Bádminton

Carolina Marín, ganadora por KO

La española Carolina Marín en acción ante la china Li Xuerui
La española Carolina Marín en acción ante la china Li Xueruilarazon

Es un portento, avasalla e intimida con el bádminton que despliega. Carolina Marín sólo necesitó dos sets (21-14 y 21-16) para eliminar a Li Xueroi, la campeona olímpica, que en el 18-16 del segundo parcial sufrió un mal apoyo que le dobló la rodilla izquierda. La onubense ya había iniciado la remontada. Así fue más sencilla y ganó por KO.

Confieso, no como Montgomery Clift, que no es para tanto, que nunca había visto un partido de bádminton en directo y casi ni uno completo por televisión. A partir de ahora me declaro fan número uno de Carolina Marín e intentaré seguir sus pasos, sus torsiones, sus relampagueantes movimientos, sus gritos de ánimo, sus «volantazos» y este deporte desconocido en España que con ella es un espectáculo. Es la número uno del mundo porque domina las facetas necesarias para triunfar en un universo de asiáticas: concentración absoluta, técnica depurada, fortaleza física tremenda, fe en la victoria, atrevimiento, desparpajo, convicción y una cabeza privilegiada.

Rodeado de chinos, que había más en el Pabellón 4 de Riocentro que en la calle Leganitos, Carolina Marín, 23 años, 1,72 metros, 65 kilos, si prestaba atención a los gritos de ánimo de la docena de españoles que allí había lo disimuló, y lo agradeció. El «fan club» de Li era bastante más numeroso y vocinglero, hasta que el juego de la onubense y el marcador fue colocando a cada quien en su lugar. En el primer set no hubo color. Marín siempre fue por delante, jugó en su terreno, cerca de la red y no tuvo réplica: 21-14.

Golpes de hasta 350 kilómetros por hora, mates garantizados, dejadas que sorprenden y desesperan, devoluciones imposibles y después de cada punto ganado, el grito, de ánimo, de concentración, de guerra. Y el gesto de Carolina, inmutable, como pretende continuar con su juego.

Carolina y Fernando Rivas, su entrenador, y todo su equipo, durante estos dos últimos meses de preparación para los Juegos han entrenado hasta llorar y lo han ensayado todo con tanta meticulosidad que ni siquiera les sorprenden las preguntas de los periodistas. Las esperan. El segundo juego empezó como el primero, saque y punto para la española, pero algo cambió, el bádminton de Li, ahora más cómoda, por delante por vez primera en el marcador, 1-2, 1-3, 7-10, y 11-14. Siempre la barrera de tres puntos. «Conozco cada gesto de Carolina, llevamos nueve años trabajando juntos. Intento decirle algo, me responde que me calle y le digo que no, que haga caso –cuenta Fernando, que le pide paciencia–. La profundidad de Xueroi no nos beneficia». Ha entrado en juego y hay que recuperar la posición en la red.

«Le digo que huya del juego tenso, que tenga paciencia porque la rival no ha puesto el pie en el suelo y el volante ya está al otro lado. Paciencia no es pasividad. Carolina le mete mucha velocidad a los volantes a riesgo de errar», prosigue Rivas. Pero deja de fallar. Ha sido un momento de crisis, superado con paciencia: «Y físico. Porque Carolina está mejor que nunca». Lo demuestra con la remontada y a partir de ahí crece. Cuando se pone 18-16 Li hace un mal gesto y cae desequilibrada. Se tuerce la rodilla. Tumbada boca arriba pide asistencia a los fisios. Llegan los de la organización. Después de varios minutos, se incorpora con un aparatoso vendaje. Da dos pasos, le duele. Acude la médico del equipo chino. Mete los dedos en la rodilla. Otro vendaje. Se incorpora, prosigue, no llega y pierde 21-16. Carolina entra en la final –en la que se enfrentará a la india Pusarla– por la puerta grande.

La medalla de la Virgen del Rocío

Fernando Rivas mantiene la serenidad, recalca que el «bádminton no es un deporte de playa». Carolina sigue la pauta. Sonríe, sin exagerar; está contenta, pero todavía no han alcanzado el objetivo. «Sólo tengo la medalla de la Virgen del Rocío», dice mientras la acaricia, y anuncia: «Mañana –por hoy– voy a por el oro». Confiada en su preparación, describe su estado de ánimo: «Estoy todavía emocionada después de ganar este partido. Era ella la que defendía el oro olímpico. Yo no he ganado nada. Así que he salido a disfrutar, con la estrategia bien estudiada. Y eso es lo que quiero hacer en la final, disfrutar». En el segundo set, leve crisis... «Es que delante tenía a la campeona olímpica. Yo no defendía el título, era ella. No soy perfecta. Pero también sé que hay que desdramatizar los fallos y recuperar la estrategia. Lo que hemos hecho».