Economía

España se juega su crecimiento

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La economía nacional, que se encuentra en plena recuperación, se ve amenazada por las consecuencias del llamado «procés», que se están haciendo notar en el descenso de las inversiones o en el aumento de la prima de riesgo.

España se siente de la misma forma que describe en su último disco, publicado en marzo de 2016, Quique González: «Vivo en un país enfermo que se muerde las uñas». En esas letras define las tensiones sociales que se acumulan en este país. Unas son históricas, algunas constantes y otras se aceleran o tienen acelerones o frenazos, por ejemplo, las reclamaciones soberanistas. Por otra parte, están las temporales provocadas por situaciones de precariedad, como ha ocurrido recientemente por la crisis. Ahora, lo números vuelven a cuadrar y parece que el país perdía el vicio de morderse las uñas, pero los nuevos episodios del proceso, además de las fricciones que ya suponen, ponen en riesgo el crecimiento económico y despiertan otra vez los nervios en la población.

Los acontecimientos de los últimos días han provocado una incertidumbre que amenaza la estabilidad económica no sólo de Cataluña, sino de toda España. «Si el conflicto no se resuelve pronto, podrían influir negativamente sobre la progresión de la economía nacional», afirma Ángel de la Fuente, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Los hechos están generando no pocas dudas sobre España en el exterior y, especialmente, entre los inversores. El presidente de Empresaris de Catalunya, Josep Bou, ya pronosticó que se produciría «una caída de los valores bursátiles de las empresas con sede en la región», cosa que ha sucedido. Los dos bancos catalanes arrastraban esta misma semana al Ibex 35, que, tras caer un 2,52%, perdía la barrera de los 10.000 puntos, en lo que era su peor caída desde el Brexit.

Los inversores observan con miedo tras la mirilla, y lo que descubren no les ofrece ningún tipo de seguridad jurídica. Hace ya tiempo que, desde que la Generalitat puso paso firme hacia la independencia, ven en peligro sus intereses en una comunidad que representa el 20% del PIB de España.

Aunque en un principio, nadie pareció creerse la Cataluña independiente, el «ruido» generado por el «procés» llevó a los mercados a poner en «cuarentena» a nuestro país a la espera de acontecimientos, lo cuales se han precipitado vertiginosamente. Aunque las principales agencias de «rating», por el momento, no han movido ficha «ya vienen advirtiendo desde hace tiempo, al igual que algunos centros de análisis, que existe incertidumbre sobre España, algo que no beneficia a la inversión que prefiere moverse en aguas más tranquilas», asegura Bou. En este sentido, el más duro ha sido JP Morgan que no se ha andado con medias tintas, y ya ha desaconsejado abiertamente «invertir en nuestro país». El FMI ha sido el último en sumarse a la advertencia de que la crisis en Cataluña puede lastrar el crecimiento y la inversión. Entre los analistas consultados, es generalizada la opinión de que la situación recuerda a lo ya vivido en los peores años de la crisis económica en España.

Pérdida de confianza

El mejor termómetro de las dudas es la prima de riesgo. La rentabilidad del bono español a 10 años supera el 1,8% –tras subir un 16% desde el pasado viernes– y marca máximos desde marzo. Así, la diferencia ofrecida a los inversores por los bonos españoles a 10 años en relación al «bund» alemán se sitúa en 131 puntos básicos. «Este aumento, que parece imparable por los acontecimientos, refleja la pérdida de confianza en el mercado español de los inversores, que ya no encuentran tantas garantías para realizar sus negocios en el país. Y claro, si se reduce el dinero que entra, también lo hace el número de productos y servicios que vende fuera de las fronteras. Ésta es una de las preocupaciones que más ponen de manifiesto los economistas en los últimos días, ya que uno de los factores que han reimpulsado la economía ha sido el fomento de las exportaciones en una nación que no se caracterizaba por ello», asevera Bou. Y es que el sector exterior ha sido el motor de la economía española. Con una demanda interna hundida, como consecuencia de la crisis, las exportaciones ha dado la cara. Las exportaciones españolas ascendieron en 2009 a 159.000 millones de euros. En siete años, esta cifra ha crecido casi un 60%, hasta los 254.000 millones, según datos del Instituto Español de Comercio Exterior (Icex). Este considerable aumento ha dependido, sobre todo, de la contribución de dos comunidades, la de Madrid, y Cataluña. En esta última, las exportaciones crecieron durante seis años consecutivos y cerraron 2016 con un crecimiento interanual del 2% al sumar 65.142 millones de euros, lo que supone alrededor de una cuarta parte del total del Estado, detalla el departamento de Empresa y Conocimiento de la Generalitat. En 2017, estas cifras recibirán un duro golpe si, destaca De la Fuente, «la producción se ve afectada por huelgas» como la que tuvo lugar el pasado martes en toda la Comunidad. Por lo tanto, lo que esté por llegar será trascendental para saber cuán drástico se presenta el final de curso par la economía española, que era aplaudida, hasta hace bien poco, por su entorno. Los efectos de los últimos acontecimientos se pueden dejar sentir en el corto plazo. De hecho, los economistas consultados, ya hablan de que el PIB se puede dejar varias décimas en el último trimestre de este año.

La Unión Europea sabe que la estabilidad de España es fundamental para la del resto de estados miembros, por lo que «ha manifestado su apoyo a la búsqueda de soluciones dentro del marco constitucional español» al conflicto soberanista, confirma Bou. Y añade que los empresarios catalanes agradecen «este posicionamiento dado que Europa es para nosotros un marco fundamental, y esperamos que las autoridades de la Generalitat atiendan a esta petición de la UE». El desafío del Govern causa terremotos en las compañías porque las filiales de las sociedades extranjeras en España se han colocado en posición de estampida y, con el paso del tiempo, decidirán si continúan con sus negocios en nuestro territorio o buscan alternativas cercanas que les ofrezcan mayor seguridad.

Fuga de empresas

En este sentido, el empleo es otro de los elementos susceptibles de alterarse. A pesar de que el final de la campaña de verano ha hecho subir levemente el paro, la tasa de ocupación en agosto crecía a un ritmo del 2,8%, tres veces más que en el primer trimestre del año y, como consecuencia, se creaban 480.000 puestos de trabajo anuales. Una fuga de compañías tendría consecuencias inmediatas en el empleo nacional, y en Cataluña ya están notando los efectos. La empresa de biotecnología Oryzon ha modificado su domicilio social esta misma semana, traspasándolo de Barcelona a Madrid, y poco más tarde la operadora de telecomunicaciones Eurona siguió sus pasos, mientras que la odontológica Proclinic Expert cambió su sede a Zaragoza, y la textil Dogi, a la capital de España.

Además, antes, la habían trasladado Derby Hotels, Unico Hotels, WPP o Schibsted. Aunque el verdadero «bombazo» se produjo el pasado jueves, cuando Banco Sabadell anunció que su nueva sede social estaría en Alicante. Al día siguiente, CaixaBank condicionó su permanencia en Cataluña a que no hubiera Declaración Unilateral de Independencia (DUI). De lo contrario, se marcharía a Baleares.

En la misma línea, Gas Natural Fenosa, Abertis o Freixenet, que ya tienen todo listo para hacer la maletas si se proclama la independencia Catalana. Incluso, el gran icono de la industria Catalana, Seat, también tiene preparado un plan de contingencia por si el pulso independentista va a más. El mismo viernes el consejo de Ministros aprobó un Decreto Ley para que aquellas empresas que lo deseen puedan cambiar su sede social con la sola aprobación del Consejo de Administración, sin necesidad de convocar una Junta General de Accionistas, lo que puede intensificar el éxodo empresarial. Javier Santacruz considera que, con esta estrategia, se quiere mantener la salud de la empresa y, por lo tanto, del empleo, «lanzando una señal de confianza al mercado para evitar una fuga de depósitos en el caso de los bancos».

El turismo también sufre los efectos de la inestabilidad. «En Barcelona lo que no logró el atentado lo ha conseguido el proceso independentista, por el que se ha registrado una caída espectacular de las reservas», explica el analista Gonzalo Bernardos. Añade Santacruz que los turistas que se disponían a aterrizar en Cataluña están siendo «desplazados a otras zonas mediterráneas con infraestructuras similares como Valencia o Baleares», lastrando un mercado que representa el 23,7% del PIB. Nadie se atreve a dar unas previsiones realmente definitivas, pero el peligro existe y, después de años cosechando motivos para creer en la plena recuperación, las cuentas del Estado vuelven a ser un funambulista caminando sobre la cuerda floja.

Los empresarios, a la ayuda

Desde la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), la principal asociación de empresarios del país, se reclama algo de prisa para alcanzar «pronto soluciones» con el objetivo de que en la economía española permanezca «la atmósfera de certidumbre y seguridad que debe imperar en la actividad comercial». De no ocurrir de esta manera, en el último trimestre del año los datos nacionales se revisarán a la baja contra los intereses de las compañías y , dicen, las cuentas «quedarán tocadas», justo cuando se comenzaban a recuperar los tan deseados niveles previos a la crisis. Por eso, la CEOE, en aras a que la situación se resuelva para mantener a salvo sus negocios, se ofrece a «ayudar» cuando «se pongan encima de la mesa» las posibles alternativas a las tensiones políticias que se han acumulados las últimas semanas.

Así, igualmente admiten que estos días se está corriendo contracorriente, ya que «el problema viene de muchos años atrás» aunque «esta semana ya se han visto las primeras luces rojas en nuestra economía». No obstante, se quiere lanzar un mensaje optimista porque confían «en los políticos para que encuentren la forma para reconducir la situación y regresar la estabilidad y la legalidad necesarias».