El primer paso de Froome

Trece kilómetros y setecientos metros no es terreno suficiente para que nadie se sienta ganador de la carrera. El objetivo en el recorrido por las calles de Nimes era no perder, no sentirse derrotado por un circuito muy técnico, muy exigente para los ciclistas.

Trece kilómetros y setecientos metros no es terreno suficiente para que nadie se sienta ganador de la carrera. El objetivo en el recorrido por las calles de Nimes era no perder, no sentirse derrotado por un circuito muy técnico, muy exigente para los ciclistas. Fueron muchos los ciclistas que sufrieron caídas durante el reconocimiento previo y varios los que se fueron al suelo cuando ya contaban los tiempos. Movistar, por ejemplo, se dejó a Jorge Arcas por el camino a la salida de una curva en el primer kilómetro. Sufre un golpe en la muñeca izquierda. Y en el calentamiento ya se había caído el ecuatoriano Carapaz, que sufrió para seguir el ritmo de sus compañeros. El equipo navarro no pensaba ayer en ganar la etapa, como sucedía en otros tiempos.

La victoria era para especialistas, equipos como el Bmc, el único que consiguió completar los 13 kilómetros y setecientos metros por las calles de Nimes en menos de 16 minutos. Un recorrido espectacular que les permitió vestir a Rohan Dennis de líder. Igual que sucedió en 2015 en Marbella, cuando consiguió vestir a Peter Velits de rojo, aunque en aquella ocasión los tiempos no contaran para la clasificación individual.

Bmc superó en seis segundos el mejor tiempo que había marcado el Quick Step, que había rebajado en unas milésimas la marca del Sunweb. Y lo hizo sin víctimas. Su pérdida había llegado antes de tomar la salida por el positivo de Samuel Sánchez, al que ayer no parecieron echar de menos. «Al principio fue bastante chocante», dice Dennis. «No lo supimos hasta volver del entrenamiento y vimos que no estaba. Queda alguna prueba y tenemos que esperar el resultado. Esperemos que sea diferente», añadía.

Rohan Dennis, el primer líder de la carrera, es un contrarrelojista evolucionado para perseguir objetivos mayores, aunque admite que no ha llegado a la Vuelta para disputar la general, sino para luchar por las etapas. «Si me siento bien en las montañas y el primer test es Andorra, no me voy a quedar sentado, pero mi objetivo no es la general», reconoce.

El maillot rojo fue para el australiano, pero el verdadero ganador, como suele suceder en las primeras etapas de las grandes vueltas fue Chris Froome. La ventaja obtenida en la primera contrarreloj del último Tour le sirvió para ganar por cuarta vez la carrera francesa.

Ayer ninguno de sus presuntos competidores para el triunfo final consiguió sacarle tiempo. Él distanció en ocho segundos a los hermanos Yates y Esteban Chaves, del Orica, que consiguió hacer una buena contrarreloj aunque las prudentes previsiones del equipo se conformaban con acabar «en mitad del pelotón».

El Bora de Majka se dejó doce segundos con el Sky y peor aún le fue a los que, en teoría, son los mayores rivales de Froome. Nibali perdió 22 segundos; Contador, 26; Aru, 32 y Bardet, 36. «En comparación con el año pasado no está mal, pero siempre empezar por detrás es un problema», confesaba Alberto Contador tras la etapa. Su equipo, el Trek, era el último en salir, pero de poco le sirvieron las referencias marcadas por los rivales.

«Estoy contento por el equipo, hemos ido lo más rápido que hemos podido. Era una contrarreloj peligrosa, varios equipos han tenido caídas en los entrenamientos por la mañana y hemos apostado por ir más seguros. Hemos perdido tiempo, pero hemos ganado en seguridad», analiza Contador. Y la integridad física que tanto le ha costado mantener en las últimas grandes vueltas es fundamental para él. Aunque le aleje del máximo favorito para el triunfo final. «Veintiséis segundos son muchos segundos, pero a ver qué tal se nos da. Aunque no se pueden sacar conclusiones», asume el ciclista madrileño.