Sevilla

De Berizzo a Montella

El presidente Castro escenifica la subida del listón de la exigencia del Sevilla al cambiar de entrenador cuando su equipo marcha quinto y sigue vivo en la Champions y en la Copa.

De Berizzo a Montella
De Berizzo a Montellalarazon

El presidente Castro escenifica la subida del listón de la exigencia del Sevilla al cambiar de entrenador cuando su equipo marcha quinto y sigue vivo en la Champions y en la Copa.

Eduardo Berizzo fue el primero que puso todo su empeño en desligar su enfermedad, un cáncer de próstata del que se recupera satisfactoriamente, de su quehacer profesional. El técnico argentino le está muy agradecido al Sevilla por la sensibilidad mostrada y reconoce la libertad absoluta que le dieron en el club para prolongar su convalecencia cuanto hiciese falta. De ahí el enojo con algunos medios de su país por el amarillismo sensiblero con el que relacionaron su despido con su estado de salud, salpimentado el guiso con su pizquita de referencias navideñas, para solaz de demagogos. La controversia ha sido sólo deportiva.

No es poco, desde luego, tratándose de fútbol. Pepe Castro, dirigente exitoso donde los haya (tres títulos, ocho finales y tres accesos a la Liga de Campeones en cuatro años de mandato), ha decidido prescindir de Berizzo a pesar de que su balance contable en la pausa navideña era más que honroso: quinto a dos puntos del cuarto y vivo tanto en la Copa como en la Champions. Pero el Sevilla del último decenio ha hecho de la exigencia extrema una bandera, de modo que su presidente atendió más al mal aroma que desprendía el juego, culpable de varios ridículos en lo que va de curso, que en la capacidad del técnico cordobés para triunfar en primavera.

Los detractores de Berizzo, ojo, también manejan un argumento difícilmente discutible: el punto de no retorno que había alcanzado con Steven Nzonzi, seguramente el futbolista con más valor de mercado del plantel sevillista, una cualidad importantísima en un club que ha hecho de la venta un arte. Los 40 millones de la cláusula del francés habría sido la próxima inyección de liquidez del Sevilla, pero el larguirucho es hoy un bien depreciado. El internacional galo de nuevo cuño, a quien ni sus compatriotas del vestuario soportan y que tiene un entorno familiar más insoportable todavía, reprochó al entrenador las deferencias hacia sus compatriotas, especialmente hacia su competidor Pizarro, y ahí empezó a pudrirse la temporada sevillista.

Nzonzi lleva más de un mes apartado del equipo y en su ausencia se ha degradado el fútbol del Sevilla, que hasta entonces había sobrevivido en las tres competiciones gracias a pequeños milagros como la remontada de tres goles al Liverpool o el poste que, en agosto, evitó su eliminación en la previa de la Liga de Campeones a manos del modesto Basaksehir turco. Si esa falta de Emre que heló al Sánchez Pizjuán en el descuento hubiese ido diez centímetros a la derecha, la estancia de Berizzo en el Sevilla habría sido todavía más corta.

Aceptada pues la destitución del entrenador como una vicisitud más de este fútbol preñado de urgencias, se ha entendido mucho peor la gestión que ha hecho Castro del asunto. No ayuda, claro, la ausencia de Monchi. El mago de los despachos era un paraguas excepcional para sus sucesivos presidentes y con Óscar Arias al frente, el mandatario está más expuesto. Berizzo fue la primera elección del nuevo director deportivo, que en verano confeccionó un plantel caro y plagado de deficiencias. Así, ha debido bajar al barro Castro, sobre todo porque el 11 de diciembre hizo aprobar en junta general de accionistas la profesionalización de su cargo: se tenía que ganar el sueldo con el fichaje del entrenador y así lo ha escenificado.

Tras un breve casting por el que han desfilado Tuchel, Mazzarri y Javi Gracia, será Montella quien dirija al Sevilla la próxima temporada y media. El viaje de Castro y Arias a Roma ha tenido algo de bufo, como si pareciera que iban a pedirle opinión a Monchi, y en la nota del consejo de administración el miércoles, desmarcándose de la decisión de su presidente, subyacen muchos de los problemas societarios que aquejan al Sevilla. Sin embargo, la palabra clave en el fútbol es «acertar», de modo que toda esta aparente ceremonia de la confusión tornará en celestial sinfonía si el napolitano consigue hacer ganar a quienes hace una semana parecían incapaces de batir siquiera a un juvenil.