RFEF

Larrea no es Villar

Amigo y viejo compañero del anterior presidente, es una apuesta por la continuidad, aunque se distanció de su predecesor en su discurso, más breve, y en la atención a los medios tras la reunión.

Juan Luis Larrea, durante su primera asamblea como presidente
Juan Luis Larrea, durante su primera asamblea como presidentelarazon

Amigo y viejo compañero del anterior presidente, es una apuesta por la continuidad, aunque se distanció de su predecesor en su discurso, más breve, y en la atención a los medios tras la reunión.

Para mucha gente, el rostro de Juan Luis Larrea hubiera pasado inadvertido hasta hace unas horas. Para muchos, quizá, sólo era ese señor de bigote que aparece en las fotos de la Federación. Pero Larrea, que de repente se ha encontrado con el encargo de gestionar la Federación que ha quedado descabezada después del ingreso en prisión de Ángel María Villar, lleva toda la vida en el fútbol. Primero en la Federación Guipuzcoana, que preside desde hace 30 años, y, después, en la Española, a la que llegó de la mano de Ángel María Villar hace 28. La prueba de que no es un recién llegado es que lo que le ha llevado al puesto es ser el directivo más antiguo de la Federación.

Pero el fútbol para él, es algo más que las cuentas de la Federación que ha supervisado durante los últimos años desde su cargo de tesorero y que hoy le harán declarar como testigo ante el juez Pedraz. Su hijo Gorka, después de criarse en las divisiones inferiores de la Real, llegó al primer equipo y después jugó en el Almería, el Levante y el Numancia. Ha disputado 115 partidos en Primera y 45 en Segunda antes de emigrar a Estados Unidos.

El padre, Juan Luis, no esconde su amistad con Ángel María Villar, aunque los últimos acontecimientos le han hecho extremar la prudencia. «He tenido una excelente relación con Ángel y espero seguir teniéndola. Estamos todos con que si te quemas o no la mano y a mí no me ha defraudado», aseguraba ayer después de presidir su primera asamblea. Acostumbrados a los extensos discursos de Villar, la única ocasión prácticamente en la que se le podía escuchar en público, la primera intervención de Larrea ayer fue breve. «Ante el desafío de días como los vividos y hechos sobre los que decidirá la justicia y el tiempo, ese juez insobornable que da y quita razones, quiero alentar desde aquí a una asamblea de cuya legitimidad no cabe duda, con el convencimiento de que seremos capaces de revertir esa situación y lo haremos sin linchamientos prematuros, juicios sumarísimos ocasionales y ventajistas a esta institución y a las personas que forman parte de ellas», dijo. Fue su mayor defensa del equipo que ha dirigido hasta ahora la Federación.

Tan poco acostumbrado a tratar con los medios en público como el anterior presidente, no tuvo inconveniente en atender a la prensa presente en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Algo que Villar nunca hizo. Son nuevos tiempos en los que se quiere dar imagen de transparencia. Tiempos en los que no sobra un gesto amable, como el que tuvo al dar las gracias a Óscar Garvín, el presidente de Proliga, que había sido su único «rival» en la asamblea. Garvín, que se oponía a las propuestas de la Federación cambió su voto cuando Larrea aseguró que el fútbol modesto recibiría el dinero que le corresponde de los derechos televisivos del fútbol. Un gracias y una palmada confirmaron el acercamiento después.

Larrea llega sin marcarse plazos –«de momento estaré este mes», asume–, pero consciente de que la presidencia es suya. «No somos una comisión gestora y, de momento, no nos hemos planteado convocar elecciones», asegura el nuevo «jefe» del fútbol español.