Finanzas

El BCE pone en alerta a los bolsillos españoles

«No es casualidad que las quiebras de los bancos hayan aumentado con los estímulos», dice el economista Daniel Lacalle

Mario Draghi se ha mantenido firme frente a los que han criticado sus medidas/Gtres
Mario Draghi se ha mantenido firme frente a los que han criticado sus medidas/Gtreslarazon

El fin de los estímulos tendrá efectos sobre los préstamos, las hipotecas y la prima de riesgo, por lo que afectará al consumo y a la deuda de las familias y empresas nacionales.

La recuperación económica es un milagro del que se ha hablado mucho en la prensa, en las reuniones de empresarios y en los discursos de los altos mandatarios de estado. Sin embargo, en la calle no es un tema tan recurrente y, de hecho, muchos ciudadanos aún se preguntan si de verdad se ha salido de la crisis o sólo es un espejismo que ni siquiera el grueso de la población no ha llegado a percibir. De esta manera, la gente permanece expectante a cómo afectará a sus bolsillos el fin de la expansión monetaria del Banco Central Europeo.

Es evidente que ciertos indicadores económicos reaccionarán cuando acaben los estímulos y nadie se librabrá de ello. Una consecuencia inmediata debería consistir en un crecimiento de los tipos de interés si el BCE así lo decide. Desde el propio organismo aseguran que «no se ha indicado ninguna fecha para este aumento». Sin embargo, el economista Daniel Lacalle no está de acuerdo y reclama un aumento de los tipos porque «los prestamos e hipotecas ya reflejan esa necesidad. Pero a estos niveles, lo que ocurre es que con tipos casi cero, no se pueden conceder préstamos a pymes y familias porque el riesgo no se cubre correctamente. Si suben los tipos, los bancos estarán mejor, podrán sanearse y prestar más. Empezarán a sacar la cabeza del agua y a mejorar su balance».

Por lo tanto, según su teoría, se recuperaría aquella alegría con la que las entidades financieras concedían dinero a empresas y particulares antes de la crisis. Así, después de que «las familias hayan reducido sus deudas», admite Lacalle, podrán «aumentar su consumo», algo que hasta ahora no han podido hacer porque la liquidez inyectada por el BCE ha ido a parar a los estados y las grandes empresas.

Todo ello con la lección aprendida de que se debe controlar la firma de préstamos imponiendo criterios de solvencia más exigentes a los clientes. Con todo, el catedrático de Economía de CUNEF y director de Estudios Financieros de FUNCAS, Santiago Carbó, manifiesta que «los bancos también tendrán que cuidar la calidad de los activos porque la subida de tipos puede aumentar las dificultades de pago de los prestatarios», aunque en principio debería beneficiarles porque «podrán operar en un entorno más normalizado, donde los tipos a corto y a largo presenten diferencias mayores que las de los últimos años y, sobre todo, donde estos tipos se coloquen en rentabilidades reales positivas».

En otras palabras, los bancos se están frotando las manos porque ven cada vez más cerca la subida de los tipos a pesar de que la esperaban a finales de este año. Aunque finalmente no haya sucedido, la reducción de los «mal llamados estímulos», dice Lacalle, ha sido una buena noticia para las entidades bancarias porque con ellas «pierden dinero cuando lo prestan y les cuesta más sanear su balance. No es una casualidad que las quiebras de bancos aumenten con esos enormes estímulos».

En España el primer ejemplo que se le viene a uno a la cabeza es bastante reciente, el del Banco Popular. La entidad acudió a una subasta de préstamos organizada por el BCE en marzo y obtuvo 7.200 millones al 0%. Cualquiera diría que se llevaron un buen pellizco con unas condiciones óptimas. Un aplauso para ellos. Pero la realidad del banco era otra, y en junio el organismo presidido por Draghi lo consideró «en quiebra o cercano a ella», lo cual sostiene las palabras de Daniel Lacalle.

En definitiva, los clientes de los bancos españoles podrán estar más tranquilos una vez finalicen las políticas expansionistas del BCE. Y desde el punto de vista de la inversión extranjera que llega a nuestro país, lo cual afecta directamente a la economía, hay que fijarse en cómo influirá la retirada de estímulos a la prima de riesgo.

«La subida de la prima de riesgo sería modesta si mantenemos las reformas. No más de 50 puntos básicos (en línea con la inflación)», explica Lacalle. Mientras, Carbó tampoco cree que se vaya a disparar porque «dependerá de la solidez y tranquilidad con la que se realice la transición», y parece que se hará de manera muy paulatina para alterar lo menos posible a los mercados financieros.

Por último, otro de los indicadores vitales en la inversión en la renta fija, que influye a la emisión de deuda española. Como hemos dicho, la prima de riesgo crecerá ligeramente y, con ello, añade Lacalle, «se normalizarían también las valoraciones extremadamente complacientes de la renta fija». De esta manera, puede que se pierda interés en comprar deuda española, pero ya no hace falta deshacerse de la misma al ritmo de hace un par de años gracias, precisamente, al milagro de la recuperación económica impulsado por el BCE.

¿Qué pasará con el bono español?

La rentabilidad del bono español a diez años está ahora mismo en un balancín debido a la inseguridad que provocan los acontecimientos políticos y a la reacción de la economía a la retirada de estímulos de los que España tanto se ha beneficiado para liberarse de su deuda. En marzo de este año se situaba en el 1,87% y el 9 de noviembre en el 1,54%. El riesgo de la inversión hace plantearse si es positivo depositar dinero en España, por lo que nos volvemos a alejar de los niveles previos a la crisis –en noviembre de 2007 estaba en el 4,29%–. Sin embargo, esta caída del valor del bono a 10 años no es un fenómeno aislado en nuestro país, ya que en Alemania ha descendido desde el 0,44% en marzo hasta el 0,33% el pasado jueves.