Nacionalismo

La bandera y el regreso

La Razón
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Había miedo a que los nacionalistas utilizaran los Juegos para sacar provecho. La campaña de prensa internacional de la Generalitat lo dejaba claro: «In Catalonia, of course» (En Cataluña, por supuesto). Pretendían que aquel gran acontecimiento sirviera para hacer propaganda de su política. Y aunque se habían medido al detalle los gestos e intervenciones, todo cambió en un instante. Los Reyes Juan Carlos y Sofía entraron en el Estadio Olímpico de Montjuïc acompañados por los acordes de «Els Segadors», el himno catalán, seguido del español. Todo en su justa medida. Todo, hasta que salió el equipo español precedido por su abanderado, el príncipe Felipe. El estadio se derrumbó. La infanta Elena rompió a llorar a moco tendido, mientras la Reina agitaba los brazos –el protocolo había desaparecido– como si fuera un molino de viento. Fue el principio del cambio. Los éxitos y medallas fueron los éxitos de Cataluña, porque eran los de España. Dice algún converso del nacionalismo que «Cataluña salió de los Juegos más español». Pero si fue así es porque fueron un rotundo éxito. Ahora regresa el Rey y volverá a levantar aquella bandera: la del éxito de Cataluña y de España.