Atlético de Madrid

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1-0. Torres evita un problema

Llevaba cinco minutos sobre el campo cuando marcó el único tanto del Atlético contra el Alavés. Vrsaljko volvió a dar el pase decisivo

Fernando Torres celebra su gol anotado al Alavés
Fernando Torres celebra su gol anotado al Alavéslarazon

Llevaba cinco minutos sobre el campo cuando marcó el único tanto del Atlético contra el Alavés. Vrsaljko volvió a dar el pase decisivo.

El tiempo de Torres en el Atlético se acaba. Su presencia en el campo cada vez es menor, él asume que cada partido puede ser el último y los goles han tardado en aparecer esta temporada. Hasta el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa contra el Elche no había estrenado las redes del Metropolitano, pero hay cosas que no cambian. Y Torres aparece cuando la temporada se empina y al Atlético le cuesta. Como lleva haciendo toda la vida con la camiseta rojiblanca. Antes, con más minutos y más goles. Ahora, con momentos escogidos que pueden valer mucho al final de curso.

Como es habitual esta temporada, Torres comenzó siendo uno de los habitantes del banquillo rojiblanco. Ni siquiera fue la primera opción para encontrar un gol que esquivaba al Atlético y tardó en pisar el césped. Entró en el minuto 69 por Saúl y sólo tardó cinco minutos en lanzarse al suelo para rematar el pase de Vrsaljko desde la banda derecha. La escena se repetía con el lateral croata, que hace una semana también puso la pelota en el sitio preciso para que Saúl rematara la victoria contra el Betis.

Torres introdujo en el campo un elemento extraño, el gol, porque hasta ese momento no se le esperaba. Nada hubiera pasado si los 74 minutos transcurridos hasta el tanto del «9» rojiblanco no se hubieran disputado. El Atlético apenas molestó a Pacheco, que tuvo que detener un remate en semichilena de Koke y poco más. El Atlético no encontraba la manera de llegar a la portería del Alavés, que se esforzaba por mantenerlo lejos. Como muestra, el gesto de Maripán, uno de los centrales del equipo vasco, que con la mano animaba a sus compañeros a salir después de un despeje. No querían esperar al equipo de Simeone en el borde del área. Tampoco hubiera pasado nada, visto lo que le cuesta al Atlético que la pelota le obedezca cuando los espacios son escasos. Pero tampoco encontró el camino el equipo del Cholo cuando tuvo la oportunidad de correr. Ni Saúl ni Griezmann ni Gameiro supieron aprovechar los metros libres.

Simeone había insistido en su empeño de los cuatro mediocentros para aguantar el equipo. La misma solución que le sirvió para apretar a los grandes de Europa en los momentos más delicados y arrimarse a las rondas finales de la Liga de Campeones. Pero en otros tiempos, a Gabi, Saúl y Koke los acompañaban Tiago o Augusto, futbolistas con criterio posicional y de juego, de los que ordenan el equipo. Pero Gabi va cumpliendo años y Thomas no es la personificación del equilibrio. Y refugiado en la banda derecha tampoco ofrece el mismo desborde que Carrasco, al que da la sensación de que le va a costar trabajo recuperar su lugar entre los once del comienzo.

No es extraño que el ghanés fuera el primer elegido para los cambios. Dejó su lugar a Correa, con más ganas que fútbol y nada cambió demasiado, salvo la convicción del Atlético de que debía ganar ese partido. Aunque seguía sin saber cómo.

El Alavés tampoco supo cómo aprovechar la incapacidad rojiblanca para generar fútbol. Tocaba la pelota mejor que el Atlético, pero su vida hubiera sido mejor si a Burgui le hubiera bastado un regate. Fueron varias las ocasiones que desperdició el ex canterano madridista para encarar a Oblak. Al borde del área o dentro, daba igual, siempre se le ocurría un quiebro más que hacía que en lugar de probar las manos del portero esloveno acabara disputando la pelota con Godín cerca del córner. Y fue Duarte, el lateral izquierdo, el que dio trabajo a Oblak con un disparo desde fuera del área que el guardameta atrapó como si nada. Siempre está, pero esta vez fue Torres el que salvó al Atlético de la trampa.