Real Madrid

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Cinco títulos, una era

El Real Madrid de Cristiano Ronaldo, comandado por Zidane, culminó ayer con el Mundial de clubes su mejor año de una época histórica

La Razón
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El Real Madrid de Cristiano Ronaldo, comandado por Zidane, culminó ayer con el Mundial de clubes su mejor año de una época histórica.

Diciembre es el mes de las listas: de los mejores libros, de los discos, de los mejores tuits y listas de todo lo que se quiera hacer. Si se hiciera una lista de los mejores equipos de este año sin ninguna duda el Real Madrid estaría en primera posición. La victoria de ayer frente al Gremio puso la firma al mejor año de un club que ha ido sembrando su historia con títulos y títulos, pero nunca en doce meses naturales había conquistado la Liga, la Champions, las Supercopas y el Mundialito, por eso en el club y desde la preparación física se quería llegar en las mejores condiciones a este torneo, para que no se escapase, pese a que llegó a desmano, con el clásico a la vuelta de la esquina, con el partido de Al Jazira como un drama o una comedia o un esperpento y frente al peligroso Gremio ayer. La idea de Zidane era acabar el año y finiquitar la temporada con el mismo éxito con el que ha ido transcurriendo y lo ha conseguido.

El Mundialito es la consecuencia de la Copa de Europa de la primavera, es el punto final de un Madrid que ya queda registrado como equipo con el que comparar los futuros conjuntos blancos ganadores. Lo decía Ramos antes del encuentro de ayer: los números son imborrables y los títulos de este equipo van a a ser un reto complicado, una marca más en la lista de datos históricos de la entidad del Santiago Bernabéu.

El 2017 empezó frío, con el Madrid en la cabeza de la Liga, clasificado como segundo para los octavos de la Champions, pero en enero cayó contra el Celta en Copa y perdió contra el Valencia y contra el Sevilla en dos salidas consecutivas. Fue el momento en el que Zidane mantuvo la calma, lo que no es sencillo porque la presión que se vive en ese banquillo fulmina a los más experimentados: o los pone de los nervios y disparan contra todo lo que se mueve o los convierte en muñecos que se dejan llevar por las circunstancias. Zidane se conoce al club y su entorno al dedillo y, como ha ocurrido en los complicados días de este otoño, estaba convencido de que el equipo iba a ir para arriba. Acosado por las lesiones cuando llegó la primavera y los días decisivos, el francés inventó lo que va a ser la marca de su era: las rotaciones, esos cambios radicales en las alineaciones titulares, que llevaron al equipo a sacar los partidos fuera de casa con los suplentes y llegar a las grandes citas con las estrellas descansadas. El Barcelona apretaba en la Liga y llegó a ganar en el Camp Nou, pero el Madrid mostró más madurez que nunca: no perdió el rumbo y fue derrotando al Nápoles, al Bayern y al Atlético con nervio y superando las dificultades. La Liga llegó el última día en Málaga, sin problemas; la Champions fue un espectáculo en Cardiff.

Con esos dos títulos 2017 era un año excelente, como no ha habido muchos en el Madrid. Pero el club y la plantilla, conscientes de sus posibilidades, no perdieron su hambre recolectora: al revés, se acentuó. Es el ansia de Cristiano Ronaldo por no dejar de ganar nunca; es la jerarquía goleadora de Ramos y la consistencia de sus hombre en el medio del campo. La sensación en todos los estamentos del club es que se estaba viviendo una era irrepetible y que había que registrarla en la historia, es decir, había que ganar todo lo ganable. Y eso han hecho.

Y el sábado, el Barcelona, que la era debe continuar.