Rescate a Grecia

El desabastecimiento acerca Grecia a Venezuela

Pasta, arroz y leche para bebés empiezan a escasear en los estantes de los supermercados

Colas a la puerta de una tienda de alimentación en Atenas, ayer
Colas a la puerta de una tienda de alimentación en Atenas, ayerlarazon

La entrada del supermercado Spar muestra una imagen normal. A media mañana, algunas personas mayores empujan con esmero el carro, mientras que madres y padres aturullados tiran de sus hijos para terminar la compra lo antes posible. Las estanterías están repletas, como todos los días, excepto la parte de leche para bebés.

El encargado del supermercado, Stelios Xepapadeas, nos lo cuenta: «Desde el lunes, todas las familias con niños pequeños se han llevado leche para niños a mansalva. Si antes compraban uno o dos por semana, estos días se llevan ocho». Él mismo tiene un amigo que se gastó 56 euros en leche para su hijo. Según el encargado, lo mismo sucede con otros productos básicos, como la pasta o el arroz, «pero está claro que si tienes un bebé, prefieres gastarte todo el dinero en su leche antes que comer tú».

Para el resto de los alimentos no se ha notado ninguna escasez, pero sí en el caso de la leche para los más pequeños. «Algunas marcas se han agotado y ya no reponen, porque no podemos hacer los pagos debido al cierre de los bancos», apunta. Esos primeros síntomas de desabastecimiento no han afectado a la población: «Nadie se ha quejado. Compran otra marca de leche o se van a otro supermercado».

No obstante, Stelios asegura que a partir de la semana que viene la falta de productos se podría empezar a notar. Lo mismo opina Nikos, encargado de Sklavenitis, un supermercado cercano: «Mucha gente no compra más porque no tienen tarjeta de crédito y desde el lunes sólo cuentan con 60 euros diarios. Pero igualmente a este ritmo no alcanza para pasar la próxima semana con todos nuestros productos».

En sus 20 años trabajando en ese establecimiento, «nunca había visto nada semejante como lo del lunes». Según describe, «la gente se llevaba carros hasta arriba, cuando normalmente nadie compra el lunes, sino el fin de semana». También indica que los productos que más se llevaron fue la leche para niños, pasta y papel higiénico.

«La gente no tiene pánico, ni es una situación alarmante», indica Nikos, «pero sí hay preocupación y prefieren prevenir». Para el encargado, que prefiere no dar su apellido para proteger la identidad (y su empleo), sucede lo mismo con la retirada masiva de depósitos de los bancos: «No necesitas dinero, pero sacas porque ya no te fías de qué será lo siguiente que vendrá».

Ambos locales se ubican en Agia Paraskevi, un barrio de familias de clase media a las afueras de Atenas. En el centro de la capital griega no ha habido indicios de desabastecimiento. La dependienta de un supermercado Galaxy, en el distrito de Omonia, nos cuenta el por qué: «Aquí en el centro de Atenas viven personas solas o parejas, pero no tantas familias. Además, los supermercados son más pequeños y para hacer grandes compras hay gente que prefiere irse fuera».

En el centro de la capital, sin embargo, la escasez se empieza a notar en las farmacias. De las ocho farmacias que recorremos (y acceden a contestar), cinco nos explican que esta semana han recibido menos medicamentos de los que pidieron. La dueña de uno de esos locales, Irina, cuenta que piden «diez cajas y envían cuatro». Eso, según ella, se debe a que los laboratorios no pueden realizar algunos pagos a través del banco, pues están cerrados, «y también por prevención».

Igual como sucede en los supermercados, Irina y Kostas, propietario de otra farmacia, indican que los suministros «durarán una semana». Si abren los bancos el martes, como promete el Gobierno heleno, no habrá problema, aunque ambos lo dudan.

El otro problema que se han encontrado estos días ha sido la cantidad de gente mayor que no puede pagar sus medicinas. «Antes eran dos de cada diez, ahora son cinco. Y también compran menos productos. Sólo lo imprescindible, pero nada de cosméticos u otros remedios secundarios», señala Kostas. ¿Qué hacen cuando un anciano no puede comprar su medicamento? «Se lo damos y ya lo vendrá a pagar. Nos conocemos, son gente del barrio», asegura el hombre, lo mismo que hace Irina. En la entrada de la farmacia, la mujer colocó unas letras donde se lee: «Yo amo Grecia». Eso significa que «no voy a dejar a un compatriota tirado y menos a una persona mayor».

Los jubilados han sido los más afectados por el corralito, ya que tuvieron que esperar hasta el miércoles y algunos hasta ayer para recibir su pensión, cuando el día de cobro era el lunes. A las siete y media de la mañana un grupo de ancianos ya aguardaba en la sede del Banco Nacional de Grecia para recoger su paga. Unos minutos más tarde un empleado de la entidad salía con varios botellines de agua para repartirlos entre la cola. «¿Cómo he vivido esta semana? Pidiendo dinero a mis vecinos», responde Crisula, una de las mujeres que allí esperan. «Tengo 69 años. En toda mi vida no he hecho nada para encontrarme en esta situación».