Empresas

La revolución del tamaño, asignatura pendiente

El 94,5% de las empresas tiene menos de 10 empleados

La revolución del tamaño, asignatura pendiente
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Si España tuviera el mismo tejido empresarial que Alemania, la productividad aumentaría un 13%, lo que crearía 15.000 nuevas compañías y 400.000 empleos.

El tamaño importa. No debe acomplejar, pero cuanto más grandes, más competitivas. «España tiene una revolución pendiente, la del tamaño de sus empresas. Nuestras pymes son especialmente pequeñas y esa condición dificulta su presencia en el exterior. Hay muchísimas normas que impiden su crecimiento. Ésta es una tarea clave para el próximo gobierno». Se lo dijo la semana pasada el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, al coordinador de TU ECONOMÍA, Juan Delgado, en una entrevista publicada en nuestro suplemento número 100.

Mayor tamaño empresarial significa más capacidad para acceder al crédito y mayor intensidad exportadora. Es decir, mejores niveles de productividad. El tamaño medio en España se ha reducido en los últimos años debido a la mayor participación en nuestro tejido de compañías de menos de 10 asalariados. Sin embargo, las empresas españolas medianas y grandes han conseguido aumentar su envergadura entre 2009 y 2015. De hecho, las grandes compañías españolas, con una media de 1.047 empleados por empresa, son de mayor dimensión que las alemanas.

José Alberto González-Ruiz, secretario general de Cepyme, recuerda que en España el 99,9% de las empresas tienen menos de 250 trabajadores, y que algo más del 55% no tiene asalariados. O lo que es lo mismo, aproximadamente 1,75 millones de empresas son empresarios individuales, y tan sólo unas 5.000 compañías son catalogadas como grandes empresas.

Si bien el empleo en las compañías grandes retrocedió un 6% acumulado en los últimos seis años, frente al 20% en las empresas medianas y el 25% en las pequeñas, las empresas grandes españolas aportan el 27% del empleo total. Y mientras el avance en productividad de las medianas ha permitido que alcancen una ratio de VAB por empleado superior al correspondiente al agregado de la UE-5 (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Portugal), las microempresas españolas continúan registrando una elevada brecha negativa de productividad respecto a las de los principales países de la eurozona.

Se dice que España es país de pymes, pero no. El 94,5% de las empresas tiene menos de 10 empleados, por lo que lo correcto sería hablar de un país de micropymes. Alicia Coronil, directora de Economía del Círculo de Empresarios, asevera que el tamaño de las empresas es una asignatura pendiente y que una mayor dimensión del tejido empresarial sería un elemento esencial para lograr estabilidad ante los cambios de ciclo económico. Las empresas grandes diversifican más y no dependen tanto de la demanda interna. Además de una mayor capacidad para crear empleo estable y de calidad, tienen más músculo financiero para enfrentarse a hipotéticas crisis.

Las empresas españolas medianas y grandes son igual o más productivas que sus homólogas alemanas, inglesas o estadounidenses. Así, si España tuviera el mismo tejido productivo que Alemania, la productividad aumentaría un 13%, lo que crearía 15.000 nuevas empresas y 400.000 empleos. Al mismo tiempo, se generaría un importante efecto tractor que impulsaría, sin lugar a dudas, el crecimiento económico.

Las grandes compañías son más productivas porque tienen organizaciones más estructuradas, en las que cada departamento puede especializarse en determinadas líneas de negocio. De igual modo, disponen de más recursos para innovar, retener el talento y formar a los empleados, que también repercute en la productividad.

La crisis lanzó a los empresarios españoles a la conquista de nuevos mercados, lo que disparó las exportaciones casi 10 puntos –han pasado de representar el 24% al 33% del PIB–. Si bien exportamos bastante más, el 50% de las ventas al exterior corresponde a 230 empresas. Coronil destaca que cuanto más tamaño tengan las compañías, mayor será la presencia internacional. «Tenemos muchos retos en nuevos mercados. Las empresas con más tamaño tendrán mayor capacidad de afrontar esos cambios y aprovechar las oportunidades en el contexto internacional. Para incrementar la internacionalización de nuestra economía, necesitamos empresas de mayor tamaño», agrega.

Las compañías no exportan de forma recurrente. Las que lo hacen con asiduidad son las grandes y medianas, y sólo alguna pequeña con un determinado nicho de mercado. Coronil sostiene que el problema de la economía española es que «la base exportadora está muy condicionada por el tamaño del tejido empresarial».

El acceso al crédito continúa siendo uno de los principales obstáculos que encuentran las pymes para apuntalar la recuperación. Las empresas grandes tienen más facilidades para financiarse, ya que la normativa bancaria europea penaliza el riesgo, y éste es mayor cuanto menor sea la dimensión. Por ello, la directora de Economía del Círculo de Empresarios piensa que las empresas deben intentar tener más recursos propios y endeudarse menos, así como plantearse crecimientos orgánicos e inorgánicos.

Estructura empresarial

El impasse político comienza a reflejarse en los indicadores económicos. La inestabilidad frena las inversiones, paraliza las contrataciones y retrae decisiones de consumo de bienes duraderos, lo que también constituye una barrera para el crecimiento de las plantillas.

Otro rasgo distintivo del tejido pyme español es la intensa concentración en un reducido número de actividades productivas. González-Ruiz explica que casi dos terceras partes de las pymes con asalariados se centran en diez actividades. El 81% de estas pymes pertenece al sector servicios; el 11,0%, al de la construcción y el 8% restante, al industrial.

En Alemania, Francia y Reino Unido, el porcentaje de empleados en empresas grandes es, aproximadamente, el doble que en España, mientras que el de los trabajadores en microempresas se reduce a la mitad. «Este hecho es clave en el sector industrial, donde el tamaño medio empresarial español es menor que el de países de nuestro entorno». El secretario general de Cepyme señala que nuestra estructura empresarial está orientada en mayor medida hacia los servicios que atienden a la demanda interna de consumidores y de empresas, y que se concentra en actividades productivas que son menos intensivas en la utilización de capital fijo y tecnológico. «Estos rasgos particulares de la economía española están muy ligados a nuestros problemas con el crecimiento». González-Ruiz admite que, en su conjunto, las empresas españolas son menos productivas. Y esclarece que este déficit de nuestra economía con respecto a la UE se debe en un 45% a la composición sectorial, y en un 55% a la menor productividad de cada sector.

Atendiendo a su contribución sobre el total del empleo en las pymes, desde Cepyme remarcan las actividades del comercio al por mayor y al por menor, las relacionadas con la industria manufacturera, las vinculadas con los servicios auxiliares empresariales, la hostelería y la construcción.

La estructura y demografía empresarial están muy relacionadas con las decisiones de los propios empresarios dentro de un marco de competencia. En entornos cada vez más abiertos y competitivos, donde el cambio es una constante, «las pymes de menor dimensión están siendo capaces de adaptarse cada vez mejor a los retos que generan los mercados». González-Ruiz defiende que las microempresas demuestran día a día que pueden sobrevivir ante todo tipo de dificultades y satisfacer la demanda de bienes y servicios, generar valor añadido, invertir, innovar, internacionalizarse y retribuir convenientemente a sus propietarios y accionistas.

Barreras

Debido a las trabas del marco regulatorio y como consecuencia del aumento de costes o de las dificultades para financiarse, a muchos empresarios no les interesa que sus compañías ganen tamaño. En materia fiscal, por ejemplo, las empresas que facturan más de seis millones de euros se adentran en la unidad de grandes contribuyentes, lo que incrementa los gastos que se han de afrontar. Además, la liquidación del IVA pasa a ser mensual -de trimestral-. Y suelen ser compañías en las que parte de su financiación depende del circulante. Asimismo, el tipo de sociedades sube del 18 al 20% -en función de la facturación-, y no se hace sobre la cuota, sino sobre la base imponible. Es decir, deberían adelantar dinero, pero esas empresas necesitan su circulante para el día a día. Máxime, en periodos donde la financiación se constriñe. Como liquidar los impuestos de esta forma conlleva más costes de gestión, desde el Círculo de Empresarios piden que el umbral se eleve hasta los 20 millones de euros.

En materia laboral, a partir de los 50 trabajadores aparece la figura del comité de empresa, que también aumenta los gastos. Por ello, desde el Círculo proponen aumentar esa cifra hasta los 100 empleados. De forma paralela, al superar una cuantía de activos y de trabajadores aparece la necesidad de realizar auditorías, pero muchas empresas no tienen capacidad de afrontar este coste. Así, plantean auditorías más abreviadas y baratas, ya que es importante tener unas cuentas transparentes para acceder a la financiación o captar inversores.