Bruselas

Eduardo Olier: «La austeridad total genera pobreza»

La Razón
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Paro desorbitado, el consumo por los suelos y millones de familias a las que les resulta muy difícil llegar a fin de mes. Éste es el panorama diario de España, un «destrozo económico que hemos visto y aún sufrimos», como lo describe Eduardo Olier, que acaba de publicar «Codicia financiera: cómo los abusos financieros han destrozado la economía real» (Pearson), donde analiza la forma en que los mercados «ahogan la economía real» con la connivencia de las clases políticas.

–¿Quiénes son los codiciosos que nos han llevado a esta crisis?

–Los avaros son muchos. Las crisis tienen mucho que ver con la pérdida de valores y la codicia. El pensamiento de que lo bueno es lo que a mí me beneficia lleva años propugnando la codicia como método de creación de riqueza, y no es verdad. Cada vez se agranda más la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen.

–¿Hace falta entonces ser codiciosos para salir de la crisis?

–Lo que se necesita es una economía de reparto. Cuanto más se reparta la riqueza, más riqueza se genera. Hay que ir a una economía más humana, no para el conjunto, sino para cada persona. Mirar el PIB per cápita es un absurdo, no refleja la riqueza real de las personas. Es como si yo me como un pollo y, como somos dos, tú te has comido medio pollo. Además, en economía no existe una ley general aplicable a todo el mundo. Es una ciencia social que no tiene una verdad absoluta. La economía que funciona en un país no funciona en otro.

–¿A qué abusos se refiere?

–A los «inventos» financieros. Un derivado como las preferentes en sí mismo no es malo. El problema es que, si yo tengo ahí metidos productos de ínfimo valor con una calificación de máximo valor, y lo vendo, es un abuso. Eso es codicia.

–¿Qué parte de culpa tienen los ciudadanos?

–El más culpable es quien tiene más responsabilidad, el regulador financiero. También tiene responsabilidad el ciudadano que invierte en un producto financiero porque le dan un 7% de rentabilidad, cuando el dinero está al 3%, y que no se pregunta de dónde viene ese 7%. La culpa es tanto de quien toma un crédito que sabe que no puede pagar como de quien vende algo que sabe que no vale nada.

–Muchos de los afectados por las preferentes no parecen precisamente expertos financieros...

–Ha habido abuso. El problema es que hay que informar convenientemente al consumidor del riesgo. Las preferentes son productos financieros de alto riesgo que no se pueden vender a personas que tienen un capital para su supervivencia o para su futuro. La entidad financiera tiene que buscar clientes que asuman el riesgo, no clientes que quieren riesgo cero. Con todo, creo que esas personas eran capaces de leer el contrato que estaban firmando.

–¿Hay que rescatar a los bancos, a las personas o a ambos?

–Hay que ser justo. Aquella persona que de pronto deja de pagar su hipoteca, habrá que analizar el problema caso por caso, pero no generalizar, porque sería injusto para quien sí paga. Hay personas que cogieron un crédito por encima de sus posibilidades, y eso se llama codicia. Otras, desgraciadamente, han tenido un descalabro económico y no se los puede echar a la calle el segundo día, pero tampoco regalarle ese bien.

–¿Y qué responsabilidad corresponde a los políticos?

–Los políticos deben velar por que no haya abusos. Cuando además de regular, entran en el circuito económico –véase las cajas de ahorros–, ahí se pueden producir enormes perturbaciones y catástrofes económicas, ya sea por propio interés o por desconocimiento. En España hemos visto el problema de las cajas, ejemplo claro de cohabitación malsana de la política y el mundo financiero.

–¿Es lógico que el responsable de una corporación vaya a la cárcel por haber realizado una mala gestión o inversión, como puede suceder con Miguel Blesa?

–Las malas inversiones suceden todos los días en el mundo capitalista. Tomamos decisiones económicas y algunas veces salen bien y otras veces salen mal. Eso es lícito. Es como si uno compra un barco, y de pronto el barco se le hunde y pierde el dinero. Otra cosa es tomar decisiones buscando un beneficio propio al margen de la legalidad.

–¿Qué nos espera si no damos un cambio de rumbo?

–Vamos a tener crisis sucesivas. La solución de endeudarse para resolver el problema del déficit lo agrava. La austeridad total genera pobreza. Hay que conjugar austeridad y ajustes con inversión. En España, el crédito y las inversiones están congelados, y únicamente se sigue la política de ajustes, que en el fondo es la que marca Bruselas.