Boxeo

El juego de Mayweather

La Razón
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Resulta paradójico, pero el campeón más detestado de los últimos tiempos (quizá de siempre), el que recibe abucheos e insultos cuando sube a un ring, ha sido el encargado de salvar el honor del boxeo. Habría sido vergonzoso para él y para los suyos que un deportista de otra disciplina fuera el primero en derrotarle. ¿Alguien se imagina qué pasaría si Fernando Belasteguín, el mejor jugador de pádel de la historia, derrotase a Roger Federer con reglas, raquetas y pista de tenis? Pues algo así habría sido ver a Conor McGregor, campeón de las artes marciales mixtas, doblegando a Floyd Mayweather, el invicto boxeador que abandonó su retiro para amasar más y más millones de dólares. Pero el estadounidense no ha llegado a las cincuenta victorias y ninguna derrota sólo por su habilidad como boxeador. Floyd es el mejor sobre el ring, pero también fuera de él. Todo un hombre de negocios.

Plan perfecto

Para Mayweather todo ha sido un simple juego. Desde el principio, cuando ignoró a McGregor y sus peticiones de combate para hacer más grande la bolsa de dinero a repartir, hasta que le abrazó, al final de la pelea, como el padre que consuela al hijo que ha perdido su juguete. El irlandés no hizo el ridículo, pero jamás tuvo una oportunidad de ganar. Lanzó todo tipo de golpes, muchos ilegales en la nuca del boxeador, pero era como pelear con una pared. Sin técnica ni fuelle para aguantar más allá de tres o cuatro asaltos, Floyd sólo tenía que esquivar, esperar a que se agotara y acabar con él en el momento que desease. Y así lo hizo, ejecutando su plan con una frialdad extrema. No fue un circo, como muchos se temían, pero tampoco un gran combate de boxeo. Mayweather, retirado y con 40 años, sólo había logrado ganar dos veces por KO en los últimos diez años. Todo dicho.