Juegos Olímpicos

Sant Cugat del Vallés

Felipe VI apela a la «unidad de todos» como en Barcelona 92

Puigdemont se apropia del espíritu olímpico para la consulta.

Felipe VI, recibido por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (i), junto a la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría (2i) y la alcadesa de Sant Cugat, Merecè Consesa (2d)
Felipe VI, recibido por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (i), junto a la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría (2i) y la alcadesa de Sant Cugat, Merecè Consesa (2d)larazon

Puigdemont se apropia del espíritu olímpico para la consulta.

Los ocho estudiantes de Oxford que este año se impusieron a sus rivales de Cambrigde en la histórica regata que cada primavera altera Londres sabían que la única manera de arrebatar el título era remar juntos. Cuando más coordinados, mejor. Esta imagen ilustra muy bien el mensaje que el Rey Felipe VI quiso hacer llegar ayer a las instituciones con motivo de la celebración del 25 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona y del acto para conmemorar los 30 años del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallès, la fábrica de deportistas olímpicos .

Ahora, la Generalitat y el Gobierno reman en direcciones distintas y la barca se tambalea, pero hace 25 años la colaboración institucional hizo posible el éxito de Barcelona ‘92. Barcelona, Cataluña y España iban de la mano y cuando Antonio Rebollo encendió el pebetero se dijeron entre risas y miradas cómplices: «¡La que hemos liado!». Eran tiempos de hablar en primera persona del plural y de éxitos compartidos que Felipe VI echa de menos.

El Rey trató ayer de animarles a remar de nuevo hacia una misma dirección para reeditar logros como los Juegos Olímpicos de 1992. Reivindicó la necesidad de que las instituciones colaboren y sumen esfuerzos para lograr éxitos como sociedad de los que se sientan orgullosos todos los ciudadanos, como ocurrió en Barcelona hace 25 años. Pero eso sólo será posible si se suma el esfuerzo y la solidaridad en torno a un proyecto en el que colaboren «todas» las administraciones. «Los Juegos Olímpicos de Barcelona pusieron de relieve ante el mundo y ante nosotros mismos lo que somos capaces de hacer y los grandes éxitos que podemos conseguir cuando trabajamos juntos y en una misma dirección, cuando sumamos el esfuerzo de todos».

Felipe VI habló de solidaridad, de generosidad y de colaboración, de cuando España, Cataluña y Barcelona eran «nosotros», de una época en la que barceloneses, catalanes y españoles fueron felices. Pero el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el mismo acto volvió a la primera persona del plural para hablar de Cataluña, de su papel en los Juegos Olímpicos y de sus ambiciones actuales, con educación y sin necesidad de hiperventilar, pero reivindicando su proyecto de referéndum. Recordó que Barcelona intentó celebrar los JJ OO en 1924 y 1936, pero que «la familia olímpica catalana perseveró» y «el objetivo se cumplió gracias a la implicación de todos». También que el catalán fue lengua oficial de los Juegos del 92, «el olimpismo siempre ha hablado en catalán», llegó a decir. Y en un claro mensaje al Gobierno –Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, pudieron tomar nota–, añadió que «Cataluña siempre ha apostado por el respeto, el diálogo y el pacto».

Samaranch y Maragall

Fue Felipe VI quien tuvo unas palabras para recordar a dos de los artífices de aquellas Olimpiadas: Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), y el ex alcalde Pasqual Maragall, que impulsó la profunda modernización de Barcelona. Antes de empezar los discursos, un asistente con una «estelada» mostró un cartel que decía «Queremos Votar», otra muestra de que no son tiempos olímpicos.