Vuelta a España

Nairo Quintana

Contador colecciona penas

Sufrió una caída en el último kilómetro y entró en meta con el costado izquierdo golpeado. «Se están poniendo las cosas complicadas», dice

Alberto Contador, con el maillot abrasado y el hombro izquierdo magullado
Alberto Contador, con el maillot abrasado y el hombro izquierdo magulladolarazon

Sufrió una caída en el último kilómetro y entró en meta con el costado izquierdo golpeado. «Se están poniendo las cosas complicadas», dice

Alberto Contador contenía la rabia después de cruzar la meta. Atendía a los medios con el costado izquierdo dolorido, tenía raspones en el hombro y en la cadera, el maillot abrasado. «Íbamos superbien colocados, pero ha entrado por dentro uno que al no le gusta usar el freno y nos hemos ido al suelo. Ahora mismo el lado izquierdo lo tengo reventado y el gemelo, muy mal. Se están poniendo las cosas bastante complicadas», explicaba antes de estampar un bidón contra el suelo. La rabia explotaba contra el asfalto.

Alberto se fue al suelo en la última curva. Trataba de evitar peligros, de situarse entre los primeros para evitar las estrecheces del pelotón. Pero el remedio fue peor. El lituano Bagdonas llegaba con prisa para tomar posiciones en la lucha por la victoria. Entró forzado en la curva, obligó a Van der Sande a desplazarse a la derecha para no chocar y fue el belga el que desequilibró a Contador. «Hay gente a la que le cuesta darle al freno», se lamentaba Samuel Sánchez, otro de los implicados en la caída.

A Contador le dolía más el alma que el cuerpo. «En caliente me duele», explicaba con el temor de que fuera mucho peor cuando la zona golpeada se enfriara. Pero le duele más la acumulación de desgracias en los últimos tiempos. Ya tuvo que retirarse del Tour por una sucesión de desgracias que comenzaron cuando se fue contra un bordillo en la primera etapa. En aquella ocasión fue el costado derecho el que se lastimó, como si la fatalidad tuviera la obsesión de ser simétrica para él. Renunció a los Juegos con la intención de prepararse para la Vuelta. Ganó por un segundo la Vuelta a Burgos, como si el destino quisiera comenzar a devolverle lo que le había robado en primavera, cuando sólo once segundos en total le privaron del triunfo en la París-Niza y en la Volta a Cataluña.

Pero todo ha vuelto a torcerse en la Vuelta desde el comienzo, desde que perdió 52 segundos en la contrarreloj por equipos inicial en Orense. Esperaba que el Tinkoff se dejara tiempo con el Movistar y con el Sky, pero no tanto. Tampoco esperaba volver a perder tiempo en el ascenso a Ézaro. La carrera se le complica y aparecen la rabia y la desesperación.

Valverde, que entró tercero en la meta, se sorprendía al conocer la desgracia de Alberto. «Si a 700 metros para el final iba delante de mí», decía. «Le ha dicho a Benatti ‘‘haz tu trabajo’’», explicaba Alejandro después de arañar cuatro segundos de bonificación. El trabajo del italiano era dejarlo bien colocado antes de luchar por el triunfo en el esprint. Un triunfo que se le escapó por poco a Luis León Sánchez. El murciano preguntaba en la salida si el final era el mismo de 2013, cuando ganó Matthews en Sanabria. Entonces se llegaba al Lago, ayer no. Pero Luisle lo intentó igual. Sólo le faltó despegarse de Simon Clarke. No pudo y el pelotón los engulló a los dos para felicidad de Van Genechten, el sorprendente ganador.