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¿Cómo se puede lidiar con un jefe que le tiene manía?

¿Cómo se puede lidiar con un jefe que le tiene manía?
¿Cómo se puede lidiar con un jefe que le tiene manía?larazon

Háblelo abiertamente con él, pero de manera asertiva, sin resultar antipático. Antes, asegúrese de que sus pesquisas son reales cotejándolas con algún que otro compañero.

¿Cree que su jefe le tiene manía y no sabe como lidiar con el problema? Antes de dar un paso en falso, asegúrese de que no son imaginaciones suyas, para eso intente contrastar sus impresiones con uno o dos compañeros y si sigue convencido de que lleva razón, plantee la cuestión a su superior, pero no de cualquier manera. Busque el momento para hablar con él y trasládele sus dudas respecto a su comportamiento con usted, pero de manera asertiva, sin resultar antipático ni dar la impresión de que se queja porque sí y siempre tratando de llegar a un acuerdo para que la relación fluya mejor.

Para David Tomas, director general de Cyberclick Group, no se trata tanto de que el jefe le tenga manía, sino que más bien existe un problema de comunicación. En ocasiones, los superiores no tienen el hábito de preguntar cómo está, y en otras se trata de personas muy exigentes que algunos perciben como agresivos. De la misma opinión se muestra Vivian Acosta, socia de Talengo, para quien «creer que el jefe le tiene manía a uno puede ser sólo una sensación, por ello debemos entender que las pesquisas son reales y que no es una historia montada, porque la gente no tiene manía, sino diferentes expectativas».

Si está seguro de que es así diseñe una conversación, porque cuando se improvisa y se va con una emoción, uno puede posicionarse mal. «Debe saber qué va a decirle, explicarle cómo se siente y por último, proponerle un acuerdo», subraya Acosta. Y es que, según esta experta, lo más importante es entender que uno no debe expresar inconformismo sin proponer cambios porque «la queja no sirve para nada». Antes de mover ficha, Andrés Fontenla, director general de Fontevalue Consulting, recomienda entender cómo se ha llegado a esa situación, «si ha sido sobrevenida o si ha sido algo paulatino (la suma de muchas cosas)». En caso de que haya sido algo progresivo, se debe evitar los puntos de conflicto que nos han llevado a esa situación de incomodidad con el jefe, y si los hechos han sido sobrevenidos, deberemos plantear el tema al superior, en una conversación franca, honesta y, a partir de ahí intentar resolverlo, comenta este experto.

En cualquier caso, resulta importante hacer un parón, reflexionar y buscar el momento oportuno para hablar con el jefe. Una vez en escena no hay que entrar a «saco» en esta cuestión. Es más oportuno y certero comenzar hablando sobre el negocio, la estrategia de la compañía, cómo se ve dentro de la organización, etc. y sólo entonces poner las cartas encima de la mesa, aconseja Fontenla. La frase, «he notado esto en esta relación y quería compartirlo con usted», es una buena forma de romper el hielo.

Otros profesionales aseguran que los jefes no tienen manía, sino que el problema está en el posible, «desalineamiento» entre sus expectativas y las suyas. «No debemos esperar a que sea el jefe quien cambie, sino nosotros mismos, entendiendo qué espera de nosotros, poniéndonos en sus zapatos y empatizando con él, lo que puede ayudarnos a gestionar las dificultades y a crecer como profesionales, porque el desalineamiento se arregla», asegura Nekane Rodríguez, directora de Lee Hecht Harrison. Sólo la creencia de que el jefe nos tiene manía hace que ese juego se retroalimente. Si usted lo cree se comportará como si realmente le tuviera manía. Su comportamiento, apunta Nekane Rodríguez, «puede deberse a múltiples factores, como a presiones externas, por eso debemos valorar los pro y los contra de indisponernos con él. Si lo hago y no gestiono bien el conflicto, es muy difícil que consiga hacerlo con éxito en el futuro, y si me paso el día quejándome, será imposible que algún día me asciendan».

La pregunta que deberíamos hacernos entonces es: «¿Qué saco de bueno llevándome bien con mi jefe y qué saco de malo si me enfrento a él? Y es que muchas veces no pensamos en las oportunidades, sino en los derechos», apunta Nekane. «Exceptuando entre un 2% y un 5% de malos jefes, en líneas generales éstos no tienen manía», señala esta directiva.

Pero y, si después de hacer lo imposible por normalizar la situación, resulta que su jefe no le soporta. Nekane Rodríguez aconseja «temporalizar los problemas y preguntarnos “¿este jefe va a estar siempre conmigo?” pues es sabido que muchas veces ellos van y vienen, no son eternos».

David Tomas considera que «si eso ocurre es que es un mal jefe y entonces deberíamos empezar a valorar otras oportunidades profesionales dentro de la empresa o salir de la misma». También podemos armarnos de paciencia porque si es tan malo puede que al final lo despidan. Pero, sobre todo, y lo más importante, es no darles vueltas al asunto, «convertirlo en su día a día no es saludable», concluye el director general de Cyberclick Group.