Champions League

Real Madrid

El madridismo es una forma de ser

Suma su cuarta Copa de Europa y desde ya trabaja para la quinta. Cambió la mentalidad del Madrid para hacerlo competitivo

El madridismo es una forma de ser
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El presidente de ACS y del Real Madrid ha construido la mejor plantilla de Europa, que compite con aquella que logró el doblete de 1958.

Marcó Sergio Ramos en Lisboa y Florentino Pérez no pudo evitarlo: uno puede esconder sus pasiones hasta cierto punto, hasta que el cuerpo actúa por su cuenta y reacciona. Cabeceó Sergio ese balón que desde la esquina puso Modric y, en el palco, el presidente del Real Madrid saltó, con los brazos extendidos y las palmas abiertas, liberándose. Después se calmó y se sentó, para ser el de siempre. En Milán, el año pasado, cuando Juanfran lanzó el último penalti del Atlético al palo, un directivo que estaba sentado a su lado en el palco hizo un gesto instintivo con el puño y el brazo, un movimiento casi reflejo de victoria o alegría. Florentino, sin mirarle, le tocó el brazo, como diciéndole: espera, calma, esto es el palco.

No es fácil mantenerse rígido en el lugar de las autoridades, con la corbata apretando, la tensión en la garganta y las mismas ganas de saltar que el resto de los aficionados. Pero, dentro de lo que cabe, el presidente del Madrid aguanta luchando contra sus instintos primarios: es el presidente de ACS, uno de los hombres con poder en España y, sobre todo, antes que cualquier cosa, es madridista.

El Madrid es su pasión desde la infancia y por tanto, la pasión que le acompaña toda su vida. Y ha conseguido, además, lo que muy pocos logran: hacer de su pasión de niño su destino. Considera el madridismo una manera de estar en el mundo, que no es más que perseguir el éxito hasta el límite de tus fuerzas y más allá y obligar a todos a dar lo máximo de sus capacidades para conseguirlo. Todos los que trabajan para él tienen claro que el primer mandamiento en el Real Madrid, y también en sus empresas, es la exigencia. Y si ayer se consiguió la Duodécima, mañana hay que pensar en la decimotercera.

En las últimas siete temporadas el Madrid ha llegado a siete semifinales de la Champions, es decir, ha sido competitivo contra los más grandes de Europa, en cualquier circunstancia, manteniendo una estabilidad institucional que ha ayudado a la regularidad. Pero es que esa cifra, que ya tendría que ser asombrosa, queda en nada comparada con el dato de las tres Champions en las últimas cuatro temporadas. Eso no lo ha hecho nadie en los últimos 25 años, una dinastía que hacía tiempo que ya no se veía y en la que es fácil repetir el nombre de los protagonistas, en lo que se basa todo: Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo, Zidane y la cabeza de todo esto que es Florentino Pérez.

Llegó al fútbol tras varios intentos y con una idea revolucionaria que no era más que una predicción acertada del futuro: o los clubes crecían en ingresos extraordinarios o si se quedaban en lo que recaudaban de los socios, estarían condenados a la derrota o a la indiferencia. Porque él lo ha vivido, sabía que en el fútbol tan importante es lo que sucede en el campo como la emoción o la ilusión que se genera lejos de él y que había que conseguir que ambas cosas se uniesen en beneficio del deporte. Florentino entendió que el mundo ya no era tan pequeño y que un club que no es global no es nada. Abrió el Madrid al mundo porque no había otra forma de crecer.

No ha cambiado su filosofía en las dos etapas en las que estuvo: había que contratar a los mejores y había que lograr que el rendimiento del campo ayudase al rendimiento económico y no al revés: el fútbol español estaba basado en fichajes desorbitados que producían agujeros desorbitados. El Madrid ficha a los mejores porque sabe que son beneficiosos para la entidad en todas sus facetas. Y ahora también ficha a los mejores jóvenes para lograr el grupo perfecto de talento, la mezcla de la experiencia con la ambición. Una de las críticas que más se le hacían a Florentino es que no había director deportivo, que así, decían, no se podía hacer una plantilla que llevase al éxito.