Rescate europeo

El Eurogrupo aborda por primera vez el alivio de la deuda griega

El FMI vincula un acuerdo para rebajar las condiciones de los créditos a la aprobación de un paquete de medidas de urgencia previstas para 2018

Manifestantes contrarios a los ajustes fiscales y de las pensiones se congregaron ayer frente a la ateniense plaza Sintagma
Manifestantes contrarios a los ajustes fiscales y de las pensiones se congregaron ayer frente a la ateniense plaza Sintagmalarazon

El FMI vincula un acuerdo para rebajar las condiciones de los créditos a la aprobación de un paquete de medidas de urgencia previstas para 2018

Quizás como muestra de buena voluntad, los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro han querido celebrar hoy –9 de mayo, Día de Europa– una reunión extraordinaria para debatir la madre de todas las batallas: el alivio de la deuda griega. Pero como siempre que se trata de Atenas, nada está garantizado de antemano.

El Eurogrupo debe, por una parte, valorar las medidas aprobadas por parte de Grecia que posibiliten el desembolso del siguiente tramo de rescate –dentro del tercer programa de ayuda valorado en 86.000 millones de euros– y, por otra, un plan de urgencia que se activaría de forma automática si los objetivos de déficit primario (descontado el pago de intereses) acordados para el año 2018 no se cumplen.

Meta del 1,5% en 2018

El problema reside en que la ecuación no resulta tan fácil de resolver debido a las tortuosas relaciones dentro de las instituciones acreedoras. El Fondo Monetario Internacional (FMI), comandado por Christine Lagarde, decidió el pasado mes de agosto limitar su papel al de mero supervisor y postergó su participación con dinero contante y sonante, y entrar a debatir el alivio de la deuda a la dureza de las reformas.

Desde entonces, los constantes retrasos en la puesta en marcha de los recortes por parte de Atenas han retrasado que el FMI vuelva a subirse al carro de los acreedores y Lagarde reiteró el pasado mes de abril en la reunión del Eurogrupo en Ámsterdam que no cree en las optimistas cuentas del equipo negociador europeo que prevén un superávit primario del 3,5% en 2018.

Lagarde ya ha puesto las cartas sobre la mesa. En una misiva enviada a los ministros de la zona euro y desvelada por el rotativo económico británico «Financial Times» el pasado viernes, la directora gerente del Fondo urge a no postergar, una vez más, el debate de la deuda en el Eurogrupo de hoy, si bien considera que el objetivo de superávit establecido para 2018 es «irrealizable y probablemente contraproducente». El FMI, según la misiva, se contentaría con una meta más plausible del 1,5% pero, a cambio de tanta benevolencia, también envía un aviso a navegantes a Grecia al asegurar que Atenas no está cumpliendo lo pactado en sus medidas anunciadas dentro del paquete de urgencia.

El ministro de Finanzas griego, Euclides Tsakalotos, vuela hoy a Bruselas con parte de los deberes hechos. Al cierre de esta edición, el Parlamento griego todavía no había votado las medidas exigidas para el desembolso del dinero del tercer paquete de rescate, aunque se daba por supuesta la luz verde por un estrecho margen.

Como contraprestación Tsakalotos pide un mensaje de apoyo sin fisuras a sus acreedores internacionales y algo de manga ancha a la hora de enjuiciar posibles medidas adicionales sujetas al incumplimiento los objetivos establecidos en 2018.

A todo esto se suma la alta sensibilidad política de aprobar medidas que se activarían de manera automática y que, según el Gobierno de la izquierdista Syriza, van en contra de la Constitución del país heleno.

Pagos en julio al BCE

La espada de Damocles vuelve a pender sobre Grecia, después de meses de relativa tranquilidad, ya que en julio debe realizar pagos al Banco Central Europeo (BCE) y existe el peligro de que Atenas vuelva a verse envuelta en otra espiral de retrasos en los pagos a sus proveedores.

Tsakalotos, en una carta enviada a sus homólogos europeos incluso advierte de la posibilidad de que Grecia se convierta en un «estado fallido» si las conversaciones de este lunes descarrilan.

De momento, Atenas tiene algunos aliados. La Comisión, por boca de su presidente, Jean Claude Juncker, reconoció ayer en una entrevista la publicación a alemana «Funke Mediengruppee» los esfuerzos realizados por Atenas y la disponibilidad de Bruselas a abrir debate sobre la deuda. En el mismo sentido, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, aseguró que en la reunión del Eurogrupo no se repetirá «el drama griego» porque ha habido avances en las reformas solicitadas a Atenas, pero advirtió de que no hay que esperar acuerdo sobre la deuda. Por su parte, el vicecanciller germano, el socialista Sigmar Gabriel, también defiende la necesidad de no asfixiar a Atenas con más draconianas medidas de ajuste.

Ante la multiplicación de crisis que asolan al viejo proyecto europeo (Brexit, refugiados, yihadismo, leve crecimiento económico) todo haría pensar que esta vez Berlín está dispuesto a ser flexible con Atenas, aunque se da por supuesto que hoy el FMI tendrá la última palabra.

De momento, Merkel parece haber ganado una batalla a quienes apostaban por la quita. Lagarde, según reconoció hace unas semanas en Ámsterdam, no cree ya necesaria una quita de la deuda (lo que en la práctica obliga a los países europeos a asumir pérdidas por el dinero prestado a Atenas) y se conforma con una fórmula mucho más leve en la que se estudiaría la rebaja de los tipos de interés y más tiempo para devolver el dinero.