Champions League

Milán

El derbi de Europa

San Siro, estadio del que Milan e Inter tienen la custodia compartida, será el escenario de la final entre Real Madrid y Atlético. La revancha de lo sucedido hace dos años en Lisboa.

Más de 40.000 hinchas del Madrid y del Atlético toman las calles de Milán en un ambiente de fiesta para celebrar el derbi europeo en la final de la Champions
Más de 40.000 hinchas del Madrid y del Atlético toman las calles de Milán en un ambiente de fiesta para celebrar el derbi europeo en la final de la Championslarazon

San Siro, estadio del que Milan e Inter tienen la custodia compartida, será el escenario de la final entre Real Madrid y Atlético. La revancha de lo sucedido hace dos años en Lisboa.

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Milán es una ciudad dividida. A la salida del metro un mural partido en dos invita a acudir al estadio. Una parte es del Milan. La otra, del Inter. Nada será nuevo para el viejo San Siro acostumbrado a repartirse entre dos aficiones que lo consideran igual de suyo. Pero hoy no se juega el derbi de la ciudad. Hoy se juega el derbi de Europa, que tendrá que elegir entre Madrid y Atlético. Y para demostrar que el estadio estará partido, Arrigo Sacchi, ex entrenador del Atlético y ex director deportivo del Real Madrid, presenciaba desde el césped la sesión de entrenamiento de los rojiblancos.

Simeone ha evitado hablar de revancha. Lo hizo ya en la eliminatoria contra el Bayern. Nadie en el Atlético habla de revancha. «Es una palabra que tiene connotaciones negativas porque recuerda una derrota», explica el Cholo. Prefiere hablar de oportunidad. «Es algo positivo. La posibilidad de hacer algo», afirma. El Cholo quiere ganar el partido en las cabezas de sus jugadores antes que en el campo. Por eso insiste en que el Madrid jugará al contraataque «como ha hecho durante toda la Liga de Campeones». «Aunque es posible que en el inicio del juego el Madrid, por su calidad técnica, proponga más juego», admite.

Zidane recurre más a lo pragmático. «Hay que correr, correr y correr», dice. La derrota contra el Atlético en el partido de Liga disputado en el Bernabéu fue la que le obligó a cambiar la alineación. Desde entonces, Casemiro, que apenas había tenido oportunidades, se hizo imprescindible para el técnico francés. «Su presencia hace mucho más peligroso a la contra al Real Madrid que desde el juego. Con el City jugó así la ida y la vuelta. Posiblemente, a lo largo del partido se podrán presentar distintas situaciones, pero está claro que el Real Madrid con espacios es muy peligroso», explica Simeone.

Fue a partir de esa derrota contra el Atlético cuando se construyó el Madrid que encadenó las doce victorias consecutivas con las que ha terminado la Liga. La derrota ante el Atlético le enseñó a ganar. Pero, sobre todo, a competir. Desde esa fecha, el equipo de Zidane sólo ha cedido una derrota y un empate, siempre en la Liga de Campeones y fuera de casa. Perdió contra el Wolfsburgo y empató contra el Manchester City, y de los dos golpes se sobrepuso para llegar a la final.

Simeone, aunque no lo quiere admitir, tiene en la cabeza la derrota en la final de hace dos años. Desde ese momento se propuso ser el primer entrenador del Atlético en ganar la Liga de Campeones. Los jugadores, aunque sólo quedan ocho en la plantilla, también estaban obsesionados con volver a una final. Juanfran lo prometió sobre el césped de Da Luz y ha cumplido.

Simeone no quiere volver a ver a Gabi levantando a sus compañeros, que lloraban con desconsuelo sobre el césped. El capitán salió ayer a atender a los medios junto a su entrenador y a Fernando Torres. Igual que hicieron contra el Barcelona y el Bayern de Múnich. Simeone no quiere dejar nada al azar. Por eso no ha cambiado lo que cree que le ha funcionado. Sí ha modificado todas las rutinas previas a la final. Nada se parece a lo que hizo antes de llegar a Lisboa. En lugar de llevarse a la plantilla a Los Ángeles de San Rafael, como hizo hace dos años, se los ha llevado de excursión un par de veces a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Otro par de veces se han entrenado en el Calderón. Y hasta un «spa» han visitado para escapar de la rutina. Todo vale para alejar a los fantasmas.

Zidane no acude a la superstición para que le ayude a preparar el partido. Sólo le preocupa el estado de Cristiano Ronaldo. «No le pasa lo mismo que en Manchester. Está bien y va a jugar», dice. Zizou también recuerda aquella final de Lisboa. La vivió desde el bando ganador como ayudante de Ancelotti. Era el paso intermedio entre ser jugador y entrenador. Como futbolista ya la ganó con la volea al Bayer Leverkusen. Ahora sólo le queda ganarla como entrenador. Hoy tiene su primera oportunidad.