Energía

El gas, la alternativa real al petróleo

En los próximos años se instalarán 40 nuevas estaciones de repostajede gas, sobre todo de GNL, comenta Lage

De izquierda a derecha, Joaquín Carrasco, Manuel Lage y Antonio Calvo
De izquierda a derecha, Joaquín Carrasco, Manuel Lage y Antonio Calvolarazon

Este combustible ofrece dos grandes ventajas: reduce el daño al medioambiente y se puede ahorrar hasta un 50% respecto a la gasolina.

La industria del automóvil, una de las más importantes en España, ha pasado por transformaciones importantes, pero nunca el debate había sido tan fuerte en torno a aquello que le da vida, el combustible. Las necesidades del medioambiente han provocado que la gasolina se vea sustituida por nuevos productos que tienen cada vez mayor protagonismo. Hay dos principales competidores, los coches eléctricos y los que funcionan con gas, que parece que parten con menor ventaja que los «e-car» en el mercado. Para saber la situación del gas como alternativa real al petróleo LA RAZÓN convocó a tres conocedores de la materia: Manuel Lage, secretario general de Gasnam; Antonio Calvo, sustainable mobility manager de Seat; y Joaquín Carrasco, presidente del comité progas de Sedigas.

Aunque el uso del gas sigue siendo minoritario, la tendencia es positiva y como explica Lage, «el número de vehículos con este combustible en España era de 6.150 a finales de 2016, un 50% más que el año anterior». Mientras tanto, el de coches eléctricos, dice, era de 1.200. Sin embargo, los «e-car» reciben una mejor promoción por parte de las instituciones y Carrasco pide «ayudas equitativas», pues «no se entiende que existan partidas para colocar puntos de recarga eléctricos y no de gas». Las subvenciones dedicadas a instalar sistemas de combustión por gas, manifiesta Calvo, son de «mínima cuantía y no perduran en el tiempo» porque se agotan en menos de 40 minutos. Añade Lage que «la administración actúa de manera timorata. Eso no tiene coherencia con la directiva europea para combustibles alternativos, que quiere reducir la dependencia del petróleo».

Así, el sector reclama mayor atención de los responsables públicos para apoyar el gas en su compromiso con el medio ambiente. En sus dos formas, comprimida (GNC) y licuada (GLP), esta energía produce menos dióxido de carbono que la gasolina y Calvo recuerda que «las grandes ciudades del contienente están limitando el tráfico por los altos niveles de policulación», entre ellas Madrid y Barcelona. No obstante, el los vehículos con este combustible ecológicos cuentan con la etiqueta «Eco», por lo que están autorizados a ciurcular durante las restricciones, algo trascendental para, por ejemplo, la flota de las empresas de transporte. Tanto en la capital como en Barcelona el gas posee aún más beneficios y, subaraya Calvo, no habría problemas a la hora de implantar su uso habitual porque «se puede acceder a él fácilmente, van sobradas de infraestructuras». Mientras tanto, en el resto del mapa nacional la situación es dispar y se trata de manera distinta. «Hay cierta desigualdad, en algunas comunidades autónomas han hecho cosas respecto al gas y en otras ni siquiera se lo han planteado», destaca Lage. Por eso reclama Calvo que «ahora que estamos al principio se debe homogeneizar» y «adoptar un paso firme y seguro».

El avance del gas es prometedor, no sólo por la sostenibilidad que ofrece, sino también por su beneficio para el bolsillo. Según Lage, los automóviles que más lo incorporan son principalmente «industriales, con gran capacidad de carga y potencia», es decir, camiones. Este tipo de vehículos realiza trayectos muy largos, incluso traspasan fronteras, y aprovechan para economizar cada kilómetro. Lage comenta que si hace una década le hubiesen dicho a un transportista que iba a ahorrarse un 30% en combustible «no se lo cree». En los vehículos de menor tamaño la diferencia también es considerable, «del 50% si se compara con la gasolina y del 30% con el diesel», destaca Calvo.

Estos son motivos suficientes para que «los siete grandes barcos que se están construyendo en España lleven gas natural», asegura Carrasco. Claro que el depósito con el que cuentan es bastante grande respecto al de los vehículos de carretera que para incorporar el gas a su día a día se «está a expensas de implementar el mandato de la directiva europea de instalar un punto de recarga cada 150 kilómetros», sostiene Calvo. Por ahora, si bien Madrid y Barcelona poseen suficientes servicios para una normalización de este combustible, no sucede así en el resto de España, ya que las empresas se encuentran con restricciones. Carrasco afirma que «las distribuidoras de gas son las primeras interesadas en construir las infraestructuras pero la normativa no lo permite, hay que quitar limitaciones». Otra solución, apunta Carrasco, estaría en que cada ciudadano tuviese se suministrase en su propia casa. «El gas alcanza al 90% de las viviendas del país, desarrollemos la recarga individual, doméstica, que a muchos particulares les resolvería la vida».

Si esto llegase a ser una realidad, además de el ahorro y el ecologismo, la comodidad se convertiría en una de las grandes ventajas del gas natural frente a otras opciones de combustibles. Con estos pilares, dice Calvo que este sistema es «la compra más racional de un coche sostenible», y la alternativa global al petróleo. En el futuro próximo se producirá la confirmación, y es que las previsiones en torno al gas son positivas, sobre todo porque es una energía acorde a los consumidores más jóvenes. Según Calvo, «las nuevas generaciones están cada vez más concienciadas de los valores que difunde este combustible», sobre todo en el respeto al medio ambiente. Por lo tanto, se debe aprovechar dicha tendencia social para darle a la gente las herramientas con las que cuidar su mundo.

De esta forma, el sector del automóvil también está apostando por él, pues explica Lage que «en España salían de las fábricas coches de gas pero no se ofrecían aquí, y ahora sí». Y a pesar de que las instituciones presentan ciertas reticencias ante su crecimiento, poco a poco se producen avances para su implantación definitiva. Recientemente, comenta Lage, «se ha aprobado el proyecto ECO GATE con participación de Francia y Alemania para instalar 40 nuevas estaciones de repostaje, sobre todo de GNL, ya que estás siempre llevan incorporados dispensadores de GNC». No serían gasolineras, aunque seguramente que tardaríamos en no llamarlas así y muchos mantendrían la nostalgia del olor al combustible que tanto servicio ha prestado a la humanidad pero que flaco favor le ha hecho al mundo.