Champions League

Atlético de Madrid

Juanfran y la cábala

Fue el único elemento extraño en la tanda. El único que no lanzó entre los cinco primeros contra el PSV y el único que falló

Carrasco y Godín consuelan a Juanfran tras su error
Carrasco y Godín consuelan a Juanfran tras su errorlarazon

Fue el único elemento extraño en la tanda. El único que no lanzó entre los cinco primeros contra el PSV y el único que falló

Terminada la tanda de penaltis, Juanfran se dirigió al fondo en el que se situaban los aficionados rojiblancos para pedirles perdón. «Está jodido», confesaba Simeone. El lateral aguantaba de pie sobre el campo de San Siro. Posiblemente era la penitencia que se impuso por fallar el penalti que impidió al Atlético ser campeón de Europa por primera vez. Juanfran aguantaba en pie mientras la mayoría de sus compañeros eran incapaces de levantarse del suelo, donde rumiaba su derrota. La segunda en una final contra el Real Madrid.

Juanfran es uno de los líderes del vestuario del Atlético, un ejemplo para el resto de los futbolistas del equipo. Él pone la música en el vestuario y los ánimos en el campo. Estaba destinado a ser el héroe del torneo para los rojiblancos y acabará siempre en la memoria de todos por ese error.

Pero Juanfran no recibió ningún reproche de sus compañeros. Muchos fueron a abrazarle cuando terminó de disculparse con la grada. No podían permitir que se sintiera culpable ni un solo segundo. Sobre todo porque, si habían llegado hasta allí, era en gran parte gracias a él. No es uno de los lanzadores habituales desde los once metros, pero había marcado el penalti decisivo en el Calderón, en la eliminatoria de octavos contra el PSV. Después de 210 minutos sin goles, hubo que llegar al octavo lanzamiento para decidir quién se clasificaba. Y allí estaba Juanfran para asumir la responsabilidad.

Simeone siempre asegura que no ensaya penaltis. De nada sirve practicarlos en un campo de entrenamiento vacío, como sucedería en la ciudad deportiva del Cerro del Espino, porque las circunstancias y los ánimos no son comparables a los de un partido de fútbol. Los nervios no existen en las prácticas, pero pueden aparecer cuando un equipo se juega cambiar para siempre el sentido de 113 años de historia. Cuando el futbolista tiene que lanzar en el fondo donde se sitúa la hinchada rival, de donde salen gritos de «Keylor, Keylor», el guardameta al que tiene que superar. El Cholo confía más en la valentía y en el carácter del futbolista que en el ensayo, pero suele delegar la responsabilidad de la elección en el Mono Burgos.

Koke se había marchado lesionado y había que elegir un nuevo lanzador que ocupara su lugar entre los cinco «titulares». Los otros cuatro eran los mismos y en el mismo orden que contra el PSV. Griezmann, Gabi y Saúl eran los tres primeros. Torres, el quinto, y faltaba por decidir el cuarto. Quién haría de Koke. Juanfran había acertado contra el PSV y, ya en la final, había dado a Carrasco el pase del tanto del empate con un gran toque sin dejar caer la pelota. La Copa de Europa parecía llevar su nombre. Cuestión de cábala. Pero la cábala falló. O acertó, si la sensación era que debían repetir los mismos lanzadores que contra los holandeses en octavos. Juanfran lanzó y 113 años de historia golpearon contra el poste como si la historia impidiera avanzar al Atlético.

Él, que había prometido a la afición del Atlético que regresarían a una final de la Liga de Campeones sobre el césped de Lisboa, algo que cumplieron, cargaba con el sentimiento de culpa. Pero había sido él el que los había llevado hasta allí.