Barcelona

El «aparato» maniobra para evitar que un soberanista controle UGT

La candidatura oficialista, que encabeza Miguel Ángel Cilleros, carga contra su rival, Pepe Álvarez, por su apoyo al independentismo catalán

Cándido Méndez vive sus últimos cuatro días en la cúpula de UGT, en la que ha permanecido 22 años
Cándido Méndez vive sus últimos cuatro días en la cúpula de UGT, en la que ha permanecido 22 añoslarazon

La candidatura oficialista, que encabeza Miguel Ángel Cilleros, carga contra su rival, Pepe Álvarez, por su apoyo al independentismo catalán

José María Álvarez es el candidato que se presenta con más posibilidades para suceder a Cándido Méndez al frente de la UGT en el Congreso Confederal que se inicia hoy. Este asturiano de Belmonte, prejubilado de la Alstom y que cumplirá 60 años el 20 de marzo, no es el candidato del aparato. Se presenta como la renovación y apuesta por una organización más flexible y transparente, a pesar de que lleva en la dirección del sindicato en Cataluña desde 1989, fecha en la que fue elegido presidente de la Comisión Gestora, que defenestró a la ejecutiva que presidia en ya malogrado Justo Domínguez. Un año después, fue elegido secretario general.

Durante cuatro días, los 601 delegados de la UGT decidirán entre Álvarez y Miguel Ángel Cilleros, el candidato del oficialismo. La pugna está asegurada en una organización debilitada por la crisis y la pérdida de afiliación sindical y por los escándalos que han trufado los últimos años de la vida del sindicato, necesitada de una reestructuración para hacerla más ágil y que pretende dejar en tres las federaciones sectoriales. Cándido Méndez, tras 22 años en la dirección, deja una organización partida en dos y una gestión con más sombras que luces.

La pugna está asegurada por la fuerte división que se vive en el sindicato. Contra la tradición ugetista, las delegaciones de federaciones y uniones llegan divididas. Un ejemplo. Álvarez se rodeó de secretarios generales para presentar su candidatura. Horas después, algunas organizaciones se desmarcaban de la postura de su secretario general. Otro ejemplo. Ni Andalucía, la Unión de Méndez, se presenta unida en este congreso. Méndez no ha podido imponer a su candidato. En este ambiente, Cilleros está lanzando duros ataques contra Álvarez por su postura independentista. El líder catalán niega la mayor y dice que defender el derecho a decidir no es defender la independencia. Sin embargo, Álvarez tiene los pies de barro en este tema porque ha ido mucho más allá en el tema soberanista.

UGT de Cataluña es miembro del Pacto Nacional de la Transición –a la independencia– y ha participado activamente en las manifestaciones soberanistas del 11 de septiembre. Además, Álvarez ha compartido mítines, actos y mesa y mantel con la Asamblea Nacional de Catalunya y Òmnium Cultural, y asistió a la manifestación de apoyo a Artur Mas en su declaración ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Los sectores críticos de Álvarez se preguntan si es socialista o es independentista por sus planteamientos. En la revista «Les Noticies de Llengua i Treball», uno de los boletines oficiales del sindicato, se afirmaba en octubre de 2013 –justo después de la Vía Catalana del 11-S– que se apostaba por la independencia porque se andaba un camino de «la resignación a la superación de la crisis». La editorial de la revista, que apostaba sin tapujos por la secesión, se ufanaba en la superación del debate «izquierda-derecha, que es una falacia», por el debate nacional «han hecho falta muchos años y muchos esfuerzos para que esta falacia partidista e ideológica, a derecha e izquierda, en detrimento del país haya quedado superada». Para la UGT, con las movilizaciones nacía un objetivo: «Un proyecto colectivo sin depender de nadie». Este número calificaba también de «frustrante» el discurso de la izquierda no nacionalista criticando a España: «Nos ofrecen el pacto del hambre. O claudicáis u os humillamos más». Después de páginas y páginas con fotos de la manifestación independentista del 11-S se afirmaba en un titular: «Sólo con un nuevo Estado serán posibles las mejoras sociales y la salida de la crisis». En este ejemplar se pueden leer publirreportajes sobre la CUP, la Asamblea Nacional Catalana y el Proceso Constituyente, la organización liderada en aquellos días por la monja Forcades. El artículo iba firmado por el actual jefe de filas de En Comú Podem, Xavier Domènech, donde afirmaba que el proceso es el programa».

Cilleros ha intentado, con escaso éxito, esgrimir la posición independentista de Álvarez a favor de sus intereses porque en muchos sectores de la UGT se le considera un «hombre gris». Sin embargo, aunque Álvarez tiene una cierta ventaja, todavía los partidarios del secretario de Movilidad no tiran la toalla. El secretario de Cataluña sabe que en estos días se juega el todo o nada. Lejos quedan, a su juicio, aquellas afirmaciones independentistas en los órganos oficiales de la UGT catalana: «Nosotros, pequeños animales risueños, tomemos el timón de nuestro presente y futuro. Esto ya es nuestro». Más cerca está la percepción de que la UGT catalana es un vivero de Junts pel Sí. Neus Munté, vicepresidenta del Gobierno catalán fue miembro de la ejecutiva ugetista; la secretaria de Girona, Dolors Bassa, es la actual consejera de Trabajo; Miguel Ángel Escobar, candidato al Senado y actual delegado de la Generalitat en Barcelona, secretario de Comunicación; Josep Maria Violant, miembro de la ejecutiva de CDC y de UGT, fue contratado por Alston; Laura Pelai, asesora de la sección sindical de SEAT y dirigente de ERC, bien situada para dirigir la UGT catalana; Cesc Poch, secretario de Osona ahora dirige la Agencia Catalana de la Juventud; Jordi Salvador, secretario de Tarragona, es diputado por ERC en el Congreso; y Camil Ros, ex miembro de ERC, puede ser el sustituto de Álvarez en Cataluña.