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Siempre Griezmann

Marcó el francés para hacer realidad la superioridad del Atlético sobre el Leicester, incapaz de hacer daño a los rojiblancos

El delantero francés del Atlético de Madrid Antoine Griezmann durante el partido
El delantero francés del Atlético de Madrid Antoine Griezmann durante el partidolarazon

Marcó el francés para hacer realidad la superioridad del Atlético sobre el Leicester, incapaz de hacer daño a los rojiblancos

El Atlético sólo necesitaba correr para acabar de sentirse cómodo sobre el campo. Dejar que el Leicester se acercara y sorprenderle en la salida. Cuando Griezmann tuvo espacio por delante y la pelota controlada, no tardaron en seguirle Carrasco y Torres. Funcionaron sólo como maniobra de distracción. Lo único que tenía en la cabeza el francés era el gol. Entre él y la portería se cruzó Albrighton, que lo derribó fuera del área, pero el árbitro mandó la falta a los once metros. Griezmann asumió la responsabilidad de enfrentarse a Schmeichel, el hijo de Schmeichel, y a todos los fantasmas de los penaltis fallados esta temporada.

Marcó el francés y el Atlético encontró la felicidad. Ya no necesitaba enfrentarse a diez jugadores que protegían su área. Porque el Leicester también quería correr y dejaba la pelota al Atlético. Vardy luchaba en soledad contra la defensa rojiblanca intentando enganchar algún pelotazo de los que le mandaban sus compañeros con escaso cariño. Una tarea complicada para el «9» del Leicester, que sólo ganó una vez en los primeros minutos y no encontró a nadie en el área dispuesto a rematar el centro que puso desde la izquierda.

No le funcionaba al Leicester la idea de robar la pelota arriba para que Vardy tuviera que recorrer pocos metros hasta la portería. Tampoco el Atlético le sacaba rendimiento a la posesión. Administraba la pelota con criterio y no tardaba en recuperarla cuando el Leicester intentaba jugarla. Saúl era fundamental en esa tarea de recuperación que tenía al Atlético siempre dispuesto para volver a atacar. Igual que Gabi. O Griezmann. El «7» es el primer defensa del Atlético y no resulta raro verlo cerca de su área peleando una pelota o tirándose al suelo para recuperarla.

El francés hace de todo en el equipo de Simeone, pero ni siquiera él y Koke eran capaces de penetrar en la defensa del Leicester. La disciplina defensiva de los ingleses obligaba al Atlético a intentarlo en lanzamientos lejanos que no necesitaban la intervención de Schmeichel. Ni siquiera el lanzamiento de Koke al poste en los primeros minutos consiguió abrir alguna fisura en la defensa. Saúl, Griezmann –y otra vez Koke– también lo intentaron, pero la pelota se les fue por encima del larguero a los dos. Sólo Torres pudo comprobar si el portero rival se había puesto las manos en un lanzamiento con la izquierda que no inquietó demasiado a Schmeichel. Los rojiblancos tampoco encontraron por los costados las salidas que acostumbran a tener. Especialmente por la izquierda, donde Filipe Luis se ha convertido en una de las mejores armas ofensivas del equipo de Simeone.

No encontraba el camino el Atlético. Hasta que llegó el gol y pudo animarse a echar carreras de nuevo. Así llegaron las mejores oportunidades del equipo de Simeone. Como un disparo de Torres, que se escurrió antes de disparar y terminó lanzando la pelota fuera de banda.

Ése era el camino que buscaba el Atlético y, por eso, cuando el «Niño» se marchó del campo entró Thomas. Las virtudes del ghanés están más en la zancada que en la precisión. Y eso quería el Cholo, un atleta capaz de llevar la pelota hasta el área contraria después de recuperarla en el centro del campo. Aunque Thomas también desesperó a la afición del Calderón cuando quiso poner un poco de pausa pisando una pelota que pedía más velocidad.

Carrasco también se había marchado para dejar su sitio a Correa. Quería rapidez el Cholo, de pensamiento y de ejecución. Las piernas de Carrasco y de Torres estaban cansadas y el Atlético, que había sido muy superior durante todo el encuentro, sentía que era capaz de dejar la eliminatoria resuelta sin tener que esperar una semana para saber qué equipo iba a estar en semifinales. El Leicester, a pesar de que lo intentó, sólo tuvo un disparo de Mahrez de rosca que se marchó muy desviado.

Los ingleses acabaron el partido como lo empezaron, protegiendo su área de los ataques rojiblancos. Y el Atlético, intentado arañar un gol que le permitiera viajar sin angustia la semana que viene. Pero el pronóstico de Simeone terminó siendo bueno. Advirtió el preparador rojiblanco en la previa de que el resultado iba a ser corto para cualquiera de los dos. Acertó y cumplió, además, su principal objetivo, que Oblak no tuviera que sacar balones de su portería.