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«Mcfracaso» para desayunar

La Razón
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Darse el madrugón para ver a Fernando Alonso doblado, triturado en las rectas y retirado a escasas vueltas del final es una faena, pero ni mucho menos una sorpresa. Es la confirmación de lo que venimos comentando: el bicampeón del mundo conduce uno de los peores coches de la parrilla, casi al estilo de aquel Minardi con el que debutó. Su rajada tras acabar el primer Gran Premio del año («la mejor carrera de mi vida, pocas veces he tenido un coche tan poco competitivo») es demoledora, afilada, cruda, hiriente. Un mensaje directo al mentón de McLaren y Honda, porque lo de ayer no fue cosa sólo del motor, que también. La cosa es que o se produce un milagro de dimensiones bíblicas o el año del piloto asturiano será terrorífico, quizá el más frustrante de su carrera. Y para colmo, su compañero, Vandoorne, que está muy tierno, acabó el último. En resumen, un «McFracaso» a las primeras de cambio. Que se lo hagan mirar después de lo de Melbourne.

- Sorpasso de Vettel

Luego está lo que protagonizó Ferrari en Albert Park. El equipo que Alonso dejó porque no iba a ganar el Mundial confirma que este año está para cualquier cosa. Vettel parece un reloj atómico, podría dar mil vueltas y calcar cada paso por curva. Y si el Ferrari y la estrategia del equipo le acompañan, pues pasa lo que pasa, que Toto Wolff acaba dando un puñetazo de rabia. Hamilton y Mercedes tienen trabajo por delante, se acabaron los paseos, los duelos entre compañeros, el bólido rojo ha llegado y va a pelear por la victoria cada carrera.

- Sainz, atado

Carlos Sainz terminó en los puntos, pero su cara al acabar la carrera decía otra cosa. No le gustó un pelo la estrategia de Toro Rosso, la orden de dejar pasar a Kvyat. Carlos merece un poco más de confianza, su potencial es enorme. Que le dejen explotarlo.