Real Madrid

Sevilla

Maleducados de guardia

Testigo directo

El Sevilla celebra el gol que le dio la victoria
El Sevilla celebra el gol que le dio la victorialarazon

Una cartulina con vocación, conscientemente mutilada, de ser enfocada por la televisión mostraba el espíritu reinante en los aledaños del estadio Sánchez-Pizjuán: «Soy sevillano. Que te cuente un chiste tu puta madre». Jaime, su portador, retomaba un viejo argumento del fútbol hispalense. «Antes, caíamos bien porque nos metían cinco. Ahora, que de vez en cuando ganamos, ya no les parecemos tan simpáticos», coincidía con el Lopera finisecular. «Estoy del topicazo del andaluz gracioso hasta las narices», continuaba pero rimando en consonante con camiones. No rebosaba el barrio de Nervión simpatía hacia el forastero.

- Tronó el Pizjuán

El tercer Sevilla-Real Madrid en días escenificó, grada tronante, el final de aquella Andalucía postrada, «la que divierte», que lamentaba el quejío de Pepe Suero. Reincidió el Sánchez-Pizjuán en la hostilidad hacia Sergio Ramos, tal vez porque esa canción galvanizadora del espíritu rebelde del Sur fue versionada por el grupo Reincidentes, faro del hardcore andaluz. Y sigue la letra de Suero, en la voz aguardentosa del sevillano-venezolano Fernando Madina Pepper, denunciando que «hasta el aire que respiro / me han llegado a mí a quitar. / Qué más da muerto que vivo / si te tienes que callar». Sancionados o no por Javier Tebas y Ángel María Villar, vilipendiados o no por más de medio país, estaba claro que ningún sevillista pensaba callarse. Paisano de Curro Romero y taurino, Sergio Ramos padeció un recibimiento que ni Paula en sus peores tardes: división de opiniones, que dirían los clásicos, es decir, la mitad se acordó de su madre y la mitad de su padre.

- Pañolada y silbidos

Fue una noche más para el capitán del Real Madrid, habituado al ruido que siempre generan los grandes partidos. Después de la pañolada de bienvenida, los silbidos arreciaron cada vez que intervenía y una pancarta le informaba de que, al contrario de lo que él siempre afirma, «Nervión no es tu casa». Y a los insultos de los maleducados de guardia se unió en esta ocasión un coro de cabreados por sus aspavientos del pasado jueves. Nada que requiriese catalogación de dos rombos, a no ser que el exceso de celo que muestran los chivatos de LaLiga para con el sevillismo agrave artificialmente la cuestión.