Eurobasket

Viejos y canallas

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El proceso, no esperaba menos, ha sido el habitual: victorias, títulos, gloria, derrotas, críticas y acusaciones de lo más variopinto. Que si juega por amiguismo, que si maneja el vestuario, que si ha robado el sitio a un joven talento, que si es un canalla que sólo juega por dinero. Esta vez le ha tocado el turno al tipo que más veces se ha puesto la camiseta de la Selección, Juan Carlos Navarro. El capitán de la gran España ha dicho adiós con otra medalla, pero da igual. El bronce en el Eurobasket da igual. Lees las redes sociales y parece un apestado. En esta sociedad parece que el veterano es sospechoso. Da igual que no levante la voz o que su rendimiento esté a la par de los demás, es culpable. Y me da mucha pena, la verdad. Resulta que uno ya no puede llegar a mayor en su profesión, que la experiencia es motivo de desdén y que la hoja de servicios es papel mojado. Y habrá quien diga: claro, por esa regla de tres, que siga jugando Epi. Pues no, oiga, no es eso.

La última victoria

Esta generación, la que ha conseguido otra medalla, merece irse cómo y cuando quiera, siempre que el seleccionador lo considere oportuno, evidentemente. Es decir, los Pau, Marc, Navarro, Rudy, Felipe Reyes, Ricky o el «Chacho» tienen derecho a salir por la puerta que les plazca. ¿Qué pasa si Sergio Scariolo consideró oportuno convocar a Navarro para este torneo? O, mejor aún, ¿qué pasa si Pau está en disposición de jugar los Juegos de 2020 para despedirse? ¿Acaso le vamos a decir que no, que no toca seguir defendiendo a España? Jorge D’Alessandro me lo comentaba hace unos días: «Cómo admiras a los veteranos». Claro, contesté. Me emociona la resistencia del ser humano ante el paso del tiempo. Supone una victoria. La última victoria. Al fin y al cabo, es algo por lo que tarde o temprano pasaremos en esta vida repleta de desagradecidos.