los espectadores en el Nou Estadi de Tarragona. Pero que los aficionados se quedaran con las ganas en los aledaños del Camp Nou no tiene justificación ninguna.

Seis puntos

El Barça estaba en su derecho de no presentarse. Bartomeu podría haber tomado esa decisión. Si entendía que el dolor que sentía era suficiente, podría haberlo hecho. Pero no presentarse significaba perder seis puntos, los tres del partido y los tres de sanción que contempla el Código Disciplinario. Algunos jugadores no querían saltar al césped, pero cuando desde el club se les comunicó que iban a perder esos seis puntos, no hubo debate: había que jugar.

No convence

Vaciando la grada, Bartomeu no convenció a los independentistas, que querían que no se celebrase el encuentro. No se los ha ganado jugando a puerta cerrada. Y es que no se puede contentar a todos. En la vida hay que tomar decisiones, y él no ha sabido hacerlo. Con la dimisión del vicepresidente Carles Vilarrubí y del directivo Jordi Monés, Bartomeu se ha quedado solo. Otra vez solo. Si ya lo estaba, lo de ayer ha sido determinante.